Artículo

ISSN: 2591-6327



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Trayecto y devenir: la herencia y el legado de Tere Negrete
Entrevista a la Dra. Teresa de Jesús Negrete Arteaga



Alejandra Pacheco, Universidad Pedagógica Nacional | alep.89@hotmail.com


Héctor Hugo Monroy Martínez, Universidad Pedagógica Nacional | hhmonroym@gmail.com



Me da mucho gusto que Tere Negrete esté bien y si ella sobrevivió, seguramente la LIE1 también va a sobrevivir.2
Eduardo Remedi3, 2004)

Semblanza curricular

Académica e Investigadora en la Universidad Pedagógica Nacional, sede Ajusco. Estudió la Licenciatura en Pedagogía en la Universidad Nacional Autónoma de México, la Maestría y el Doctorado en Ciencias con la Especialidad de Investigaciones Educativas en el DIE-CINVESTAV del Instituto Politécnico Nacional. Desde muy joven se desempeñó en equipos de scouts siendo un importante asidero para su conformación subjetiva. Fundadora de la Licenciatura en Intervención Educativa junto con Eduardo Remedi. Fundadora del Proyecto Internacional de Investigación e Intervención Educativa comparada México-España-Argentina (MEXESPARG). Madre de Luis y abuela de Maite. Creadora de un legado propio que deviene de sus antecesores y que trasciende entre quienes deciden prepararse para sostener esa mirada desde lo colectivo.



Alejandra Pacheco: Querida Tere nos gustaría empezar por preguntarte, ¿cuál consideras que es tu vocación?

Teresa de Jesús Negrete: No tengo el concepto de vocación. En efecto puede haber elementos latentes en tu nacer que anteceden una realidad o te antecede el deseo, creo que vas armando tu querer-hacer. Mi deseo de estar con las personas para acompañarlas fue desde muy pequeña.

Yo jugaba a ser maestra teniendo cuatro años, me acuerdo cuando vivía arriba de una panadería, jugábamos con los hijos de los dueños del departamento donde vivíamos. Mis juegos de niña eran cuidar niños o bebés y lo disfrutaba mucho. En las fiestas me dedicaba a jugar con ellos, a cambiarles el pañal y esa parte me entretenía, me salía no sé de dónde.

A.P.: ¿Y crees que eso ayudó o fue abonando a que tú decidieras dedicarte a la docencia?

T.J.N.: Cuando estuve en la prepa4 tuve dudas de si estudiaba enfermería o algo relacionado con la educación, el haber sido rechazada en la Escuela Nacional de Educadores me permitió hacer una carrera universitaria no normalista5. Al mismo tiempo me postulé para enfermera. Estaban en juego esos escenarios, pero siempre en el cuidado del otro. Lo de la enfermería me surge porque fui socorrista del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), creamos un grupo de rescate —siempre me tocó crear grupos—. Anduvimos con un médico, un paramédico y un traumatólogo. Incluso mi mamá también porque fue enfermera. Estuvimos como cuatro años y así fue que me surgió la enfermería.

A.P.: ¿Cómo fue el dilema entre la enfermería y la pedagogía? Porque dices que la Nacional no te admitió…

T.J.N.: Cuando fui a hacer el examen, lo acredité en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS)6, era carrera técnica en ese tiempo. Las enfermeras que me entrevistaron me preguntaron por qué quería ser enfermera, les comenté que ya había sido admitida en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y entonces las dos al unísono me dijeron: «Vete a la UNAM, es mejor que te vayas a la Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia». Eso me encauzó para irme a la UNAM.

Al final de la prepa tenía que elegir área entre Humanidades y Artes, que era Pedagogía, o Biológicas y de la Salud, que era Medicina. No lo dudé mucho y entré a Pedagogía. No tenía claro qué era, tenía la idea de que se relacionaba con los niños.

A.P.: Ya desde ahí hacías intervenciones. Y a propósito, ahora que estamos hablando de la Facultad de Filosofía y Letras, ¿a quiénes consideras que dejaron huella por tu paso?

