Educación y Vínculos. Revista de Estudios Interdisciplinarios en Educación
Universidad Nacional de Entre Ríos, Argentina
ISSN-e: 2591-6327
Periodicidad: Frecuencia continua
núm. 15, enero - junio de 2025
Relatos de experiencia
Relationships between institutions and social sectors. A story about educational practices that transform and transform us
Recepción: 31 marzo 2025
Aprobación: 05 junio 2025
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Resumen: Las prácticas educativas pueden tener alcances inesperados y transformadores. Disponer de relatos acerca de esos devenires se vuelve indispensable en contextos y tiempos de individualismo, tristeza y violencia desmedidos. Este artículo cuenta una historia que surge y se desarrolla en el marco del dictado de un seminario para docentes de diversos niveles del sistema educativo denominado Relaciones entre instituciones y sectores sociales1. Haciendo pie en la noción de cuidado como construcción de un mundo común, recupera algunos hechos que involucran a diversos actores y organizaciones y dan cuenta de cómo los encuentros, los vínculos y la disposición a acompañarnos pueden sacudir inercias, potenciar procesos de cambio y ampliar las cartografías de algunas vidas concretas.
Palabras clave: prácticas educativas, relaciones, cuidados.
Abstract: Educational practices can have unexpected and transformative implications. Telling the stories of their evolution becomes essential in contexts and times of excessive individualism, sadness, and violence. This paper tells a story that emerged and developed during a seminar entitled Relationships between Institutions and Social Sectors2. Based on the notion of care as the construction of a shared world, it examines several events involving diverse actors and organizations and demonstrates how encounters, connections, and a willingness to accompany one another can shake up inertia, empower processes of change, and broaden the cartographies of specific lives.
Keywords: educational practices, relationships, care.
Este escrito cuenta una historia sobre los alcances impensados que pueden tener nuestras prácticas educativas y sobre cómo una propuesta de formación anclada en una universidad pública puede poner en movimiento experiencias que transforman existencias múltiples, en tiempos largos y en diversas direcciones y territorios. Es una historia sobre lo que pueden generar pequeñas decisiones audaces sostenidas en la confianza y el afecto. Está construida sobre una sucesión de hechos, gestos, detalles mínimos. Es una de aquellas que, siguiendo a Úrsula Le Guin (1986), llamamos historias de la bolsa, que no tienen por protagonista a un héroe, sino a múltiples actores que día a día sostienen la apuesta por recolectar, sostener y trasladar las cosas que son necesarias para la continuidad de la vida.
La historia conecta tres puntos geográficos: dos ciudades vecinas, Paraná y Santa Fe, con otra ciudad de la provincia de Entre Ríos y con un país de Europa del Este. Asimismo, pone en relación personas y objetos: un árbol como cobijo en la intemperie, una docente que se hace preguntas, un joven durmiendo en un aula, el cuerpo de bomberos de aquella ciudad, un libro que viaja dos veces y varias personas dispuestas a dejarse interpelar por sus prácticas educativas y preocupadas por mejorar sus mundos. Para ingresar a la historia es necesario presentar primero al espacio formativo en torno al cual esta historia surge y se desarrolla.
En el año 2019 nos sumamos como docentes a una propuesta innovadora de formación para docentes que nació en 2018 y se desarrolla hasta el presente3. Es un ciclo que ofrece una formación de grado universitario para docentes de diversos niveles y especialidades. Organizado a partir del recorrido por diversos seminarios, pone a disposición en cada uno conceptos y herramientas que permiten revisar la tarea cotidiana, analizar los presentes institucionales, identificar nudos problemáticos y visualizar posibles estrategias para el cambio. Es una propuesta educativa que tiene impacto directo en la calidad de las prácticas de maestras/os y profesoras/es de diferentes cargos y funciones que trabajan en diversas localidades de, al menos, dos provincias argentinas: Entre Ríos y Santa Fe.
Nos incorporamos para el dictado de uno de los seminarios, el denominado Relaciones entre instituciones y sectores sociales, que propone un recorrido en torno a tres grandes ejes temáticos: 1) lo común-el lazo social; 2) territorios-mapas y 3) redes de cuidado.
