Reseña

ISSN: 2591-6327



Para pensar nuevos modos de estar juntos en las instituciones educativas.

Sobre: Formación de educadores para la inclusión educativa. Posiciones, miradas, recorridos y experiencias de Vanesa Casal y María José Néspolo (comps). Buenos Aires: Lugar Editorial, 2019.


María Inés Monzani, UBA | minesmonzani@gmail.com


Resumen

El libro es una compilación de Casal y Néspolo, que reúne trabajos de especialistas en torno a la inclusión educativa. Dibuja un territorio novedoso en el que las teorías y las prácticas se encuentran, se ofrecen por fuera del aplicacionismo de las recetas, así como de un saber teórico difícil de manipular en las aulas. En un territorio tal, la inclusión educativa puede ser pensada a la vez y más allá del quehacer didáctico y de ciertas particularidades curriculares y de acceso que ayudan a hacer lugar. Territorio hospitalario para pensar, hacer y ofrecer nuevos modos para habitar las instituciones educativas.

Palabras clave: Formación - inclusión educativa - educación especial - sujetos - prácticas docentes


To think of new ways to be together in the educational institutions
About: Formación de educadores para la inclusión educativa. Posiciones, miradas, recorridos y experiencias de Vanesa Casal y María José Néspolo (comps.). Buenos Aires: Lugar Editorial, 2019.

Abstract

The book is a compilation by Casal and Néspolo, which brings together the work of specialists in the field of educational inclusion. It draws a novel territory in which theories and practices meet, offered outside the application of recipes, as well as a theoretical knowledge difficult to manipulate in the classroom. In such a territory, educational inclusion can be thought at the same time and beyond the didactic task and certain curricular and access particularities that help to make room. A hospitable territory to think, do and offer new ways to inhabit educational institutions.

Keywords: Education - educational inclusion - special education - subjects - teaching practices



Este libro aborda un tema tan persistente como el de la inclusión educativa, en un prometedor y original punto de juntura entre posiciones, perspectivas teóricas y políticas y experiencias reflexionadas. Ese punto y sus múltiples intersecciones abren a pensar en situación nuevos modos de estar juntos en las instituciones educativas.

En las «Palabras preliminares», Verónica Rusler desglosa una frase-salvoconducto de la exclusión: «No nos prepararon para esto». Lejos de buscar una propuesta salvadora, invita a saborear cada palabra: el gusto amarguísimo del «no», el sabor a colaboración del «nos», las palabras «prepararon», «para» y «esto» comparten un dejo insípido; es que el término «depende» pivotea entre ellas y las hará gustosas o no, según sea el modo en que se orienten las experiencias.

La compilación se organiza en dos partes. Bajo el título «Posiciones y miradas», Vanesa Casal y María José Néspolo ofrecen un cuerpo conceptual para pensar la inclusión como producción de condiciones en términos políticos y prácticos. Esta trama se complejiza al sumar unos hilos que procuran hacer lugar a la inclusión en la formación de los docentes para que puedan promover condiciones de hospitalidad.

En el primer capítulo, «Herramientas conceptuales para pensar la inclusión educativa», Verónica Casal demarca a la inclusión como cuestión política asociada a una construcción sociohistórica. Se trata de sujetos en situación, participando en un contexto que los transforma e interpela a los dispositivos y haceres escolares habituales. La inclusión como práctica situada desparticulariza la intervención ubicándola en un territorio complejo e interagencial, la posiciona como objeto en construcción permanente en zonas de negociación. Junto al reconocimiento del trabajo político asignado a la escuela respecto al reparto de una herencia común advienen unas preguntas que recorren el libro: ¿Cómo es posible acceder a la justicia curricular en tiempos de inclusión? ¿Qué logros dan cuenta de la vigencia del modelo social? ¿Qué otras cosas hacer con el diagnóstico-etiqueta? Casal augura otras potencialidades para que pueda convertirse en herramienta para intervenciones educativas subjetivantes y de prácticas de apoyo en red.