T.J.N.: Fueron varios profesores, estudié la carrera en los ٨٠ y estaba muy fuerte la impronta pos ٦٨٧

en México por todos los maestros de América Latina que habían migrado por las dictaduras. En la misma facultad estaba muy tensionada la mirada de la pedagogía, la carrera tenía una impronta muy psicotécnica que era del grupo de los Normalistas, aunado a eso la visión de la investigación experimental, o sea muy disciplinario. Era muy hegemónica y estaba sostenida por un grupo de profesores de mucho peso político en la UNAM. Y estaba la otra parte de los profesores que eran migrantes y traían una visión más crítica, con otra mirada de la didáctica poniéndola en cuestionamiento; comenzaba a surgir la noción de lo curricular, ese debate muy fuerte estaba sostenido por académicos muy reconocidos.

En relación directa, dejó una huella en mí Miguel Ángel Niño. Un grupo de estudiantes de mi generación empezamos desde su materia a reconocernos con la idea de ser investigadores. En ese momento, comenzó a cambiar la visión que tenía solo de atención a los niños y esta veta de la investigación comenzó a ilusionarnos. Armamos un círculo de estudio con Miguel y eso nos permitió hacer un proceso de formación autónoma. Puedo decir que siempre fui autodidacta, si algo me gustaba empezaba a buscar, pero ese círculo de estudio tomó lugar para plantear preguntas y desde ellas leer. Después del encuentro del círculo, se fue armando la figura de prácticas —fue el nombre que Miguel le quiso dar—; estaba en creación la Universidad Pedagógica Nacional (UPN). Miguel formó parte del grupo de fundadores. Le dieron una oficina para trabajar el proyecto y nosotros lo íbamos a ver; en el 82 u 83, cuando ya se instala el edificio en el Ajusco, consolidamos en el cubículo que le habían asignado nuestro círculo de estudio. Tenía un montón de cajas de archivos, nos dio la tarea de que ordenáramos lo que allí había y que al revisarlo, construyéramos una lógica de archivo.

Nos metimos a fondo a ver las clasificaciones, discutíamos la lógica de hacer archivo sin conocer a Foucault y caímos en la cuenta que en el área educativa —a diferencia de las de historia, filosofía o de otras áreas humanísticas o ciencias sociales— la clasificación era totalmente limitada. Nos dimos cuenta que se pensaba lo educativo en formal y no formal; educación de niños, jóvenes y adultos; que lo educativo era igual a SEP8, las clasificaciones eran con base en sus discursos oficiales.

En los dos primeros semestres marcó mucho mi relación con Marcela Gómez y con Fernando Jiménez Mier y Terán. Con Marcela pudimos hacer una revisión de las tendencias socioeducativas y de cómo las disciplinas atravesaban esas tendencias para ubicar la lógica del positivismo, marxismo, funcional-estructuralismo. Nos quedaron clarísimos los horizontes por dónde transitaban los discursos de lo pedagógico. Con Fernando Jiménez Mier y Terán vimos Sociología de la Educación y se complementó mucho con la mirada de Marcela. Luego, en el área de Psicología tuvimos a Maricruz Samaniego, que coqueteaba mucho con el psicoanálisis. Ella trabajaba con la figura de Tutores Pares, elegíamos temas de interés y los íbamos analizando a la luz de las distintas teorías de la psicología.

Estando en el tercer semestre, había una materia que se llamaba Conocimiento de la Adolescencia, que la daba Valentina Cantón. Allí fueron mis primeros textos directos de los antipsiquiátricos, leíamos a los autores y leíamos las novelas para articular ambos en un análisis, para entender la adolescencia desde esa lógica. El curso con Valentina Cantón movió mucho mi subjetividad y fue un curso clave para mi acercamiento a los autores franceses y a la visión antipsiquiátrica.

A la par nos fuimos a la Casa Cuna del Desarrollo Integral de la Familia (DIF)9 que está en Tlalpan y con el pretexto de hacer un trabajo final dijimos: «Vamos a la realidad». En paralelo, llevábamos el círculo de estudio, tomábamos las asignaturas, nos metíamos a los cursos; teníamos una formación intensa. Después le entramos a la política en la facultad y nos convertimos en el grupo Unidad; ese grupo sacó una planilla que se llamó José Revueltas, para formar parte del Consejo Académico de la Facultad, el Consejo Técnico y Colegios Académicos. La verdad es que para mí, la facultad fue crucial en cuestiones que siguen siendo vigentes hasta la fecha en mi proceder.

Esos tres años que estuvimos en la Casa Cuna la idea de intervención siempre estuvo jugando. Pusimos a prueba todos nuestros supuestos pedagógicos, nos dimos cuenta que no servían y fuimos ideando nuestras propias herramientas para trabajar con los niños.

