Investigación
La medición multidimensional de la pobreza en Argentina: propuesta metodológica
The multidimensional measurement of poverty in Argentina: methodological proposal
A medição multidimensional da pobreza na Argentina: proposta metodológica
La medición multidimensional de la pobreza en Argentina: propuesta metodológica
Ciencia, Docencia y Tecnología, vol. 35, núm. 70, 2024
Universidad Nacional de Entre Ríos
Recepción: 30 Mayo 2023
Aprobación: 04 Marzo 2024
Resumen:
Este artículo hace una sintética revisión crítica y actualizada de los métodos oficiales de medición de pobreza en Argentina, tensionando con el enfoque más reciente de medición multidimensional que se propone como alternativa superadora, donde la actual medición oficial calculada por el indec (Instituto Nacional de Estadística y Censos) por el método unidimensional de los ingresos resulta insuficiente para dar cuenta de la complejidad y heterogeneidad del problema. En esta presentación se aporta con el diseño de una variante metodológica multidimensional con enfoque de capacidades y derechos, que se pone a prueba empíricamente con datos actualizados de la eph indec al año 2021. Se arriba a que alrededor del 60 % de los argentinos no es pobre, pero casi un 40 % lo es, de los cuales un 25,4 % padece privaciones convergentes de ingresos, recursos y derechos en un país donde las brechas y asimetrías persisten y hasta se ensanchan.
Palabras clave: pobreza, métodos de medición, pobreza multidimensional, titularidad de derechos, Argentina.
Abstract:
This article makes a synthetic, critical, and updated review of the official methods of poverty measurement in Argentina, tensioning the most recent approach of multidimensional measurement that is proposed as a better alternative, where the current official measurement calculated by the indec (National Institute of Statistics and Censuses) by the unidimensional income method is insufficient to account for the complexity and heterogeneity of the problem. This presentation contributes with the design of a multidimensional methodological variant with a capabilities and rights approach, which is empirically tested with updated data from the eph indec as of 2021. It is concluded that around 60 % of Argentines are not poor, but almost 40 % are, of which 25.4 % suffer convergent deprivations of income, resources, and rights in a country where gaps and asymmetries persist and even widen.
Keywords: poverty, measurement methods, multidimensional poverty, entitlement of rights, Argentina.
Resumo:
Este artigo faz uma revisão sintética, crítica e atualizada dos métodos oficiais de medição da pobreza na Argentina, destacando a abordagem mais recente de medição multidimensional que se propõe como alternativa, onde a atual medição oficial calculada pelo indec (Instituto Nacional de Estatística e Censos) pelo método da renda unidimensional é insuficiente para dar conta da complexidade e heterogeneidade do problema. Esta apresentação contribui com o desenho de uma variante metodológica multidimensional com abordagem de capacidades e direitos, que é testada empiricamente com dados atualizados da eph indec a partir de 2021. Conclui-se que cerca de 60 % dos argentinos não são pobres, mas quase 40 % são, dos quais 25,4 % sofrem privações convergentes de rendimentos, recursos e direitos num país onde as lacunas e assimetrias persistem e até se ampliam.
Palavras-chave: pobreza, métodos de medição, pobreza multidimensional, titularidade de direitos, Argentina.
Introducción: La pobreza como problema social y el desafío metodológico de medirla científicamente
La pobreza se aborda y analiza fundamentalmente como problema. Políticamente, constituye una amenaza para la estabilidad y cohesión social y un desafío a la legitimidad del Estado. Económicamente, puede ser considerada una consecuencia del aumento de la desigualdad en el ingreso, un costo en cuanto a la falta de ingresos fiscales y gastos en programas sociales y sistemas de protección social. Ideológicamente, puede tener connotaciones éticas o no.
El crecimiento de la pobreza a nivel de América Latina ha sido cambiante en las últimas dos décadas, con una fuerte caída entre 2003-2013 y luego con resultados mixtos dependiendo del país. Para Aguilar, Gómez y Olmos (2006), el aumento de la pobreza en gran parte es consecuencia de los procesos de globalización y extensión de las políticas económicas neoliberales que favorecieron la acentuación de la concentración de la riqueza y un mayor nivel de empobrecimiento en los diferentes sectores sociales, a lo que se agrega que las consecuencias de aplicar dichos modelos se han extendido hasta nuestros días.
Desde hace ya varias décadas, el estudio de la pobreza es un tema de gran relevancia en la agenda pública. En el campo metodológico, identificar la pobreza implica crear instrumentos para monitorearla y dimensionarla en tiempo y espacio que luego sirvan para orientar el diseño de políticas públicas destinadas a mejorar la calidad de vida de la población pobre.
La pobreza es un fenómeno multidimensional complejo, heterogéneo y multifacético que se ha vuelto persistente y exige ampliar las miradas sobre el objeto y profundizar en las metodologías de identificación para mensurarla, buscando más precisión y cientificidad en la captación de la representatividad de ella en la realidad social.
El reflejo más crudo e inaceptable de los rezagos sociales que genera la pobreza persiste en nuestro país, lo cual impone serias limitaciones para el desarrollo. Tanto la persistencia como la intensidad de la pobreza restringen la igualdad de oportunidades y evidencian el fracaso de algunas políticas; y las formas en cómo identificamos a quienes se encuentran desfavorecidos producen nuevos retos a la academia para distinguir y evidenciar las desigualdades y brechas sociales.
Dependiendo de quién y cómo la mida, se puede arribar a diferentes magnitudes del fenómeno. Ireton agrega que la medición de la pobreza es una «construcción por actores y organismos que buscan a la vez la cientificidad, la objetividad y la operacionalización» (1988, citado por Salama y Destremau, 2002, p. 111).
En Argentina, las cifras oficiales registran aumentos significativos de la pobreza por ingresos en los principales aglomerados urbanos del país, que en los últimos años ha alcanzado un 27,9 % de hogares pobres y 37,3 % de personas pobres al segundo semestre del año 20211. La existencia de un porcentaje cada vez mayor de población caracterizada por la predominancia de situaciones deficitarias y vulnerables, tanto materiales como de derechos, constituye una problemática pendiente en términos de estudio y luego de políticas públicas para reducirla.
Siendo la preocupación en esta oportunidad la medición de la pobreza, damos cuenta de que en Argentina el procedimiento para medirla coyunturalmente y monitorear su evolución semestralmente se hace por el método indirecto de las Líneas de Pobreza (lp) por parte del Instituto Nacional de Estadística y Censos (indec). Esta medida es unidimensional, ya que se basa centralmente en los ingresos monetarios para definir quién es o no pobre, y allí su principal limitación. Los recientes desarrollos teóricos y empíricos en la materia revelan que dicha metodología tiene sus limitaciones a la hora de reflejar la magnitud real del problema o al menos resulta reduccionista.
Por otro lado, no hay evidencias de que el Instituto esté estudiando un giro metodológico en este sentido, sino que avizora dar continuidad a esta y otras metodologías tradicionales de medición de pobreza2. Por ello se conjetura aquí que la medición oficial tiene espacio para ser actualizada y mejorada desde perspectivas integrales de medición multidimensional de gran auge en la literatura reciente.
El querer «ampliar la mirada» significó ir por otros recorridos en el campo del pensamiento y la práctica que dieran cuenta de metodologías de gran consenso a nivel internacional, donde se concluye que la opción multidimensional (mmd) basada en las capacidades y los derechos humanos es el enfoque más completo para definir y resignificar a la pobreza, desde una perspectiva que invita a desnaturalizar y deconstruir la categoría; y por ello se adopta este enfoque como marco de diseño para la propuesta metodológica que conlleva esta investigación.
En conjunto las dimensiones de multidimensionalidad, capacidades y derechos amplían el alcance de la noción de pobreza concebida tradicionalmente desde la insuficiencia material del ingreso monetario, para pasar al plano de las capacidades que poseen los individuos y que les permite «ser y hacer» en libertad artífices de sus anhelos, con un estado y sociedad que les garanticen la titularidad de derechos humanos para superar la condición de pobreza.
No caben dudas de la importancia que tienen la medición de la pobreza y los datos oficiales para generar indicadores confiables para mejorar la planificación de políticas públicas y plantear metas de desarrollo socioeconómico que puedan monitorearse en el tiempo.
El presente trabajo se propone hacer una revisión sintética de lo implementado oficialmente en materia de medición de pobreza en Argentina, tensionando con el enfoque de medición multidimensional que se propone como alternativa en la literatura, para luego presentar una propuesta metodológica propia que integra los métodos de la lp y el mmd bajo el enfoque de capacidades y derechos. Finalmente, esta presentación aporta una sintética aplicación empírica de dicha metodología, con datos de corte transversal de la Encuesta Permanente de Hogares del indec con los últimos microdatos disponibles a la fecha (segundo semestre del año 2021).
El trabajo se organiza de la siguiente manera. En la sección 1 se presentan los presupuestos teórico-epistemológicos necesarios para la definición y operacionalización multidimensional de pobreza. En la sección 2 se revisan los métodos oficiales que instrumenta el sistema oficial de estadísticas públicas de indec. En la sección 3 se presentan algunos antecedentes recientes que amplían la mirada a la medición multidimensional en Argentina. En la sección 4 se desarrolla la metodología mmd propuesta para medir pobreza urbana en Argentina que compatibiliza con la tradicional medición oficial de la lp. La sección 5 presenta una prueba empírica con microdatos de la eph/indec, desplegando los resultados de todas las mediciones obtenidas.