El seminario relaciones, como lo llamamos, procura hacer visible el entramado heterogéneo y complejo de personas, espacios y organizaciones necesarios para sostener las prácticas educativas y la importancia de poder pensar y hacer la tarea cotidiana con otras/os. Nuestra procedencia desde el campo de la Terapia Ocupacional en Salud Mental Comunitaria nos ayuda a traer al espacio experiencias y nociones que colaboran para comprender el sentido y la potencia del trabajo intersectorial, en red, territorial y entre actores diversos. Retomando la perspectiva de Elina Dabas y Denise Najmanovich (2003) respecto de las redes, sostenemos que la red está, preexiste a nuestra llegada, porque donde hay vida y procesos hay redes. Para las relaciones entre instituciones y sectores sociales se requiere que la red pueda ser visibilizada, activada, recorrida, reconocida y esto ocurre cuando emerge algún problema en común a partir del cual se configura una situación. Posicionarnos como actores de una situación nos ubica en un lugar diferente al de testigos pasivos de un sistema educativo en crisis, dominado por criterios prescriptivos, con prácticas burocratizadas y vaciadas de sentido, escena que conduce a lo que Fernando Ulloa (1995) caracteriza como mortificación4. La noción de situación tal como la aborda Rafael de Piano (2019), nos invita a identificar aquellos recursos que sí están, a reconocer los propios, a imaginar otros posibles, y poner a disposición nuestros saberes, en definitiva, a actuar y recuperar la alegría y la potencia del hacer con otras/os.
La historia que queremos contar aquí abarca un recorrido de seis años en el que hubo tres ediciones del Seminario Relaciones: una en 2019, otra en 2021 y la tercera en 2023. En estos seis años pasaron muchas cosas, entre ellas, la pandemia de Covid-19, por lo que el formato de cada una de las ediciones ha sido completamente diferente al anterior.
Organizamos el relato en tres momentos: 1. Inauguración. 2019. Primer cursado del Seminario Relaciones; 2. Continuidades. Los intercambios que siguieron y 3. 2023. Las novedades para el cierre del ciclo.
En el año 2019 dictamos por primera vez el Seminario Relaciones entre Instituciones y Sectores Sociales. Llegamos a este espacio a través de una referente por quien sentimos especial afecto5 y con quien seguimos compartiendo, de diferentes maneras, los momentos, preguntas y novedades que fue trayendo esta experiencia. El entusiasmo estuvo presente desde que empezamos a pensar el programa y fue mayor cuando iniciamos el cursado y conocimos al grupo de estudiantes y a las docentes del equipo coordinador. Si bien veníamos de recorridos previos en docencia universitaria este espacio tenía características muy diferentes que nos planteaban algunos desafíos: nuestras/os alumnas/os eran docentes en actividad, ejerciendo en diversos niveles del sistema educativo y con funciones también variadas, desde maestras y maestros de grado, profesoras/es de secundaria, hasta supervisoras/es o integrantes de equipos de gestión. También las procedencias territoriales eran diversas: había docentes de escuelas rurales, de localidades pequeñas y de ciudades más grandes. Nos esforzamos en pensar de qué modo plantear una propuesta que contemple y respete estas diversidades y permita hacer de las clases espacios de encuentro en los que sea posible tomar la palabra, intercambiar, conocer autores, recorrer nociones y compartir experiencias que permitan la reflexión, entusiasmen e inspiren para volver de otro modo a los lugares de trabajo cotidiano. Buscamos combinar nuestra exposición de los temas en clases con la participación de invitadas/os que compartan sus experiencias y perspectivas. Sumamos recursos diversos como producciones audiovisuales presentadas en el aula, relatos leídos por diferentes voces y hasta canciones. Pusimos a disposición consignas para hacer en el mes que media entre un encuentro y otro planteando la lectura de textos y también actividades que inviten a mirar con otros ojos los propios escenarios educativos. Propusimos, por ejemplo, tomar fotos de objetos, lugares o escenas de los propios territorios y compartirlas con una descripción y un breve relato.
Como mencionamos, uno de los ejes del seminario se llama redes de cuidado. Destinamos un tiempo a trabajar la noción de cuidados y la presentamos junto a la de redes porque consideramos que el propósito y el fundamento de cualquier estrategia o acción que ponga en relación a instituciones y sectores sociales es el cuidado entendido como tejido que permite la construcción de un mundo común6.
Recorridos de investigación que veníamos haciendo en torno a la noción de cuidados comunitarios y prácticas de cuidado7 nos motivaron a plantearlo como una categoría del seminario. En la clase destinada a esta noción propusimos una consigna para trabajar en el aula: identificar, relatar y compartir una escena en la que haya estado presente el cuidado en el propio espacio educativo, ya sea porque presenciamos esta escena como testigos, porque protagonizamos un acto en el que ofrecimos cuidado a alguien o porque fuimos destinatarios de un gesto de cuidado. En un clima que fue ganando en silencio y escucha atenta se desplegaron relatos que nos permitieron retomar varios de los aspectos que habíamos propuesto en el desarrollo teórico del tema: la expresión del cuidado en actos y gestos concretos, la relación de esos gestos con la afectación y la experiencia sensible, el encuentro con la propia vulnerabilidad como condición para que esos gestos emerjan, la cualidad del cuidado como práctica discreta, sutil o casi invisible, la reciprocidad como una de sus características y los alcances de estos gestos más allá de los programas y lo previsible (De la Aldea, 2019; Molinier & Legarreta, 2016; Tronto, 2020).