A.P.: ¿Cuántos años tenían ahí, Tere?

T.J.N.: 19 o 20 años, todos estábamos en esa edad. Haciendo este relato retrospectivo, en simultaneidad teníamos el trabajo del círculo con Miguel, que era repensarte en el terreno más de investigación, de epistemología, de metodología; teníamos la intervención in situ con la Casa Cuna y, además, seguía con los scouts.

La otra es la dimensión institucional porque el grupo Unidad dislocó la dinámica de la facultad. Hicimos un movimiento estudiantil muy fuerte porque antes solo existía el Consejo Técnico para atender todas las broncas de todos los colegios de la facultad, entonces, la idea era que cada colegio tuviera al interior su propio Consejo Académico. En esa transición entramos con ellos en algunas cosas y en otras no. También fue sorpresivo porque la mayoría de los que estábamos en el grupo Unidad —por eso nos pusimos nombre— pasamos por todo ese proceso de decir «somos apolíticos» hasta decir «necesitamos un nombre» para desligarnos de las fuerzas políticas preexistentes en la UNAM y en la facultad.

A.P.: ¿Qué otros maestros, independientemente ya de la facultad, dejaron huella en ti y resuenan todavía?

T.J.N.: Quien fungió como transición entre la facultad y otros espacios fue Eduardo Remedi. Con el movimiento estudiantil antes citado quedamos Graciela Cordero y yo como consejeras, propusimos a María Esther Aguirre como coordinadora y a Alicia De Alba como secretaria técnica del colegio; rearmamos y definimos las contrataciones de los profesores, entonces entra Eduardo a dar clases a la facultad. Él nos dio una materia sobre currículum y nos marcó a todos. Estábamos todo el grupo (Unidad) y nos dislocaba cuestionando todo lo que implicaba lo curricular. Me acuerdo bien que leíamos el libro Principios básicos del currículo de Ralph Tyler y decía: «No, no, no, eso que usted está diciendo es su opinión pero ¿qué dice el autor y por qué usted lo está interpretando de esa manera?». Y te hacía volver al texto. En ese tiempo él trabajaba más fuerte lo curricular y las cuestiones de formación docente. Entonces sí, Eduardo fue fundamental en ese sentido.

A.P.: ¿Cómo es el vínculo entre la facultad y el posgrado?

T.J.N.: Terminando la licenciatura me incliné más por la línea socioeducativa. Ese fue un gran cambio, de estar centrada en el trabajo con los niños transité al ámbito de la educación popular. Tuvimos cursos con Mercedes Juárez, académica de la UAM y egresada del Colegio de Pedagogía, que trabajaba todo el esquema de la educación a la salud con médicos de Xochimilco. Tuvimos cursos con ella sobre educación popular, que fue una cosa maravillosa para entender la lógica de lo cultural, lo popular, cómo se daban los procesos educativos con otra visión distinta a la pedagogía convencional.

Mi servicio social lo hice con Adriana Puiggrós 10 y Marcela Gómez11. Cuando Adriana estaba haciendo todo el trabajo de archivo sobre el libro de la educación popular en América Latina, ahí se conjugó lo que ya venía trabajando con Miguel en el círculo. Con Adriana llevamos un seminario —todos los que estábamos haciendo el servicio social— para ir entendiendo las claves analíticas del trabajo de investigación. Lo interesante con ella, que aún hoy tengo la marca y sigue presente en mí, fue esta frase: «En toda práctica social hay procesos educativos o sentidos de lo educativo», con esa consigna nos íbamos a los archivos.

Y ese tránsito me habilitó para entrar a mi primer trabajo formal que fue en los mercados públicos en la ciudad de México, armar los procesos de capacitación, los diseños y demás con los locatarios. O sea, estuve trabajando educación popular y formación ciudadana, haciendo capacitaciones con los comerciantes, yendo a trabajar con ellos en las discusiones en asambleas, reordenar y pelearnos con los jefes de gobiernos y subdirectores jurídicos de las delegaciones.

Entramos como un grupo con ideas progresistas para evitar la corrupción y acercar el mecanismo de producción, circulación y consumo de los productos básicos de la ciudad, ¡era padrísimo!

A.P.:¿Cuánto duró?

T.J.N.: Duró hasta el 92.

A.P.: ¿Y después del mercado a dónde seguiste?