1. Presupuestos teórico-epistemológicos para su definición multidimensional
1.1. La pobreza como concepto complejo
Pobreza es un término relacional, que adolece de una definición única y universal, y ésta es la primera complejidad. Según Spicker (2009) se identifican en la literatura al menos doce formas posibles de definir el término pobreza en ciencias sociales: necesidad, limitación de recursos, patrón de privaciones, bajo estándar de vida, desigualdad e inequidad, baja posición económica, clase social, dependencia, exclusión, carencia de seguridad básica, ausencia de titularidades y privación inaceptable. (Spicker, 2009, p. 92).
Así, la pobreza es un concepto compuesto y no una visión única fácilmente identificable. Responde a un conjunto fluctuante de situaciones que viven y padecen las personas.
Al respecto, Mingo, Sarrot, Sione y cols. (2006) refieren a diferentes «caras de la pobreza» al considerarla como un fenómeno con múltiples facetas que se visibilizan en modos diferentes. También refieren a «las pobrezas» como fenómeno heterogéneo en donde entran en juego perfiles diferenciales para la satisfacción de necesidades de una persona o de un hogar «[…] dependiendo del nivel educativo, el ingreso corriente, los derechos de acceso a servicios o bienes, las habilidades y destrezas como capacidad de hacer o entender […]», a lo que se agrega que «[…] una carencia de atributos o recursos, entendida como privación natural o social [deprivación según el término acuñado por Robert Merton] puede ser constitutiva de una pobreza en particular […]». (Mingo et al., 2006, p. 11).
La pobreza entonces es una categoría compleja, multidimensional y dinámica. En este trabajo y en una aproximación a los conceptos que son recurrentes en la literatura, resulta ineludible invocar las definiciones que los organismos multilaterales han utilizado para estudiar y analizar la pobreza.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (cepal) la ha definido como «[…] la situación de aquellos hogares que no logran reunir, en forma relativamente estable, los recursos necesarios para satisfacer las necesidades básicas de sus miembros.» (cepal, 1988, p. 27). Altimir (1979) agrega desde la misma cepal que «[…] es un síndrome situacional en el que se asocian el infraconsumo, la desnutrición, las precarias condiciones de vivienda, los bajos niveles educacionales, las malas condiciones sanitarias, una inserción inestable en el aparato productivo» (Altimir, 1979, p. 18).
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (pnud) se refiere a la pobreza como «[…] la incapacidad de las personas de vivir una vida tolerable.» (pnud, 2019, p. 17). Entre los aspectos para superarla mencionan llevar una vida saludable, tener educación y disfrutar de un nivel de vida decente, el respeto de los derechos humanos, la seguridad personal, el acceso al trabajo productivo y bien remunerado.
El estudio contemporáneo de la pobreza se basa en buena medida en el enfoque de las capacidades y funcionamientos de Amartya Sen (Nobel de Economía 1998) que la define como:
[…] la privación de capacidades básicas para funcionar dentro de la sociedad: una persona que carece de la oportunidad para conseguir ciertos niveles mínimos aceptables en dichas realizaciones o funcionamientos. Las realizaciones relevantes pueden comprender desde las físicas elementales, como estar bien alimentado, adecuadamente vestido, contar con un lugar donde vivir, evitar la morbilidad prevenible –entre otros muchos aspectos- hasta logros sociales más complejos como el nivel de participación que permita la sociedad. (Sen, 1981, p. 97)
El aporte de Sen ha sido fundamental para entender la pobreza como un fenómeno multidimensional en el que deben necesariamente considerarse también las variables no monetarias. Según sus ideas, no son los medios (ingresos o gastos) los que cuentan, sino los resultados en términos de bienestar y condiciones de vida: mortalidad, analfabetismo, esperanza de vida, etc. Sen define por tanto a la pobreza como la privación de capacidades (ser), entendidas como habilidades para alcanzar ciertas condiciones de vida y funcionamientos (hacer) que permitan aprovechar oportunidades.
Como Sen ha dicho, «[…] el rol del ingreso y la riqueza debe ser integrado a una representación más amplia y completa del éxito y la privación». Sen (2001, citado por Atkinson, 2003, p. 68). Así, la vida de las personas pasa a tener más valor que los medios: «[…] el espacio focal son las capacidades y funcionamientos que se ubican en el plano de cómo vive la gente». (Sen, 2009, p. 230, traducción propia). Por ejemplo, «el alimento» es un bien o recurso, «poder nutrirse» es una capacidad, «estar bien nutrido» es un funcionamiento. Sobre la base de este sencillo ejemplo, no es en la disponibilidad del bien o recurso donde se miden las capacidades sino en los funcionamientos o logros propuestos y alcanzados por las personas.
Sen (2000) propone entender el desarrollo como un proceso de expansión de las libertades reales que disfrutan las personas. Estas libertades son tanto los fines como los medios principales para el desarrollo. El autor detalla el marco amplio de esas libertades y sus implicancias:
Entre ellos están la libertad de participar en la economía, pero también la libertad de expresión y participación política, las oportunidades sociales, incluyendo el derecho a exigir un lugar donde vivir, educación y servicios sanitarios; la existencia de mecanismos de protección social, garantizados por redes de seguridad como el seguro de desempleo y ayudas contra el hambre. (Sen, 2000, p. 124)
A través del paradigma de Derechos Humanos se concibe a la pobreza como una situación de carencia o vulnerabilidad en la titularidad de derechos humanos indivisibles de las personas, grupos y colectividades que viven en dicha situación. Este enfoque es utilizado como insumo para la construcción de una medida de pobreza multidimensional, en tanto permite determinar los derechos inalienables a considerar y resumirlos en ella. Es el más reciente enfoque para conceptualizar y medir la pobreza sugerido por la literatura, enraizado en aportes no tan recientes (Townsend, 1979; onu, 2015; Atkinson, 2003, Sen, 2009), que amplían aún más las claves para definir la multidimensionalidad de la pobreza y perfilar cuales satisfactores deberían considerarse como necesidades básicas y espacios para el desarrollo de capacidades y libertades. Según Bonfiglio:
La pobreza significa estar sometido a privaciones injustas e inaceptables –materiales y/o simbólicas– que afectan el pleno desarrollo de las capacidades humanas y de integración social. Estas privaciones son injustas fundamentalmente ya que son violatorias de normas internaciones que han sido asumidas como requisitos de justicia social y sustentabilidad ambiental. (Bonfiglio, 2020, p. 8)
Desde estas últimas líneas conceptuales y recuperando aportes de Bourgignon (2003), se postula que el enfoque de derechos es el más completo para enmarcar un estudio de pobreza que parte de entenderla como
[…] la falta de titularidad de derechos elementales en un marco de garantías promovido desde la declaración universal de derechos humanos, las recomendaciones de organismos multilaterales, la constitución nacional y las leyes específicas que se han sancionado en Argentina (Sione, 2013, p. 69).
Así, a la pobreza se la entiende como una problemática que aqueja a amplios sectores de la sociedad y que se expresa en la insatisfacción de necesidades en múltiples facetas de la vida, con limitaciones y debilidades en el desarrollo de capacidades para superarla y vulneración de derechos sociales y económicos.
En su cara más crítica y preocupante, y haciendo un paralelismo con un concepto más clásico de la literatura como lo es el de pobreza crónica, esta última refiere a «condiciones de vida permanentemente bajas, a carencias persistentes que no pueden ser superadas aun en períodos de alto empleo y mayor prosperidad económica general» (Gasparini et al., 2019, p. 5). Parafraseando al mismo autor, la pobreza crónica está caracterizada por cierta insensibilidad a los beneficios del crecimiento económico y de las políticas públicas inclusivas, a lo que se agrega una incapacidad del Estado para garantizarles la titularidad de derechos. Esa pobreza estructural constituye un «núcleo duro» de personas y hogares con características determinadas (como baja educación, bajo capital social, localizadas en áreas urbanas de baja productividad, tenencia irregular de la tierra, etc.) «que les impiden superar un umbral de pobreza, aun bajo condiciones económicas favorables» (Gasparini et al., 2019, p. 6).
1.2. La medición multidimensional de la pobreza
Como ya se expresó al mostrar las limitaciones del método de la Línea de Pobreza (lp) y como respuesta a dichas limitaciones se encuentran las medidas «multidimensionales». Constituyen un enfoque relativamente nuevo que se puede considerar como una extensión multivariante del método de línea de pobreza. El antecedente fundacional de las metodologías multidimensionales es el método de las nbi y el Índice de Desarrollo Humano del pnud, profundizado recientemente por el desarrollo o mayor difusión de los marcos conceptuales antes descriptos de capacidades, libertad y derechos. Los enfoques multidimensionales se centran en mensurar el nivel de satisfacción de las necesidades esenciales, fundamentales o básicas, pero ampliadas a la salud, la educación, el saneamiento, la vivienda, la integración social, etc. Miden el nivel de satisfacción de estas necesidades tanto a nivel de los ingresos como de los recursos colectivos, y caracterizan a la pobreza «como un cúmulo de desventajas o deprivaciones sufridas y vividas en diferentes planos de la vida cotidiana y social por los individuos o los hogares» (Salama y Destremau, 2002, p. 92).