Por su parte, en «Autoridad, hospitalidad e inclusión: hacer una escuela para todos», Néspolo interpela la mirada habitual sobre la inclusión afirmando que no hay educación que no sea inclusiva. ¿Cómo se entrama esa afirmación? Por un lado, la idea de educación como intervención, es decir como venir-entre sujetos, y la noción de experiencia en tanto encuentro con el otro. El lazo que une ambos conceptos da lugar a los rasgos que ligan a esa unión: la libertad, la imprevisibilidad. Por otro, de la mano de los conceptos de educabilidad, de hospitalidad y de confianza, sostiene que incluir supone la preocupación por el otro asociada a su atención y acogida, gestos propicios para la socialización-subjetivación, socialización-individualización. De esa confianza, aliada de la hospitalidad, está hecha la posibilidad de cualquier educación que quiera ser calificada como inclusiva. Se imponen, a la vez, las diferenciaciones entre diversidad, diferencias y desigualdad; términos cuya confusión redunda en la escencialización de desiguales condiciones de existencia o en la omisión de referencias a inequidades sociales.

La inclusión educativa, reposicionada más allá de los mecanismos procedimentales, se perfila como la acción política de reconocer al otro como heredero legítimo, la enseñanza se empodera en su vínculo con la transmisión y con cierta autoridad pedagógica y la educación de calidad será aquella en que la herencia sea donada a cualquiera.

El último capítulo de la primera parte, «Formación de educadores: la narración como eje del saber sensible en la inclusión» de Vanesa Casal y María José Néspolo, propone ver más allá de unas tradiciones sobre formación docente con tendencias homogeneizadoras y escasa atención al saber de los docentes en la práctica. Celebramos la invitación de las autoras a recuperar narrativas de experiencias pedagógicas en las estrategias y prácticas institucionales de formación y desarrollo profesional docente en tanto aventuran la posibilidad de construir un saber sensible, implicado, que convoca a la multivocalidad de las prácticas educativas, a la escritura de autor de los docentes en torno a itinerarios en situación.

Cada uno de los relatos está marcado por una experiencia en la que se conmueven los modos de ser habituales de la educación en las instituciones. Tal conmoción siempre presenta personas que se animan a preguntar «¿qué puedo ofrecer a estos estudiantes?», preguntas-gestos mínimos que dan cuenta de unas prácticas docentes marcadas por la disponibilidad y la hospitalidad.

La segunda parte del libro se titula «Recorridos y experiencias». En el primer capítulo, «Inclusión educativa en la formación docente: modelo para armar», Lidia Roccella y Vanesa Casal hacen foco en el nivel inicial, la formación de sus docentes y la posibilidad de inclusión. La noción de concernimiento ubica la mirada y la escuela inclusivas a partir de considerar la ocupación con y del otro y en la diversidad como rasgo común. Siguiendo esta línea, se rediseñan los espacios de definición institucional para avanzar en los sentidos de una pregunta clave: ¿cómo pensar la educación inclusiva transversalmente entre el nivel inicial y el terciario?

En el capítulo siguiente, Amalia Casares da cuenta de un taller de juegos compartido por los estudiantes de una escuela común y los de una escuela integral interdisciplinaria en «Nuestra escuela. Una experiencia de aprendizaje entre la escuela integral interdisciplinaria y la escuela común». La experiencia fue requiriendo nuevas acciones y reflexiones por parte de los docentes y estudiantes de ambas escuelas: fundamentalmente sobre la escuela común y sus determinantes duros en tanto barreras para el aprendizaje y la participación.

«¿Cómo puede ser la escuela especial un puente hacia la inclusión educativa?» es la pregunta con la que interpela Nancy Véliz desde una escuela especial en la que el factor común es la violencia y la marginalidad. El puente hacia la inclusión educativa se extendió hacia el Programa de Alfabetización, Educación Básica y Trabajo (PAEBYT) y en el contexto de una confianza hasta entonces inédita para con los estudiantes.

Por su parte, Malena Jauregui comparte su experiencia de «Enseñar inglés en un aula diferente: una oportunidad para reflexionar ». Lo que hace experiencia es cómo enseñar, cómo convencer de que pueden aprender y cómo evaluar. Cuestiones del cotidiano escolar que requieren ser pensadas para que dejen de ser determinantes duros de una escuela excluyente y se vuelvan posibilitadores de nuevos modos de estar en las relaciones pedagógicas.

Evangelina Vidal, en otro apartado, relata su experiencia en un bachillerato popular de la ciudad de Buenos Aires con estudiantes cuyas vidas se encuentran vulneradas en los derechos más elementales. Afirma que «Otra educación es posible». Ahora bien, ¿qué educación?, ¿cuánta educación? O mejor ¿cómo educación? La autora nos da algunas pistas: valoración de la diversidad, el estudiante como sujeto que enseña, importancia de la formación y de la transformación. Lo que hace experiencia va mucho más allá de cualquier propuesta técnico-metodológica, es el convencimiento de esa igualdad, ligado a un posicionamiento político y filosófico, que desbarata cualquier determinismo fatalista, una educación anti-destino.