T.J.N.: En paralelo de los mercados seguí con Graciela buscando dónde continuar con las inquietudes que nos había dejado Eduardo y fuimos a dar con el grupo de Raúl Villamil12 que venían llegando de Francia y estaban en la UAM apenas fundando lo que luego sería la Maestría en Grupos e Instituciones. Fue padrísimo porque ahí leí el libro Un funesto destino de Francois Roustang, a Freud, el texto De la ansiedad al método en las ciencias del comportamiento de George Devereux, etc. A partir de ellos hacíamos puesta de análisis en grupo, quedaba suspendida la teoría pero se abrían preguntas a partir de lo que se había teorizado en torno al análisis de ese grupo y qué circulaba en él. Era interesante porque tenían el clásico dispositivo de Grupo Operativo que era un coordinador de grupo y dos observadores; un observador de las manifestaciones explícitas del grupo y un observador de la latencia del grupo, y cada uno iba tomando nota. Hacían corte, después hacían el análisis y luego, ¡madres! Venía la devolución al grupo y te dejaban colgado a la siguiente sesión.

Ahí estuve desde el 84 hasta fines del 85 y nos tocó atravesar el temblor de ese año. De hecho, cuando viene el terremoto, Raúl dice: «Ya estuvo bien, nos vamos a aplicar todo lo que hemos trabajado, tenemos que dar servicio porque esto es una crisis y hay que responder». Y nos fuimos a trabajar con los Cuartos de Azotea de Tlatelolco los fines de semana para hacer análisis de lo que les estaba pasando, dar contención y acompañamiento en relación con la toma de decisiones de la organización, de la dinámica del campamento. Es una intervención de cómo va operando lo que se va instituyendo en el lugar y todos los problemas que genera eso, ahí estuvimos hasta diciembre.

Este trabajo complementó mucho porque fue otra visión de cómo Eduardo trabajaba lo grupal y hoy puedo decir: la distinción entre el análisis institucional jugado en el terreno de la investigación con Eduardo, de lo curricular, y el análisis institucional jugado acá, con una población en condición de emergencia complementa la idea de intervención educativa, además de estar en paralelo con los locatarios en las asambleas.

A.P.: Y después de estar trabajando en Coabasto, ¿cómo fue que llegaste a la UPN en ese tiempo?

T.J.N.: Una compañera de otra área, que se hizo mi amiga, fue a quien invitaron a la Pedagógica. Requerían a alguien en Evaluación en la Coordinación de Unidades pero resulta que ella estaba embarazada, entonces dijo: «¿Sabes qué? Yo ya no quiero trabajar, me voy a dedicar a tener a mi hijo y luego veré qué pasa, ve tú», y yo dije: «¿Evaluación? ¡Yo nunca he querido Evaluación!». Fui con Tere Martínez. Me entrevistaron un lunes y el miércoles ya me estaban diciendo que fuera a trabajar y así fue como entré.

Llegué a lo curricular, la otra veta que había trabajado con Eduardo. Tenían dos tareas: una era hacer los exámenes de opción múltiple y la otra era que tenían una gran bodega con cajas e informes de los asesores de las unidades para la Licenciatura en Preescolar y Licenciatura en primaria plan 85. En esa licenciatura habían peleado porque no querían que se aplicaran los exámenes de opción múltiple y no sabían cómo resolverlo. Por cierto, en la Facultad teníamos un curso que se llamaba Psicotécnica, ahí aprendí a hacer instrumentos de exploración en la visión clínica constructivista piagetiana. Me puse a revisar los informes como archivo y me armé un esquema de análisis de qué decían, cuáles eran las prácticas de evaluación que sostenían, en quiénes la sostenían, cómo se hacía en todo el país, e hice un informe. Eso me valió para que después me nombraran jefa de Evaluación. Estaba bien joven porque tenía 24 años.

Tere Martínez y yo nos postulamos para entrar al Departamento de Investigaciones Educativas (DIE). En ese entonces, recién había entrado a trabajar a la UPN y no tenía contrato definitivo. Me postulé en la línea de formación de maestros que era lo que Eduardo estaba trabajando, y me vapuleó. Me dijo: «Pues sí, mira, podríamos aceptarte pero dime: ¿cuánto tiempo llevas en la UPN?, ¿cuál es tu condición laboral? No te voy a aceptar en la maestría porque tú primero vas y te sostienes ahí, consigues un empleo y luego vienes a estudiar».