Las propuestas que se toman como referencia en el presente trabajo son las de Alkire y Foster y la de Bourguignon y Chakravarty –entre otras consultadas– que postulan que: «Un enfoque multidimensional define a la pobreza como un déficit con referencia a una línea de pobreza en cada dimensión del bienestar de un individuo.» (Bourguignon, 2003, p. 27, traducción propia).
El análisis multidimensional de la pobreza según Atkinson (2003) conlleva a:
La definición de las dimensiones consideradas relevantes para la realización de la identificación de quienes son pobres y establecer comparaciones interpersonales, así como los criterios de agregación de las características de los individuos a fin de generar indicadores que permitan analizar la magnitud y evolución de esta problemática. (Atkinson, 2003, p. 52)
Podría decirse que en su estructura metodológica hay pautas comunes con el cálculo de las nbi. Las dimensiones a seleccionar y operacionalizar dependerán de cuales satisfactores se consideren en el enfoque teórico adoptado (bienestar material, capacidades o derechos humanos) y esto condicionará las variables, indicadores y umbrales que definen a un hogar o a un individuo como pobre. Aquí se muestra lo que se viene sosteniendo al decir que el concepto de pobreza es un término relacional.
Crear indicadores complejos que intenten dar cuenta de la multidimensionalidad de la pobreza y permitan apreciar la diversidad de sus perfiles expone necesariamente a la integración y tratamiento de un número importante de variables a tener en cuenta. Así, aparecen otros procedimientos de construcción inherentes al propio proceso metodológico y luego estadístico que deben seguirse meticulosamente para garantizar la fiabilidad y pertinencia de lo que se intenta medir: nos referimos a los procedimientos de enfoques de unión, intersección y corte (cut-off) que definen la cantidad de dimensiones a considerar para la identificación y agregación de los hogares y los individuos multidimensionalmente pobres.
En función de las agregaciones a realizar es importante construir un esquema clasificatorio lo suficientemente consistente de estratos de hogares (o personas) que comparten como grupos poblacionales homogéneos los mismos perfiles en el espacio de privaciones y/o vulneración de derechos, ya sea como: no pobres, pobres multidimensionales, pobres crónicos, etc. u otras categorías.
Una decisión metodológica clave es establecer los pesos que van a tener las dimensiones o los indicadores en la ponderación total de la determinación de la pobreza. En tal sentido, es posible trabajar bajo diferentes supuestos: el primero de ellos es que todos los factores tienen la misma importancia; el segundo es, por el contrario, que algunos adquieren mayor peso relativo que otros según procedimientos estadísticos.
Luego, los indicadores a los que se arriba con la medición multidimensional son los mismos que permiten los métodos tradicionales, ya que es posible calcular otras medidas que amplían la mirada hacia nuevas informaciones sobre la pobreza según la fórmula algorítmica que se adopte (fgt, af, axiomas de Sen, etc.). En esta propuesta se consultó la provista por la literatura siguiendo la propuesta axiomática de Alkire y Foster y aportes de otros autores3, entre ellas: incidencia, tasa de recuento ajustada, brecha y brecha ajustada y severidad de la pobreza.
Si bien en este trabajo se coincide con los autores en considerar al enfoque multidimensional como superador de algunas de las limitaciones de los métodos lp, nbi, mip e ipmh, no podemos dejar de mencionar algunas importantes limitaciones del método mmd. Según Beccaria y Fernández (2020) las encuestas –principalmente las oficiales– no han sido diseñadas para captar ciertas informaciones (por ejemplo, en la eph/indec sobre salud, alimentación, calidad educativa, etc.) y en algunos casos es parcial o carece de suficiente validez para cubrir ciertos indicadores a incluir en la medida compuesta. A lo que se agrega que tampoco hay un consenso metodológico sobre qué dimensiones e indicadores incorporar en la medición, como tampoco es sencillo bajo el enfoque de las capacidades obtener información que incorpore capacidades y funcionamientos difíciles de mensurar en la práctica. El enfoque de derechos supone otro desafío pendiente en tratar de consensuar cuáles derechos deberían ser incorporados y monitoreados en una definición general de pobreza a medir.
Ante esta dificultad, en Alkire (2007) se recomienda trabajar en un proceso de dos etapas al que la autora denomina Ideal-Feasible, donde el metodólogo parte de las dimensiones que hubiese querido incorporar en su medición («lo ideal»), y luego explicita las dimensiones que están disponibles («lo posible») que le brindan las bases de datos accesibles, fundamentando que dichas informaciones son suficientemente abarcativas como para realizar el estudio. Según la autora, una guía orientadora resulta adoptar las dimensiones comunes que los principales estudios empíricos en materia de medición de la pobreza emplean a nivel internacional. Estas dimensiones que no pueden estar ausentes son: trabajo, educación, vivienda y salud.
2. Metodologías para medir pobreza en Argentina
2.1. Los métodos del sistema de estadísticas públicas
2.1.1. Método indirecto: la medición muestral de la pobreza
Corresponde al cálculo de la línea de pobreza (lp) que realiza el indec, cuyo procedimiento se explicita en el Documento Metodológico Nº 22 en indec (2016). Consiste en la medición muestral de la pobreza con datos de la Encuesta Permanente de Hogares (eph)4. El dato de pobreza se conoce como la estimación de la línea de pobreza urbana y se publica en porcentajes de hogares y personas. Se anexa el cálculo del valor de mercado de una canasta de bienes y servicios considerados elementales para que un hogar satisfaga sus necesidades de alimentación, vestimenta, vivienda, educación, salud, esparcimiento, transporte y comunicaciones, etc. que denominan canasta básica total (cbt). Luego, un hogar (y por agregación todos sus miembros) es considerado pobre si su ingreso –ponderado como la suma de los ingresos que reciben todos sus miembros– resulta inferior que dicha línea de pobreza.
La estimación del componente alimentario de la cbt computa primeramente el valor de una canasta básica de alimentos (cba), que es el valor de mercado del conjunto de alimentos que satisfacen las necesidades nutricionales, energéticas y proteicas tomando en cuenta los hábitos de consumo predominantes en la población a partir de la información relevada por indec mediante la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (engho). Luego, la cbt se calcula a partir del Coeficiente de Engel que se aplica a la cba. Al valor monetario de dicha canasta alimentaria el indec lo denomina línea de indigencia (li) y los hogares que no superan ese umbral son considerados «indigentes», pues no satisfacen adecuadamente su alimentación.
De esta manera, relacionan el bienestar de los hogares y las personas con la capacidad «indirecta» ex-ante de realizar consumos, pudiéndose determinar en un período de tiempo cómo se ubican los hogares y personas en relación con cada línea a nivel total nacional urbano, por regiones estadísticas y por aglomerado urbano.
Si bien las líneas de pobreza e indigencia se publican semestralmente, la frecuencia de los datos es distinta: la eph se publica cuatro veces por año (desde 2003) y las canastas son de publicación mensual.
2.1.2. Método directo: medición censal de la pobreza
Se realiza a través de la metodología de las necesidades básicas insatisfechas (NBI) que se elabora en base a los datos de los censos de población, hogares y viviendas que realiza el indec. El primer antecedente de cálculo de pobreza por nbi data de comienzos de los ochenta, cuando se publican los primeros resultados nacionales en el documento La pobreza en Argentina (indec, 1984), editado por el Instituto y la cepal. Fue un estudio metodológico de referencia que empleó datos del Censo Nacional de Población y Viviendas del año 1980. Este trabajo sentó las bases metodológicas para las aplicaciones posteriores y la mayoría de los países en América Latina replicó dicho esquema casi sin cambios. Recién a mediados de los noventa se produce un trabajo en Kaztman (1995) que redefine o actualiza el esquema original de la forma de definición de dimensiones, indicadores y umbrales para las nbi.
El método considera que un hogar es pobre si padece «directamente» ex–post al menos una carencia o privación en determinadas dimensiones del bienestar. Estas dimensiones tienen su correlato con necesidades «absolutas» ligadas a la subsistencia de los hogares y/o miembros.
Se calcula un índice de incidencia para identificar como pobre a un hogar –o a sus componentes– cuando no alcanza el umbral de satisfacción en al menos una necesidad básica o nbi (enfoque de unión). De acuerdo con la metodología censal adoptada por el indec para los censos 2001 y 2010, se consideraron hogares con nbi a aquellos que presentan al menos una de las siguientes características:
- Vivienda deficitaria: hogares que habitan en una vivienda de tipo inconveniente o de baja calidad en cuanto a sus materiales de construcción y los que no tienen vivienda.
- Hacinamiento: hogares con más de tres personas por cuarto.
- Condiciones sanitarias: hogares según disponibilidad y tipo de sistema de eliminación de excretas y disponibilidad de agua potable en la vivienda.