En el artículo «El destino de las trayectorias: construcción de todos», Ezequiel Lucchelli retoma, en el subtítulo, la expresión de una docente de las Escuelas del Futuro1 «¿Cómo no van a manejar Word?». Pregunta asociada a lo esperado conforme a los determinantes duros del dispositivo escolar. Paradojalmente tales determinantes sobreviven incólumes en la llamada Secundaria del Futuro. Quizás, aquella expresión solo resonó en Ezequiel quien encontró el modo de hacer algo en otro sentido, algo vinculado a ofrecer legado.

El artículo de María Lorena Núñez Cortés refiere al impacto en las aulas del orden sexual moderno constituido en una clave identitaria binaria, atributiva y jerárquica. Aquí también lo distinto es patologizado y temido. ¿Cómo acomodarse y trabajar con estas infancias que pueden gestar su propio nombre como gesto político de identidad? La autora propone el trabajo en red, con otros sujetos internos y externos a la escuela. Excelente antídoto para un temor que nos priva de reconocer que les niñes son mucho más que un nombre siempre impuesto e impropio, son, «no solo un nombre».

En «Construyendo un camino hacia la inclusión en el nivel inicial», Verónica Clericuzio nos conduce por las posibilidades y tropiezos de la inclusión de una niña diagnosticada con Trastorno Generalizado del Desarrollo. Se trata de un proceso marcado por la confianza, el compromiso y el trabajo enredado entre maestras; muestra clara de la centralidad del trabajo pedagógico entre docentes como herramienta clave para la inclusión educativa.

Por su parte, Cyntia Leone comparte su experiencia como docente de una niña diagnosticada con retraso global del desarrollo e hipotonía en los miembros inferiores. La autora da cuenta de un proceso de estimulación temprana muy provechoso y la inclusión en un jardín de infantes común, proceso que acompañó como maestra de apoyo a la integración. Desde esa experiencia, da cuenta de los avances y logros de la niña, así como del impacto positivo en su grupo familiar.

Finalmente, «Convivencia y encuentro con el otro: construyendo inclusión con gestos mínimos» es el relato de una docente novel de una escuela primaria de Ciudad Autónoma de Buenos Aires respecto a la experiencia con un grupo problemático. El interés de Mariela Longo Riveros pasa por construir convivencia escolar, experiencia colectiva escolar desde un particular posicionamiento: guiar a los estudiantes hacia nuevos lazos, hacia nuevos modos de resolver conflictos en situación.

Ya desde su prólogo, el libro nos advierte que no hay algo así como una preparación para esto. Sin embargo, tampoco nos deja a solas con las preocupaciones y avatares que supone la presencia de ciertos nuevos en las instituciones educativas. Por el contrario, nos ofrece un andamiaje conceptual potentísimo para pensar la inclusión educativa en tanto construcción sociohistórica y necesariamente situada. Ese andamiaje conceptual se anima, además, al encuentro dialógico con experiencias de docentes.

Se abre, así, un espacio complejo, de diálogos, entendimientos, disputas y desacuerdos, de nuevas preguntas y respuestas no unívocas. Así, este libro dibuja un territorio novedoso en el que las teorías y las prácticas se encuentran, se ofrecen por fuera del aplicacionismo de las recetas, así como de un saber teórico difícil de manipular en las aulas. En un territorio tal, la inclusión educativa puede ser pensada a la vez y más allá del quehacer didáctico y de ciertas particularidades curriculares y de acceso que ayudan a hacer lugar. Territorio hospitalario para pensar, hacer y ofrecer nuevos modos para habitar las instituciones educativas.


Notas

1Se refiere al proyecto Escuelas del Futuro, para reformar las escuelas, impulsado por el Ministerio de Educación de la Nación durante la gestión de Alejandro Finocchiaro.




María Inés Monzani | Universidad de Buenos Aires, Argentina
minesmonzani@gmail.com
Doctora en Educación Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER). Licenciada en Ciencias de la Educación FFL-UBA. Profesora Adjunta de la cátedra Educación y Discapacidades FFL-UBA.

Fecha de recepción: 15 diciembre de 2019
Fecha de aceptación: 20 de febrero de 2020