Y me salí, vapuleada pero contenta. Por primera vez, había encontrado un padre que me dijera eso.

Cuando volví al DIE muchos años después, lo busqué, me dio la entrevista y me dijo: «¿Qué quieres? Te escucho». Le dije: «Bueno te acuerdas que tú me dijiste que me sostuviera en el trabajo, pues vengo aquí porque ya tengo varios años trabajando y ahora quiero hacer la tesis». Y me dijo: «Bueno, pero antes te tienes que meter en mi seminario para que veamos». Me metí como un año y después entré a la maestría. Pero lo peor fue que entré y no con él. Me vapuleó otra vez.

Estando en el seminario me postulo para entrar y me dice: «¿Qué crees? Me voy de sabático, entonces no voy a postular alumnos para la convocatoria. Creo que Josefina Granja te puede atender». Así la conocí y le entré al Análisis del Discurso que ha sido una veta muy importante, así como la perspectiva y el estilo personal de Pepita de cómo dirigir, cómo acompañar y sobre todo hacia la escritura. A diferencia de Miguel Niño, Adriana Puiggrós y Eduardo, Josefina era de escribir contigo, se ponía en el lugar de interpretar por donde tú estabas y lo traducía, hasta la fecha es su legado en mí.

Eso para el ámbito académico está vetado porque dan por supuesto que tú escribes la tesis y no el estudiante. Pero lo que haces es que juegas en una analítica de pensar las latencias del querer decir y es otra forma de acompañamiento. Josefina lo hacía mucho y por eso tenía pocos estudiantes porque se metía de lleno con cada uno.

A.P.: Y en el doctorado, ¿también te acompañó?

T.J.N.: En la maestría fue mi directora de tesis y Eduardo mi lector, seguí con mis dos seminarios: Análisis Político del Discurso y Análisis Institucional, con Eduardo, en el cual estuve desde 1999 hasta el 2006. Con Pepita estuve en los seminarios de Análisis Político del Discurso desde el 2000 hasta el 2010. Dentro de este último seminario estaban dos vertientes, la del Análisis Político del Discurso de Rosa Nidia (Buenfil) y el Análisis Conceptual de Pepita. El Análisis Conceptual fue el que me dio los asideros para pensar la parte epistémica. Trabajamos a Bourdieu, luego a Foucault y por último a Derridá, después hicimos las comparaciones entre ellos.

Héctor Monroy: Y para tus prácticas posteriores ¿no?

T.J.N.: Así es, por eso sostenía los dos seminarios pues veía cómo se complementaban. En Análisis Institucional, con Eduardo, estábamos en esa onda de qué pasaba en las instituciones, los grupos, la subjetividad, la filiación…

H. M.: Entonces toma sentido a partir de la idea de intervención educativa ¿no? ahí es donde se articula con lo educativo…

T.J.N.: Ahí se articula en esta visión lo de intervención con investigación, en transitar de la experiencia a la producción de conocimiento, que es lo que hemos sostenido, pero también se articula con poner de relieve el relato. Con Eduardo revisamos cómo desde cada contexto socio histórico se crean subjetividades. Revisamos a Michel de Certeau para ver qué pasa con las historias, la memoria, por qué lo narrativo; y me acuerdo muy bien que en los últimos encuentros que tuvimos con Pepita previos a la titulación, me decía: «Últimamente, Tere, estoy convencida de que hay que entrarle a eso de lo narrativo, tenemos que explorarlo más». Y yo decía: «Este es el anclaje de lo que Eduardo ya no alcanzaba a mirar».

A.P.: Es eso. Todo el relato que vas armando y se van mostrando los principios de la intervención, toda esta parte de tu historia que vas elaborando y vas mostrando las huellas que cada uno de los maestros dejó en ti desde su particularidad, desde su práctica y que pudiste ir retomando.

T.J.N.: Sí, es la visión de la construcción social del conocimiento. No es una cuestión divina y por eso no hay vocación, porque se va construyendo y hay devenires que se entrelazan.

A.P.: Y del MEXESPARG13 ¿alguna vez te imaginaste que ibas a estar en un proyecto así y que ibas a coordinar?

T.J.N.: No, porque nunca me he puesto esa pretensión. Hoy puedo afirmarlo: siempre he vivido en el presente, aquí y ahora. No me imaginé y nunca tuve una configuración de un MEXESPARG, sino que se fue armando.