- Asistencia escolar: hogares que tienen algún niño en edad escolar que no asiste a la escuela.
- Capacidad de subsistencia: hogares que tienen cuatro o más personas por miembro ocupado y en los cuales el jefe del hogar tiene bajo nivel de educación. También hogares donde no hay ocupados y el jefe/a tiene bajo nivel de instrucción.
El método nbi ha sido frecuentemente cruzado con el método de ingresos, dando lugar al método integrado de medición de pobreza (Beccaria y Minujin, 1985; Kaztman, 1989) sobre el que se abundará a continuación.
2.1.3. Método integrado de medición de la pobreza (MIP)
Esta metodología aplicada por el indec se basa en el criterio de que la lp y nbi son enfoques complementarios que pueden integrarse en un solo abordaje que resulte más abarcador del fenómeno de la pobreza. Implica la combinación de información de censos y encuestas. El entrecruzamiento de informaciones produce cuatro grupos situacionales para los hogares según el nivel e intensidad de carencias que presentan.
Este modelo se cimentó en los aportes de Kaztman (1989) y las características de cada grupo se enuncian a continuación según lo retrabajado de Boltvinik (2003):
i) Hogares en situación de Pobreza Crónica: estos hogares, que constituyen el núcleo de la pobreza, no cuentan con un ingreso suficiente para un nivel mínimo de consumo, ni satisfacen sus necesidades más elementales. Se encuentran en una clara situación de exclusión social y generalmente poseen más de una necesidad insatisfecha. La incapacidad de este grupo para integrarse adecuadamente a la sociedad puede observarse empíricamente, ya que entre las carencias más frecuentes se encuentran la de inasistencia escolar e incapacidad económica.
ii) Hogares en situación de Pobreza Reciente: los hogares que satisfacen sus necesidades básicas pero que tienen un ingreso inferior a la línea de pobreza se consideran «pobres recientes» o «nuevos pobres» ya que, de acuerdo a la temporalidad relacionada con cada método de medición, estos serían hogares en un proceso de «movilidad descendente». Es plausible suponer que una reducción reciente de ingresos en estos hogares se traducirá en un menor consumo corriente, y no en un deterioro inmediato de los logros acumulados en el tiempo.
iii) Hogares con Carencias Inerciales: estos son hogares que cuentan con un ingreso suficiente para adquirir los bienes y servicios básicos, pero que no han logrado mejorar ciertas condiciones de su nivel de vida. Podría decirse también que estos son hogares que han arrastrado ciertas necesidades desde el pasado, las cuales se han establecido en el estilo de vida de las personas, ligados a una pobreza profunda y estructural.
iv) Hogares en condiciones de Integración Social: los hogares que disponen de un ingreso suficiente para lograr un nivel de vida adecuado y además satisfacen sus necesidades básicas, tienen la capacidad de integrarse plenamente a la sociedad. Por lo tanto, estos hogares, que no se consideran pobres bajo ninguno de los métodos utilizados, son los que expresan las condiciones de vida consideradas dignas para esa sociedad.
2.1.4. Método Combinado: Índice de Privación Material de Hogares (IPMH)
El mayor número de estudios de pobreza en Argentina aparecen asociados con las dos formas de medición mencionadas anteriormente: la que se vincula con la línea de pobreza (lp) que refleja situaciones coyunturales, y la que tiene en cuenta las necesidades básicas insatisfechas (nbi) que señalan condiciones estructurales de la pobreza. EL ipmh busca captar ambas situaciones.
El ipmh es una metodología de identificación y agregación de las diferentes situaciones de pobreza según el tipo e intensidad de las privaciones que afectan a los hogares. Ofrece una aproximación a la privación no sólo a través de la incidencia, sino que además «[…] se distinguen grados y situaciones diferenciales que reconocen el carácter estructural o coyuntural de las carencias». (indec, 2003, p. 6).
Para poder reconocer las condiciones de pobreza, tanto del componente estructural como del coyuntural, el indicador ipmh elaborado a partir de los datos censales, reconoce a los hogares según su situación respecto a la privación material considerando dos dimensiones: Recursos Corrientes y Recursos Patrimoniales. La incapacidad de los hogares para proveerse de uno u otro tipo de recursos es lo que distingue entre los hogares con privación o sin ella. El primer aspecto se vincula a la privación de recursos corrientes que puede variar considerablemente en el corto plazo y está ligada más directamente a las fluctuaciones de la economía. La privación patrimonial afecta a los hogares en forma más estable y dada su característica de persistencia en el tiempo se la considera de tipo estructural o crónica.
La combinación de estas dimensiones define cuatro grupos de hogares: aquellos que no tienen ningún tipo de privación y tres grupos diferenciados según el tipo de privación que presentan: sólo de recursos corrientes, sólo patrimonial y convergente.
2.2. Breve análisis evaluativo de las metodologías sostenidas actualmente por el sistema de estadísticas públicas
El método de la línea de pobreza por ingresos (lp) es el más difundido en Argentina y tiene una amplia tradición. Ofrece información de coyuntura y permite seguir una serie de tiempo, pues el ingreso monetario es una variable muy sensible a los procesos de la economía, que visibiliza los avances y los efectos de las crisis, permitiendo monitorear cambios en la pobreza en plazos cortos. Su medición se realiza en Argentina por el indec y con una calidad creciente de las encuestas continuas de hogares, en tanto se han hecho nuevos avances metodológicos sobre todo a partir de 2016 para mejorar la tasa de no respuesta y la fidelidad en la captación de los ingresos de los hogares. Se suman los aportes que han realizado académicos para superar algunas limitaciones que ha tenido esta medida en la Argentina y la falta de homogeneidad en la serie publicada. Zack, Schteingart y Favata (2020) trabajaron en corregir la calibración de la muestra, imputar ingresos para los casos de no respuesta por el método de hot-deck y, en los casos en los que la encuesta no se realizó, estimar los datos de ingresos a través de fuentes alternativas. Por su parte desde el cedlas en Tornarolli (2018) se ejercita una propuesta metodológica de reconstrucción de la serie 2003-2017 de indigencia y pobreza que fuera comparable con la metodología actual, con estimaciones para el período de intervención y más baja credibilidad del Instituto (entre 2007 y 2013), armonizando luego con la serie a partir de 2016 cuando vuelven a publicarse regularmente los datos de pobreza.
Sin embargo, la principal crítica al método tiene arraigo en la centralidad otorgada al ingreso monetario como condición necesaria y suficiente para medir el bienestar. No hay dudas que es una variable significativa pero que no refleja en su totalidad el fenómeno al considerarlo desde la mirada unidimensional. Por eso suele decirse que el enfoque es reduccionista (Bonfiglio, 2020; Feres, 2012; Gasparini et al., 2019) para explicar la complejidad y heterogeneidad de la pobreza.
Otro argumento en contra es que el método indirecto o del ingreso se basa en gastos o en ingresos potenciales y no reales, ya que el ingreso no siempre es utilizado para satisfacer necesidades «esenciales» de los individuos y puede ser gastado discrecionalmente en otros rubros por los miembros del hogar.
Para el caso argentino se da como limitación adicional que aún hoy al año 2023 las líneas de pobreza actuales se basan en canastas de consumo desactualizadas5 de la engho 2004/05 –según Informe Técnico Nº 194 en indec (2023)–, que no reflejan acabadamente los hábitos de consumo de la sociedad actual. A pesar de que la última engho tuvo lugar en 2017/18 y el indec anunció que estaba trabajando en su procesamiento a 2020, las modificaciones aún no han sido introducidas en la actualización de las canastas vigentes. Es muy probable que en casi una década la estructura de gastos de los hogares, el origen de los ingresos y su asignación a los distintos gastos haya variado, principalmente en rubros como alimentación, transporte y comunicaciones o vivienda.
El método de las necesidades básicas insatisfechas (nbi) es más completo que el de ingresos (lp), ya que abarca más facetas de la pobreza, y es más realista porque se basa en el monitoreo de condiciones de vida concretas. Además, como se dijo antes, posibilita captar la pobreza estructural o crónica y de larga duración, sincronía que resulta muy difícil desde estudios de panel en diseños de tipo encuesta.
No obstante, la principal limitación del indicador es la periodicidad con la que puede actualizarse, ya que depende de los censos de población que regularmente se realizan cada diez años. Aunque la eph está especialmente diseñada para hacer un seguimiento de los indicadores utilizados en las nbi y pueden encontrarse trabajos académicos con ejercicios que hacen estimaciones muestrales de los nbi en períodos cortos.
Sin embargo, el método de las nbi tiene un basamento en la concepción multidimensional y por ello puede considerarse como un precursor del enfoque. Cuanto más indicadores de necesidad se incorporan, mayor es la incidencia de la pobreza ya que se basa en el criterio de la «unión»: se es pobre cuando no se alcanza el umbral de al menos una privación. Puede hacerse agregación con el enfoque de la «intersección» pero la pobreza se reduce demasiado, ya que en general no todos los hogares o individuos padecen el total de las privaciones simultáneamente. Relacionado con esto, otra limitación señalada en el trabajo de Alkire y Foster (2011) es que el método de las nbi no refleja la intensidad de la pobreza ya que considera igualmente pobre al que no satisface una privación respecto del que no satisface n privaciones entendido como una «red de privaciones»6. Por último, los técnicos acuerdan que el método de conteo de privaciones tiende a sobrestimar los indicadores relacionados con las características de la vivienda como lo señalan los trabajos de Boltvinik (1990) o Feres y Mancero (2001).