A.P.: ¿Qué te ha posibilitado el MEXESPARG?

T.J.N.: Me ha posibilitado una desinstitucionalización, porque todo lo que trabajé en la UPN no era visible ni para el propio Ajusco14. Hoy en día se desconoce todo el trabajo que hemos hecho de diseño curricular, de desarrollo, etc. La relación con el MEXESPARG ha permitido hacer visible eso que es nuestro capital, nuestros saberes producidos como UPN y que tomaron relevancia cuando fueron vistos por un exterior que los valora, los reconoce, los cuestiona, pero no en relación con una disputa por el poder o para anularlos, sino que los cuestiona para pensarlos y ampliarlos.

El intercambio con el exterior ha sido bien potente porque además, en México, la producción de la UPN siempre ha sido ubicada en un lugar de subalternidad en términos de poder, respecto a la UNAM15, al Departamento de Investigaciones Educativas del Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (DIE), o al Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación de la Universidad Nacional Autónoma de México (IISUE).

Yo creo que el MEXESPARG hizo visible esa producción, primero hacia el exterior con ellos y ahora desde la UPN en distintos ámbitos. Cuando nos hemos presentado en el Congreso Mexicano de Investigación Educativa (COMIE), hemos tenido una fuerza y un recolocamiento político de otra naturaleza. Por eso es tan incómodo para la gente de la UNAM como para la gente de la UPN, y para aquellos que tenían el lugar único y legítimo del saber y del poder, que nosotros entremos en la disputa como MEXESPARG. Nuestra producción es una discusión porque cuando observan nuestros escritos no reconocen que hemos estado construyendo una epistemología de la investigación e intervención y por eso siempre nos piden que justifiquemos nuestras perspectivas. Eso también pasa con mis estudiantes del doctorado, los vapulean porque no sostienen que están inscritos en el planteamiento del MEXESPARG, los vapulean porque «¿Cómo los mexicanitos en la UPN van a producir una teoría desde sus experiencias?».

A.P.: ¿Cuántos años lleva el MEXESPARG?

T.J.N.: Desde el 2008 hasta ahorita, lleva 11 años.

A.P.: Y de docencia ¿cuántos tienes?

T.J.N.: De docencia 32 años.

A.P.: 32 años oficialmente, pero ¿antes?

T.J.N.: Se me había olvidado decir que incursioné en varios lugares: en la prepa popular; luego estuvimos dando alfabetización en un programa para trabajadores de la construcción; otro tiempo estuve con el padre Chinchachoma16 en una casa, sí en una lógica de docencia pero sui generis.

A.P.: También queremos preguntarte, ¿qué viene ahora? ¿Qué es lo que vas a hacer? ¿Cómo te estás proyectando? Lo pensábamos como mujer, como maestra, abuelita, en todos estos sentidos. ¿Qué viene para Tere? Y a lo mejor no en cuestión de pretensión pero sí ¿hacia dónde visualizas que va el MEXESPARG?

T.J.N.: Al MEXESPARG lo visualizo transitando fuera de la lógica de la UPN, como una institución propia. Veo difícil que pueda haber continuidad si no hay integrantes que queden en la UPN con plaza. Quienes tenemos ese lugar institucional ya estamos a punto de jubilarnos, veo que el escenario puede ser configurarse en una institución de consultoría, de formación.

¿Yo cómo me miro? Con un pie en el MEXESPARG y otro afuera. Ya cuando se convierta en institución tendré que poner un pie afuera para no quedar atrapada en la propia lógica instituida del propio MEXESPARG, por eso mi decisión de empezar una formación en psicoanálisis, para tener ese espacio de lo colectivo y también uno propio en el terreno de la producción académica; de mi compromiso social; de mi activismo académico-político, me veo así.

Por cómo he vivido el legado de tantos profesores en mí, es sostenerlo con quienes han apostado a formarse en la lógica de la investigación-intervención porque ha sido un compromiso mutuo. Hacerme cargo de lo que abro como expectativa en el otro, de lo que seduzco al otro en relación con lo que es la intervención. Es un acto ético de no nada más decir: «¡Ay, te seduzco y ya una vez involucrado te abandono!». Antes no lo tenía tan claro el por qué lo sostenía y la mayoría lo hacía ver como una parte maternal de Tere, pero no. Es el sentido de compromiso con el otro.