En la actualidad, los umbrales de privación de los indicadores nbi fueron quedando obsoletos, restándole relevancia al método, algo señalado en Battiston et al (2009) y habrá que esperar si indec considera actualizaciones para el recálculo con datos del censo 2022.
El método integrado (mip) reconoce que la pobreza es un fenómeno heterogéneo y multidimensional y cuya aproximación por sólo un método de medición estaría arrojando una visión parcial de ésta. No obstante, el método mip comparte también la desventaja de acarrear las debilidades propias de las metodologías que lo componen (Minujin, 1992).
Los métodos nbi y lp actúan de manera complementaria con relación al tipo de necesidades que cada uno de ellos identifica. De acuerdo con Boltvinik (1990), dado que el método LP se basa en el consumo o ingreso corriente, no toma en cuenta los servicios públicos provistos gratuitamente ni las necesidades cuya satisfacción requiere de gasto en inversión y no de gasto corriente, como ocurre con la vivienda o la educación. En cambio, el método nbi toma en cuenta justamente estos aspectos, pero no aquellos relacionados con el consumo privado de bienes y servicios. Boltvinik sugiere además que la satisfacción de las necesidades requiere de distintos tipos de políticas según el método utilizado, ya que «mientras el primer enfoque (lp) lleva a la definición de lo que suele llamarse políticas económicas, el segundo (nbi) lleva a la definición de políticas sociales» (Boltvinik, 1990, p. 89).
No obstante, se reconoce en este método un aporte significativo para identificar distintos estratos o matriz de clasificación de los hogares según categorías de pobres.
El índice de privación material de los hogares (IPMH) es superador de algunas limitaciones del método NBI para dar cuenta de la creciente heterogeneidad que el fenómeno de la pobreza ha ido adquiriendo. Esto es porque plantea la identificación de hogares pobres a través del reconocimiento de la diferente naturaleza de las privaciones que presentan los hogares. En este sentido, uno de los logros de este indicador respecto del de nbi es que supera la mera dicotomía entre pobres y no pobres, ofreciendo un sistema de categorías que permite distinguir entre la pobreza debida a la insuficiencia de recursos corrientes –más ligada a las fluctuaciones del ciclo económico– y la pobreza patrimonial o estructural de larga data.
Si bien se sostiene desde este trabajo que es un índice integrado que aporta información valiosa para describir la pobreza, su aplicación no se ha difundido a nivel de otros países de la región y como se dijo, por lo general (aunque no siempre) está sujeto a la disponibilidad de datos censales que no es una cuestión menor.
3. Antecedentes recientes de medición multidimensional de pobreza en Argentina
Cuando se hizo esta propuesta de un método de medición MMD desde la carrera de Maestría en Metodología de la Investigación de la Facultad de Ciencias Económicas de la uner (en 2013), los trabajos que sirvieron de guía fueron los elaborados por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (coneval) de México –en especial el trabajo de Cortés (2010)–, las publicaciones del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (odsa/uca) y documentos técnicos sobre el tema, en especial el de Conconi y Ham (2008) y papers publicados por el ophi7. En la última década y hasta la actualidad se sumaron numerosos trabajos que realizaron distintos aportes metodológicos y empíricos de los cuales se citan algunos de modo no exhaustivo:
En cepal (2013) se presenta una primera propuesta de un índice de pobreza multidimensional regional en el trabajo Panorama Social de América Latina con carácter esencialmente exploratorio, que al año siguiente fue actualizado en cepal (2014) –también contenido en Santos et al. (2015; 2018)– que estima pobreza multidimensional para 17 países de América Latina, incluyendo Argentina. Se considera pobres a aquellas personas con carencias en al menos dos de los indicadores de los ocho considerados. La agregación de los resultados en un índice sintético se basa en la metodología propuesta por Alkire y Foster (2008).
Paz (2014; 2019) y Arévalo y Paz (2015) realizan estimaciones de un índice de pobreza mmd para la década 2005-2015, y comparan el desempeño de las regiones de Argentina. La fuente de datos que utilizan es la eph de 31 aglomerados urbanos y la Encuesta Anual de Hogares Urbanos (eahu) de indec que releva información de áreas urbanas de 2000 habitantes y más. Operacionalizan su definición de pobreza multidimensional en cuatro dimensiones y 23 indicadores. Para la solución algorítmica aplicaron la metodología multidimensional propuesta por Alkire y Foster (2008 y 2011).
unicef elabora desde 2015 el cálculo de un índice de pobreza multidimensional infantil. Como se explicita en la publicación de unicef-Argentina (2018), este estudio se inscribe metodológicamente en la línea trazada desde la Universidad de Bristol por David Gordon. Se consideran como satisfactores a alcanzar para no caer en pobreza multidimensional lo establecido en la Convención sobre los Derechos del Niño.
Desde la Facultad Teresa de Ávila de la Universidad Católica Argentina (uca) se presenta por primera vez el informe de investigación de Sione, Menghi y Montaño (2017) con el cálculo de pobreza multidimensional para la ciudad de Paraná (Entre Ríos), con la serie de microdatos 2010-2015 de la Encuesta de la Deuda Social Argentina (edsa) que releva el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la uca (odsa) dirigido por el Dr. Agustín Salvia.
En Santos y Etcheverry (2019) se hace un cálculo de pobreza multidimensional en Bahía Blanca con datos de la eph en la serie de tiempo 2004-2017 empleando el Índice de Pobreza Multidimensional para América Latina (ipm-la) diseñado por la propia autora siguiendo la estructura de una de las medidas propuestas por Alkire y Foster (2011), la medida M0 o ratio de recuento ajustado, y amplía la evaluación a cinco dimensiones a evaluar: vivienda, servicios básicos, estándar de vida, educación, y empleo y protección social.
Ignacio-González y Santos (2020) realizan una aplicación del índice de pobreza multidimensional (ipm) basado en el método original de Alkire-Foster (af) de 2011 para analizar las disparidades territoriales desde el punto de vista de la pobreza entre el Norte Grande Argentino (nga), históricamente más rezagado, y las restantes regiones del país en el periodo 2003-2016, a partir de datos de la eph/indec.
En el trabajo publicado por la Universidad Nacional de San Martín de Feres, Favata y Martínez (2021), también basados en la metodología af, calculan el IPM operacionalizando un mayor número de dimensiones e indicadores que la propuesta de partida. Las estimaciones fueron a nivel nacional y por regiones de la Argentina empleando los microdatos de la EPH/INDEC entre los años 2004-2019.
La Dirección General de Estadística y Censos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires publica en dgec-caba (2021) su cálculo de pobreza multidimensional con datos relevados a 2019. La medición se realiza con datos propios de la Encuesta Anual de Hogares (eah). El punto de partida conceptual de la medida es el de «pobreza relativa» de Peter Townsend, definida como «la ausencia o insuficiencia de las dietas, comodidades, estándares, servicios y actividades que son comunes o habituales en una sociedad» (Townsend, 1979, p. 915). En este trabajo sobre caba, incorporan el método consensual8 de Mack y Lansley (1985, citado por dgec-caba, 2021).
El siempro (Sistema de Información, Evaluación y Monitoreo de Políticas Sociales) presenta por primera vez en siempro (2021) su índice de pobreza multidimensional (ipm) con datos del primer semestre de 2020 de la Encuesta Permanente de Hogares que releva el indec. Emplean una metodología integrada que mide pobreza mmd con enfoque de derechos, operacionalizados en cinco dimensiones y 12 indicadores puntuales. Toman aportes del método de la cepal y realizan estimaciones a nivel general por hogares y personas, focalizando la pobreza en aquellos hogares donde hay niños, niñas y adolescentes (nnya) de hasta 17 años.
Beccaria, Fernández y Nájera (2023) aportan a la medición multidimensional antes mencionada para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que los resultados muestran un notable nivel de consenso sobre las necesidades de vida en el siglo xxi, subrayando la importancia de generar indicadores de privación más adecuados y argumentan que los indicadores de necesidades básicas insatisfechas ya no son adecuados para medir la pobreza en países como Argentina.
En el artículo de Macció y Mitchell (2023) se construye un índice de pobreza multidimensional para Buenos Aires, evaluando las brechas entre vecindarios formales e informales, comparando los resultados con estimaciones de pobreza por ingreso, y analizando la composición de la pobreza y las disparidades entre grupos demográficos. Se basan también en la solución algorítmica original de af de 2011 y toman como fuente de datos una medición puntual al cuarto trimestre de 2019 de la Encuesta Anual de Hogares de la Ciudad de Buenos Aires relevada por la dgec-caba.
4. Propuesta metodológica de medición multidimensional de la pobreza
En esta sección se va a presentar la propuesta metodológica que combina el método tradicional de cálculo de pobreza por ingresos (lp), con la perspectiva multidimensional (mmd).
La definición de pobreza multidimensional con la que se trabajó bajo el enfoque de capacidades y derechos es de autoría propia y la operacionalización de las dimensiones e indicadores de satisfacción fue realizada y actualizada de manera ad hoc acorde a la disponibilidad de datos que habilitaba procesar como fuente secundaria la Encuesta Permanente de Hogares (eph) del indec.
4.1. Operacionalización del concepto de pobreza MMD a utilizar
La definición operativa para mensurar pobreza multidimensional fue la siguiente:
Un hogar y sus miembros se encuentran en situación de pobreza multidimensional si sus ingresos son insuficientes para adquirir los bienes y servicios básicos para satisfacer sus necesidades y a su vez tienen privación de otros recursos materiales o funcionamientos, espacios garantidos en el marco de derechos humanos. (Sione, 2013, p. 63)
Se procedió a operacionalizar esta definición mediante un modelo de dimensiones e indicadores relevantes que permiten en esta instancia aportar a la resolución del problema de la identificación, es decir, reconocer quienes son o no pobres desde la perspectiva multidimensional. Los indicadores seleccionados debían dar cuenta, de acuerdo a nuestro enfoque teórico, de los niveles mínimos o umbrales según los cuales las personas que integran un hogar disponen o no de recursos y capacidades que los inscriban en un marco de libertades y oportunidades efectivas de titularidad de derechos.
El modelo propone evaluar la línea de pobreza por ingreso (lp) combinado con 26 indicadores agrupados en ocho dimensiones para identificar quienes son o no pobres multidimensionales en función de cómo se ubican respecto a los umbrales de satisfacción mínimos establecidos.
En términos de la teoría de Sen, las cuatro primeras dimensiones corresponden a recursos de bienestar material y las cuatro restantes a funcionamientos que habilitan capacidades de los hogares y sus miembros.
Para que la delimitación no fuera un proceso arbitrario se siguió un tratamiento data-driven («dejar que los datos hablen por sí mismos») similar a lo trabajado por Conconi y Ham (2008), a partir de un análisis estadístico de significancia y correlaciones que hizo emerger los valores de los indicadores más relevantes de la eph desde la variable teórica latente de pobreza, agrupados en constructos más abstractos (dimensiones) empleando el procedimiento de reducción de dimensiones por Análisis Factorial Exploratorio (afe) en un trabajo previo que abarcó la serie de tiempo 2003-2015 de la eph/indec. Como requisito para evaluar la validez del análisis factorial y la adecuación de las matrices de correlaciones, se utilizó el índice de adecuación de la muestra de Káiser-Meyer-Olkin (kmo) y el Índice de Esfericidad de Bartlett9 indicando la presencia de correlaciones significativas entre los 26 indicadores simples introducidos al modelo (componentes) y que la mutidimensionalidad era adecuada, así como la pertinencia de llevar a cabo el análisis factorial de agrupamiento en las dimensiones.
La capacidad explicativa del modelo se había estimado por el modelo de regresión logística Logit, y los estadísticos de confiabilidad: R cuadrado de Cox y Snell, R cuadrado de Nagelkerke y la prueba de bondad de ajuste de Hosmer Lemeshow (prueba hl)10.
En el Cuadro 1 se describe en detalle el modelo, definiendo los umbrales de satisfacción mínimos que deberían estar garantizados, entendiendo a la pobreza como la falta de titularidad de derechos en un marco de garantías promovido desde la declaración universal de derechos humanos, las recomendaciones de organismos multilaterales, la constitución nacional y las leyes específicas de nuestro país.
Como se mencionó antes, la decisión de que dimensiones e indicadores incorporar a la medición no es trivial y ante el escenario de lo «ideal» vs lo «posible» que plantea Alkire (2007), en el proceso se analizaron las posibilidades de información que habilitaba la fuente de datos de la eph en un esquema amplio de indicadores de bienestar y titularidad de derechos revisando umbrales en leyes, indicadores actualizados del indec, propuestas de contemporización de los nbi desde el indec y explorando indicadores ods 2030 vinculados a las metas de pobreza.
Se reflexiona que las dimensiones y sus indicadores son propositivos –podrían incorporarse otras/otros según la disponibilidad de información– o contemplarse más derechos como por ejemplo el acceso a la información y las tic, la salud mental o a la igualdad de género, entre otros. Más aún cuando en las encuestas de hogares suelen predominar los indicadores de acceso a bienes y servicios por sobre los indicadores de funcionamientos.
Finalmente una cuestión no menor a la hora de evaluar las privaciones es la importancia que tendrá cada dimensión e indicador en las medidas de pobreza mmd. La modalidad empleada en este trabajo fue la ponderación unaria anidada por la cual se le asignaron normativamente pesos iguales a cada dimensión y proporcionales a cada indicador dentro de las dimensiones.
4.2. Estratificación según pobreza por ingreso y pobreza MMD
Se parte de la definición de pobreza multidimensional que se formalizó anteriormente en el punto 4.1. y se construye el esquema de agregación de privaciones los hogar e individuos, permitiendo ver el grado de privaciones conjuntas o simultáneas mediante un esquema de matrices por estratos y sub-estratos según privaciones monetarias y de derechos que en esta propuesta tienen su basamento en la metodología LP de INDEC, la metodología de medición oficial diseñada por CONEVAL en Cortés (2010) y las lógicas propuestas antes por Kaztman (1989) y Boltvinik (2003) para la construcción de estratos exhaustivos y excluyentes entre sí, de modo que cada hogar fuera clasificado unívocamente según su desempeño.
Así se realiza un procedimiento de estratificación evaluando la cantidad de dimensiones en privación que padecen los hogares (y personas) y el tipo de privaciones (recursos o funcionamientos), factores que se conjugan para hacer una agregación en diferentes estratos de clasificación, conformando una matriz de categorías según sean o no pobres por ingresos económicos, pero a su vez evaluando por la falta de titularidad de derechos elementales o privaciones en diferentes dimensiones del bienestar relacionadas con recursos y funcionamientos para llevar una vida digna de la teoría de sen.
En clave metodológica, la estratificación de hogares y personas responde a la combinación de: i) el método de la línea de pobreza (LP) por la cual los hogares se encuentran por encima o por debajo de la misma, y; ii) un espacio multidimensional para evaluar las privaciones de recursos y funcionamientos (en definitiva derechos).
La matriz de clasificación se configura en tres grupos o estratos primarios: I) los hogares y personas no pobres; II) los hogares y personas con privaciones no monetarias, y III) los hogares y personas pobres multidimensionales, como se grafica en la Tabla 2.
En el trabajo empírico, a los estratos se los construyó como exhaustivos y excluyentes entre sí, de modo que cada hogar fuera clasificado unívocamente. Además, si al menos uno de los integrantes del hogar padece una privación en algún indicador18, automáticamente todo el hogar se considera en déficit en la dimensión del indicador. Por ejemplo, si en un hogar el/la jefe/a tiene indicadores de empleo precario e inestable, todos los miembros de dicho hogar se clasifican como pobres o vulnerables en la dimensión trabajo.
Al interior de los estratos ii y iii se desagregan sub-estratos de acuerdo al tipo e intensidad de las privaciones, lo que nos permitirá profundizar en el análisis de las características heterogéneas de la pobreza que puedan dar cuenta de situaciones de vulnerabilidad, pobreza multidimensional o pobreza crónica. La matriz resultante (Tabla 3) queda de la siguiente manera:
Estratos y sub-estratos
I. No pobres: son los que superan la línea de pobreza por ingreso y no presentan carencias de recursos ni de funcionamientos.
II. Con privaciones no monetarias: no son pobres por ingreso, pero tienen carencias de acceso a recursos y funcionamientos. Se descompone en:
II.1. Con privaciones de recursos (vivienda, habitabilidad y accesos a servicios públicos, ambiente y subsistencia).
II.2. Con privaciones de funcionamientos (trabajo, salud, educación y déficits o limitaciones en las actividades - discapacidad).
II.3. Con privaciones convergentes (de recursos y funcionamientos)
III. Pobres multidimensionales: se encuentran bajo la Línea de Pobreza por ingreso y además tienen carencias de recursos y funcionamientos. Se descompone en:
III.1. Pobres por ingreso y otros recursos.
III.2. Pobres por ingreso y funcionamientos.
III.3. Pobres por privaciones convergentes (ingreso, recursos y funcionamientos).
En el estrato III.3 este estudio propone como decisión metodológica para reflejar más fielmente el concepto de pobreza crónica un criterio de corte dual con k=2 dimensiones inspirado en el corte de Alkire y Foster (2008) atrapando aquí los hogares (y sus miembros) con al menos dos privaciones de las cuales una es de recursos y la otra de funcionamientos. En este sub-estrato de pobres multidimensionales con privaciones convergentes, no solo se carece de los ingresos para alcanzar la línea de pobreza, sino que además los hogares tienen privaciones de recursos y funcionamientos esenciales, que a medida que se profundizan se los equipara con la categoría de pobreza crónica o estructural caracterizada en el apartado conceptual de este trabajo.