Hay renuncias que estoy haciendo. De mi parte estoy renunciando al Doctorado en Intervención17, por más que el duelo va a ser duro porque quien se quede en ese doctorado va a producir fenómenos grotescos, perversos y monstruosos que después vamos a lidiar con ellos y pues, no se va a poder sostener, y quizás muera por cuenta propia.

Ahora mi apuesta está con prioridades hacia mi familia con Luis, Saloa y Maite18. Ellos siempre acompañan muchas de mis decisiones, platicamos mucho y nos ha servido dialogar y pensar juntos. Incluso creo que Luis y Saloa siguen en la idea de que pueda tomar un año sabático en la UPN y estar con ellos, creo que eso se va a dar en algún momento. Ahora me parece que estoy fluyendo.

Había vivido la situación del cáncer, la separación de mi matrimonio, estoy muy ilusionada de seguir sublimando y erotizando mi vida como se pueda. A eso sí no he renunciado ni renunciaré, y eso está padre también.

H. M.: Yo quisiera preguntarte por último ¿qué te hace senti-pensar que visualices a tus herederos, en múltiples dimensiones?

T.J.N.: Primero, hay una gran satisfacción de vivir la experiencia de tener herederos en vida y no en muerte. Haber superado todos los momentos en los que he estado en el dilema entre la vida y la muerte (el rayo19, el accidente en el automóvil, el cáncer), me ha dado la posibilidad de ver quiénes son mis herederos. Esos momentos críticos han sido situacionales para tomar la decisión de quién quiere tomar el legado y quién no, es un momento que marcó para aquel que dijo «aquí estoy» y le entró. Aunque Tere no esté o para que Tere esté; y está quien se fue, quien no quiso sostener el legado. Eso ha sido muy satisfactorio poder verlo y también como un reto fuerte en lo ilusional.

Me parece que el legado no es solo lo que uno hace, sino cómo se recrea lo que tú haces, como toma otras posibilidades, otras dimensiones, cómo se potencia lo que tú no habías visto. He tenido la oportunidad de verlo en cada acción de ustedes y de los que le han entrado a este sueño compartido de la investigación-intervención. Lo veo con Pame, con Ray20, con los chicos del campo. Esa fuerza de repensarse los ha movido a transitar, a ser profesionales aun cuando no tengan título, pero su trabajo profesional les dio herramientas para pensar, para cuestionarse tanto en su vida personal como en su trabajo profesional.

La sensación de antes era de sostener, si titubeabas, había una ruptura. Ahora no tengo miedo. Fue muy importante la salida a Argentina porque ahí cada quien pudo expresar su modo de percibir de ser MEXESPARG. No se trata de la réplica de Tere Negrete, eso es muy satisfactorio. Es cómo yo lo hago a partir de lo que se ha construido, ahí es cuando puedes ver el legado en ese terreno y no es una ley o una imposición, no es una doctrina. Ahí digamos que está fuerte el MEXESPARG, está creciendo y tiene posibilidad de crecer mucho más, eso es algo que tenemos que regular porque puede desbordarlo y deshacer lo hecho. Hay mucha demanda de sumarse al proyecto de la gente de Uruguay, de Brasil, de la misma Argentina, de otros lados. En España también hay posibilidad de crecer más, pero primero hay que acomodarse para recibir a otros.

Notas

1 Licenciatura en Intervención Educativa que se imparte en las unidades de la UPN en la república mexicana, en que la Dra. Teresa de Jesús Negrete Arteaga participó como fundadora y de la cual continúa siendo impulsora.

2 Así comienza Eduardo Remedi su conferencia magistral presentada en el marco de la Reunión Nacional de Coordinadores de la Licenciatura en Intervención Educativa (LIE) en el 2004, México.

3 Profesor de nacionalidad argentina emigrado a México y que fue miembro fundamental en el Departamento de Investigaciones Educativas del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (DIE-CINVESTAV), una de las dos grandes casas de estudio sobre temas educativos y sociales en México.

4 Modo coloquial de referir a la preparatoria en México. Se trata del nivel educativo previo a los estudios universitarios.

5 En México la formación normalista está enfocada más a la docencia, diferente a la formación pedagógica que se enfoca más en diversos rubros de la educación: docencia, gestión educativa, capacitación para el trabajo, etc. Los normalistas son docentes egresados de las escuelas normales.