4.3. Medidas de la pobreza MMD
La solución algorítmica para trabajar en este estudio fue la familia de medidas Mα propuesta en los trabajos de Alkire y Foster pero introduciendo adaptaciones propias20 que pueden consultarse en el trabajo completo de Sione (2013). Las medidas fueron las siguientes:
- Tasa de incidencia simple (H): es el cociente entre el número de hogares o personas que padece privaciones en por lo menos k dimensiones, y la población total o universo de hogares o personas.
- Intensidad de la pobreza (A): es el promedio de la proporción de las privaciones que padecen los hogares o personas pobres.
- Tasa de incidencia ajustada (M0): es el producto entre H y A. Sopesa simultáneamente la cantidad de hogares pobres o personas con el número de sus privaciones.
- Índice de brecha de pobreza multidimensional (G): indica la distancia respecto del umbral al que necesitan llegar con sus logros para dejar de ser pobres multidimensionalmente.
- Índice de profundidad o brecha ajustada de la pobreza (M1): es la suma ponderada de las brechas entre los pobres respecto de los umbrales requeridos para no ser pobres, dividido por el producto entre la población total de hogares o personas y el número de dimensiones en privación.
- Índice de severidad de la pobreza (S): es el promedio de las brechas normalizadas elevadas al cuadrado, sobre el total de las dimensiones en la cuales los hogares o las personas pobres sufren privaciones.
- Índice de severidad ajustada de la pobreza (M2): es el producto entre H, A y S. El indicador de severidad asigna un mayor peso a la profundidad de la pobreza de los más pobres.
Para superar el obstáculo de las escalas de medición cardinales, desde este trabajo se propuso una transformación matemática que permitiera la cardinalización de los indicadores y dimensiones para continuar luego con la aplicación del resto de las medidas de la pobreza multidimensional a partir de M0. Se diseñó una medida intermedia B que se le dio como nombre brecha normalizada de las privaciones en cada dimensión21 que se calculó como la distancia normalizada (es decir, un valor entre 0 y 1) que expresara la proporción de indicadores que no son superados por el hogar en la dimensión Di, y que por tal motivo, el hogar es pobre. Por ejemplo, en la dimensión Vivienda compuesta por cinco indicadores simples (ver Cuadro 1 antes), si el hogar no superaba dos de los indicadores constitutivos, el hogar se encontraba a una distancia normalizada de 2/5=0,40 en términos de brecha o distancia al umbral para no caer en pobreza por la dimensión Vivienda. Luego, la suma resultante de todas las distancias B’ hacia el interior de las dimensiones se determinó como un número de escala razón o proporción B entre 0 y 8, donde 0 expresa que el hogar no es pobre en ninguna dimensión e indicador; y 8 expresa la privación absoluta o distancia máxima respecto al conjunto de umbrales requeridos para no ser pobre en el conjunto de las dimensiones.
De esta manera se obtuvo una nueva matriz para registrar la información de las brechas del universo de hogares con valores en escala cardinal, necesaria para continuar con el cálculo del resto de la familia de indicadores AF.
5. Algunos resultados de la medición puntual
En este punto se presentan algunos resultados parciales de la aplicación empírica de la metodología diseñada, en una medición puntual de corte transversal con los últimos microdatos disponibles de la Encuesta Permanente de Hogares (eph/indec) del segundo semestre del año 2021.
En este recorte de un ejercicio práctico mucho más amplio realizado en la investigación original, solamente se calcula para los Estratos i y ii de los que no son pobres mmd la tasa de incidencia simple H para conocer la participación relativa de cada uno en el total. Para el Estrato iii se calcula además de H, las medidas multidimensionales A, M0, G, M1, S y M2 para avanzar en una caracterización más profunda de quienes se encuentran en situación crítica y sobre los que nos interesa focalizar, de manera de explorar las potencialidades de esta metodología.
En la Tabla 4 se muestra la medida más simple pero de gran importancia si lo que se busca es monitorear una serie temporal: la tasa de recuento H que expresa la incidencia de cada uno de los estratos definidos en la metodología al evaluar el logro o no de los umbrales de ingreso y titularidad de derechos simultáneamente. Luego se presenta en el Cuadro 2 la información desagregada informando h por sub-estratos.
Las medidas específicas de pobreza mmd para el Estrato iii según la cantidad de dimensiones en privación se presentan en el Cuadro 3 a continuación:
A partir de las medidas procesadas en los cuadros previos puede apreciarse al segundo semestre de 2021 lo siguiente: la incidencia de los no pobres del Estrato I representa más de un tercio de los hogares del país (34,65 %). Éstos disponen de un ingreso suficiente para lograr un nivel de vida adecuado y además satisfacen sus necesidades básicas y no tienen limitados sus funcionamientos, con capacidad de integrarse plenamente a la sociedad en condiciones de vida dignas.
En el Estrato II se ubican casi 4 de cada 10 hogares (37,45 %) que no posee privaciones de ingreso corriente pero están en una situación de inestabilidad dado que habiendo superado la línea de pobreza por ingreso (quizás coyunturalmente lo han logrado), tienen o mantienen privaciones de otro tipo (en credenciales educativas, cobertura de salud, vivienda o habitabilidad desfavorable) que continúan marcando sus realidades; restricciones de recursos materiales o déficits en sus funcionamientos que no les permite alcanzar un estado consolidado de bienestar y plena titularidad de derechos sustentable en el largo plazo. No obstante esta situación que puede ser coyuntural, cuentan con un ingreso que les permite alimentarse y acceder a los bienes y servicios que marca la canasta básica total de la metodología de la LP, aunque quedan atrapados en una situación de riesgo según la metodología multidimensional.
La situación resulta más endeble en los hogares que tienen privaciones convergentes (Estrato II.3) donde un 17,60 % está sujeto a los vaivenes de la economía, ya que en esta movilidad ascendente o descendente que puede darse, siempre se presentan riesgos y fácilmente se puede pasar a una situación de pobreza si no logran una cierta capacidad y autonomía como para sostener sus condiciones de vida.
De acuerdo a la incidencia de los hogares pobres mmd del Estrato iii tenemos que algo más de 1 de cada 4 hogares (27,90 %) –que representa el 37,27 % de la población urbana argentina– se encuentra bajo nuestra definición de pobreza multidimensional: no logran superar la pobreza por ingreso y a su vez tienen privaciones de derechos que inhabilitan funcionamientos y capacidades básicas. Se encuentran en esta situación de carencia según el Cuadro 3 alrededor de 2,6 millones de hogares y 10,8 millones de personas. Tienen prácticamente la mitad de las dimensiones (4,2 en promedio) por debajo de los umbrales mínimos requeridos y las medidas e índices MMD permiten observar que: de acuerdo a la intensidad de la pobreza, los hogares tienen en proporción más de la mitad de las dimensiones debajo de los umbrales de satisfacción evaluados (A=0,53), y la intensidad aumenta a medida que van padeciendo mayores privaciones. Esta medida es muy informativa porque en una serie de tiempo a veces puede aumentar la incidencia de la pobreza pero disminuir su intensidad en un contexto económico favorable, o en el peor escenario aumentar ambos indicadores. En un contexto de bajo crecimiento económico, rebrote inflacionario y pandemia conjeturamos que ocurrió el segundo escenario.
Según la incidencia ajustada, el índice en esta medición puntual dio M0=0,15. Es un índice muy relevante en mediciones en una serie de tiempo para evaluar su evolución ya que sopesa simultáneamente la incidencia de la pobreza con la intensidad de las privaciones.
La brecha de pobreza indica que estos hogares apenas alcanzaron el 51 % de las metas en el conjunto de dimensiones e indicadores puestos en evaluación, quedando pendientes un 49 % de las metas sin alcanzar (G=0,49).
La profundidad de la pobreza como índice refleja una combinación de las tres medidas anteriores y también es útil seguirla en una evolución en el tiempo. En esta medición puntual dio M1= 0,07.
La severidad de la pobreza muestra como índice un valor alto (S=0,35) comparado con mediciones realizadas para el período 2003-2012, lo que deja al descubierto que a medida que aumentan las privaciones esto impacta en el indicador y refleja que cuanto más pobres son los hogares, más aumenta el índice, es decir es más severa la pobreza.
La severidad ajustada da valores muy bajos en la medición (M2≤0,05) también comparando con las mediciones disponibles de la serie 2003-2012, lo que indica que las asimetrías entre los hogares pobres se reducen y concentran cada vez más en un grupo de privaciones comunes que no alcanzan a satisfacer, ligadas a la recurrencia de los mismos factores determinantes de la pobreza.
Como se diseñó la metodología, el Estrato III de pobres MMD no es homogéneo pues lleva a distinguir diferentes sub-estratos que refieren a diferentes grados de privación en los hogares y personas. A continuación, algunas precisiones sobre estos:
Los pobres por ingreso y una dimensión adicional de recursos o funcionamientos (sub-estratos III.1 y III.2) sumados tienen una representación relativa bastante baja de hogares (8,20 %). Pero al interior de la estructura denotan situaciones diferenciales: los pobres por ingresos y otros recursos reflejan privaciones materiales y precariedad aunque no tienen afectados sus funcionamientos (trabajo, salud, educación) lo que los posiciona con más capacidades para lograr en el futuro mejorar sus condiciones de vida. En el otro sentido, los pobres por ingresos y comprometidos sus funcionamientos, aunque tengan recursos materiales básicos difícilmente puedan salir por si solos de las trampas de la pobreza por falta de capacidades.