6 Institución encargada de la salud pública en México.

7 Se refiere a los movimientos estudiantiles que se dieron en el mundo en dicho año, en específico en México, estuvo marcado por la huelga estudiantil que tuvo alcances nacionales y que tuvo su máximo punto de represión con la matanza del 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, Ciudad de México.

8 Secretaría de Educación Pública, institución encargada de la educación en todos los niveles en México.

9 Institución creada por el Estado mexicano para el fortalecimiento de la familia como institución. Las casas-cuna recogían a niños abandonados y/o huérfanos.

10 Adriana Puiggrós es una pedagoga de nacionalidad argentina que realizó sus estudios de posgrado en México, la maestría en el Departamento de Investigaciones Educativas del Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (DIE-CINVESTAV) y el Doctorado en Pedagogía en la UNAM. Fue profesora de educación en varias cátedras sobre educación en México.

11 Investigadora y académica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

12 Estudió la Licenciatura en Psicología Social en la Universid.ad Autónoma Metropolitana (UAM) y el Doctorado en Antropología Social en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Desde el año 2000 fue Coordinador del Área de Psicología Educativa en la UAM Xochimilco, donde también fue profesor e investigador, en el Departamento de Educación y Comunicación.

13 Proyecto Internacional de Investigación e Intervención Educativa comparada México-España-Argentina. En el año 2008 la Doctora Teresa Negrete y María Luisa Sanchíz Ruiz pensaban en un grupo de investigación binacional México-España ante la cooperación que se daba entre la Universidad Jaume I de Castellón de España y la Universidad Pedagógica Nacional de México y que sostuviera la mirada de la intervención educativa; con el paso del tiempo se fueron incorporando más personas: en 2010 se invitó como asesora internacional a Silvia Satulovsky de la Universidad de Buenos Aires y en 2011 el Programa Educación Básica en Contextos Rurales y de Jóvenes y Adultos de la Universidad Nacional de Córdoba también se unió al proyecto para que fuera trinacional. En México, la sede de la UPN en Morelos se incorporó en 2009; la sede Hidalgo en 2010; la sede Tijuana, Baja California en 2012; la de Ciudad del Carmen, Campeche en 2013; la de Mérida, Yucatán en 2017 y Tuxtla Gutiérrez, Chiapas en 2018, además desde el 2010 se han incorporado egresados y tesistas como tutores de pares que han transitado la mirada ontológico-epistémica desde la perspectiva de la complejidad que se ha construido a través de los años y las experiencias y que se han integrado al programa.

14 La Universidad Pedagógica Nacional tiene unidades en cada uno de los estados de la República Mexicana, la sede del Ajusco fue la primera en fundarse y se encuentra ubicada al sur de la Ciudad de México.

15 La institución de educación superior más grande en México y de las más grandes en toda Latinoamérica, la cual se erige como el epicentro de saber-poder-subjetividad dominante.

16 Alejandro García Duran de Lara (1935-1999). Sacerdote español que llegó a México (Tlaxcala, Puebla y Veracruz) como profesor de escuela secundaria, preparatoria y promotor de la educación popular.

17 Doctorado que se impartía en la UPN sede Cuernavaca, Morelos.

18 Hijo, nuera y nieta, respectivamente.

19 En los momentos que se ha encontrado entre la vida y la muerte este en particular es muy llamativo, ya que hay pocas probabilidades que te caiga un rayo, pero en el año 2004 le cayó uno en la instalaciones de la UPN, hecho que destaca la misma doctora como un momento de renacimiento.

20 Tutores Pares en la UPN.

Alejandra Pacheco | Universidad Pedagógica Nacional, México

alep.89@hotmail.com

Licenciada en Pedagogía por la Universidad Pedagógica Nacional, maestra de literatura, investigadora y analista institucional que realiza proyectos de investigación-intervención  con jóvenes y adultos, participante desde el 2012 del MEXESPARG.

Héctor Hugo Monroy Martínez | Universidad Pedagógica Nacional, México

hhmonroym@gmail.com

Es egresado de la Licenciatura en Pedagogía, Universidad Pedagógica Nacional; docente en el área de Historia y Matemáticas, coordinador académico en la Escuela de Danza de la Ciudad de México y miembro/heredero de la mirada de investigación-intervención del MEXESPARG.

Fecha de recepción: 24/08/2020

Fecha de aceptación: 18/09/2020