Se avanzó en mayores precisiones sobre las características de los hogares y personas del sub-estrato III.3 con privaciones convergentes a partir de la información que proporcionan las medidas multidimensionales de los Cuadros 4 y 5.
6. Limitaciones del presente trabajo
En este recorte de un trabajo más amplio, la mayor debilidad de los resultados mostrados es que responden a una coyuntura muy puntual lo que limita la generalización de las conclusiones. Se desaprovecha así otra ventaja del método que es la posibilidad de mirar el peso de cada dimensión en las causas de la pobreza total de modo longitudinal. Por ello se invita al lector a consultar el estudio completo que abarcó la serie de tiempo 2003-2012 con los cálculos de la pobreza mmd urbana en Argentina procesando la eph/indec.
También en el uso de ponderaciones unarias para fijar normativamente el peso de las dimensiones e indicadores en el constructo global de pobreza. Se aplicó esta solución por ser más apta para una medición puntual por lo que también se recomienda la consulta del trabajo completo donde se utiliza el esquema de ponderaciones relativas obtenidas por procedimientos estadísticos.
Otra limitación es la señalada en Beccaria y Fernández (2020) y Beccaria, Fernández y Nájera (2023) con el uso de la fuente de datos empleada cuando su diseño original no fue pensado con este propósito. Esto implicó que la EPH/INDEC no habilitara a operacionalizar indicadores más potentes que por ejemplo se pudieron incorporar en la aplicación de esta misma metodología en Sione et al. (2017) con datos de la Encuesta de la Deuda Social Argentina de la uca para la ciudad de Paraná (Entre Ríos) provistos por el odsa con el asesoramiento del Dr. Agustín Salvia.
A su vez el trabajo puedo haberse ampliado con el cálculo de las medidas multidimensionales por región estadística, aglomerado urbano, grupos etarios y sexo u otros grupos poblacionales porque la metodología y la fuente de datos lo permiten.
En futuras versiones se espera poder profundizar en análisis de robustez de los ejercicios realizados para mostrar si las estimaciones resultan sensibles a cambios en los umbrales, ponderaciones o umbrales de identificación de los hogares y personas en situación de pobreza MMD.
Como limitación del presente estudio y propuesta metodológica se señala la omisión deliberada de dimensiones –en campos que a priori parecerían inconmensurables– relacionadas con percepciones subjetivas del bienestar y otras en la órbita de los derechos humanos que no pueden ser abarcadas en su totalidad. Se adhiere a que la pobreza también se manifiesta en la forma de carencias en otros ámbitos no materiales que trascienden los observables como falta de cohesión social, discriminación, exclusión, inseguridad, falta de empoderamiento, autonomía y agencia, bienestar psicológico y falta de participación política. Estas serían dimensiones faltantes pero no apartadas de un estudio de pobreza, sobre las cuales se requieren mayores consensos respecto de cuáles deberían ser incluidas, cuáles serían los instrumentos adecuados para captar esas informaciones y si deberían o no someterse a una métrica. Estas son preguntas que quedan abiertas y que requieren estudios complementarios.
7. A modo de cierre parcial
En este recorte del trabajo original se hizo una sintética revisión crítica y actualizada de lo que se está implementando hoy oficialmente en materia de medición de pobreza en Argentina, tensionando teórica y empíricamente con el enfoque más reciente de medición multidimensional que se propone desde la literatura como alternativa superadora al método oficial de la línea de pobreza por ingresos (lp).
El indec no tiene previsto un giro metodológico y enfatiza seguir trabajando con los enfoques tradicionales de la LP para continuar la serie de pobreza e indigencia medida por ingresos a partir de los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (eph) que se publican semestralmente; y dar continuidad a los métodos nbi e ipmh con datos censales. No obstante se insiste desde este trabajo que se pueden explorar nuevas metodologías como la que aquí se propone, incluso para utilizarse con datos del Censo 2022.
La pobreza expresa una insatisfacción de necesidades en múltiples facetas de la vida, una debilidad en el desarrollo de capacidades elementales de los individuos para superar la situación desfavorable y una vulneración de derechos sociales y económicos que hacen a la ciudadanía. El método multidimensional aplicado bajo la perspectiva de capacidades y ddhh es sin duda una mirada que extiende el concepto de pobreza a un plano más amplio que va más allá de observar los ingresos y se proyecta al goce de derechos humanos universales.
Se apostó entonces a resignificar la categoría «pobreza» desde una mirada que invita a deconstruirla tensionando con las formas tradicionales de concebirla y dimensionarla. Por eso en este trabajo se hizo como aporte una propuesta metodológica que tomara la potencialidad de la perspectiva multidimensional, integrándola (y no reemplazándola) a la oficial Línea de Pobreza por ingresos, ya que ésta se encuentra muy arraigada en el sistema estadístico nacional y a su vez está muy instalada en la sociedad argentina.
La propuesta metodológica realizada no sólo permitiría seguir calculando pobreza por ingresos sino que además habilitaría a examinar al interior de los hogares pobres otros indicadores que permitan dar mejor cuenta de ella. Así, este estudio que es exploratorio en un punto, no se queda en la mera cuantificación de un indicador general sino que también ensaya una cierta tipología de estratos o perfiles de la pobreza que pretende ir más allá de la mera visibilización, para adentrarse en las características de los hogares más pobres donde convergen múltiples privaciones.
Aquí se propuso una serie de dimensiones e indicadores tentativos, con umbrales remitidos a derechos elementales a satisfacer para superar el estado de pobreza. Sin embargo estos satisfactores se pueden cambiar, excluir algunos, incluir otros, actualizar sus umbrales de satisfacción de acuerdo con las metas u objetivos de desarrollo sostenible que propone lograr el país en los próximos años, consensuando los indicadores en los que se quiere hacer énfasis desde el Estado para planificar políticas de desarrollo social.
Entre los principales aportes metodológicos y empíricos de este trabajo se resumen los siguientes:
• una definición de pobreza multidimensional con matices diferenciales de lo propuesto en la literatura consultada.
• una operacionalización diferente de dicha definición, bien categorizada en dimensiones de recursos y funcionamientos en la teoría de Sen que no es siempre explícita en otros trabajos.
• aumento del número de dimensiones e indicadores, con el objetivo de describir mejor las distintas situaciones de pobreza.
• un esquema de estratificación de hogares y personas que se basa en múltiples antecedentes pero con un cut-of diferente y que en el ejercicio empírico enfatiza en visibilizar principalmente en la pobreza crónica, estructural o «núcleo duro».
• combinar indicadores de pobreza no monetaria con indicadores de pobreza monetaria adhiriendo a lo propuesto por otros investigadores de explotar las virtudes de cada método (directo e indirecto), pero sin dejar de calcular la tradicional LP.
• una propuesta algorítmica para superar el obstáculo de la cardinalidad de las variables y avanzar en el cálculo de las medidas Mα del método af.
De la prueba empírica con datos actualizados al segundo semestre de 2021 de la eph-indec surge que alrededor del 60 % de los argentinos (en el ámbito urbano) supera la condición de pobreza mmd, pero casi un 40 % está en situación de pobreza bajo nuestra definición, dentro de los cuales más de un 25 % (1 de cada 4 personas) tienen privaciones convergentes de ingresos, recursos y derechos no alcanzados para los cuales se profundiza la intensidad de la pobreza (A=0,56), la brecha a los umbrales mínimos para dejar de ser pobres (G=0,49) se ensancha y la severidad es elevada (S=0,35) en la forma en que viven y padecen la pobreza, mostrando la fragilidad de este grupo en el que la desigualdad de oportunidades persiste. Esto se traduce en que 1 de cada 4 argentinos podría estar bajo los términos de pobreza multidimensional convergente caracterizada por cierta insensibilidad a los beneficios del crecimiento económico y a las políticas públicas inclusivas, ya que tienen más de la mitad de los umbrales de derechos garantizables en déficit. Esa pobreza mensurada que es equiparable como categoría a la pobreza crónica o estructural constituye un «núcleo duro» de personas y hogares con características determinadas como escasos ingresos, baja educación, bajo capital social y pocas oportunidades económicas, localizadas en áreas urbanas generalmente de baja productividad, con infraestructura de servicios deficitaria o tenencia irregular de la tierra «que les impide superar un umbral de pobreza, aun bajo condiciones económicas favorables a la reducción de la pobreza agregada». (Gasparini, et al., 2019, p. 6).
Finalmente acordar con el diagnóstico de Agustín Salvia (2022) que expresa desde una concepción ética al problema que:
Desde un sentido socio-antropológico y cultural la pobreza en argentina es no tener capacidad de poder salir de ciertos déficits del desarrollo humano que se consideran garantizables en nuestra sociedad… y la argentina tiene en ese contexto una situación de pobreza, de privaciones económicas y sociales injustas o indebidas. (Salvia, 2022, p. 1-30)
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Notas