Al finalizar aquella clase una docente ―a quien llamaremos Sonia―, se acerca a contarnos cuál era la situación que ella había elegido para hacer la actividad y nos cuenta por qué no se animó a compartirla. Aquí entran en escena un joven de 18 años estudiante de la escuela nocturna para adultos, que denomináremos Juan, y Sonia, su profesora.
Juan venía tambaleando en su trayecto educativo. Ese año llegó a inscribirse a la escuela nocturna en el último minuto del último día. Cuando estaban a punto de decirle que ya era tarde, Sonia intercede y la inscripción se hace. Ofrece su mediación en vistas a simplificar el trámite recuperando documentación de años anteriores que sabía que estaba archivada allí. De este modo, Juan puede ingresar nuevamente. Había resistencias a recibirlo, llegaba en malas condiciones, no cumplía los acuerdos, desafiaba a sus docentes, se mostraba siempre enojado. En la escuela se sabe que Juan está en situación de calle, viviendo debajo de un árbol. Quienes se lo cruzan evitan hablarle.
Sonia no había tenido dificultades con él hasta el día en que le señala que no puede usar el celular en el aula y Juan se pone de mal humor y entorpece la clase. Ella decide conversar con él, repasar los códigos de convivencia de la escuela y le dice que está dispuesta a acompañarlo pero que es necesario que él pueda ubicarse, es decir, lo invita a tomar un lugar en la escuela. Juntos escriben un compromiso y firman. Sonia, en conjunto con el equipo directivo, convocan a la madre de Juan, que en una entrevista se muestra desbordada por la situación, sin saber qué hacer. Queda claro lo importante que es recibirla y acoger su dolor, Sonia empatiza con ella porque también es docente. Algo cambia a partir de aquí, no se sabe si por el acuerdo firmado o por la entrevista con la madre o ambas cosas. Juan comienza a llegar mejor a la escuela, le empieza a ir muy bien en matemáticas, está atento en las clases. Sigue teniendo dificultades, pero ha mejorado notablemente. Hasta el momento viene aprobando las materias, pero tiene muchas inasistencias ―le queda sólo una―, no puede faltar más. Y un día llega mal, desalineado, con los ojos irritados, se nota que no ha dormido. Se sienta primero, los compañeros lo observan con desconfianza, ¿otra vez ha vuelto a ser el de antes?
Sonia se acerca y le pregunta: «¿Qué te pasa?, ¿no dormiste?, ¿comiste algo?» Juan no responde. Ella decide ir a la cocina y traerle el mate. En la escuela hay equipos de mate porque muchos estudiantes son albañiles y llegan a cursar después de trabajar, a veces sin haber comido en todo el día. De paso, comenta a sus autoridades en la secretaría las condiciones en que este estudiante ha llegado hoy. Juan toma unos mates y se sincera con ella: «profe, yo no quiero estar acá. Vine porque me queda media falta». Sonia le pregunta qué quiere hacer entonces, a lo que él responde: «quiero dormir, tengo sueño». Entonces le dice que duerma, que cuando ella se vaya lo despierta. Juan la mira y se ríe, «¿en serio?». Los compañeros se miran desconcertados, algunos murmuran. Juan va al fondo, acomoda unas sillas, pone la mochila como almohada, se acuesta y duerme profundamente. La clase continúa. Cuando termina la hora y suena el timbre Sonia lo despierta, le dice que vaya a lavarse la cara y le avisa que ya está su merienda. Juan se levanta y sale.
Esta es la situación que Sonia evocó cuando invitamos a pensar una escena de cuidado para compartir en clase. Para ella, dejar dormir a Juan en ese momento dentro del aula, ha sido un gesto de cuidado. Sin embargo, no se anima a compartir el relato en la clase del seminario, junto a otras/os docentes, porque tiene muchas dudas respecto de esa decisión que dice que tomó porque «le salió», y porque «peor es que se vaya a la calle, pierda todas las materias y no vuelva más».
Poco después de aquel momento Juan la busca y le dice «profe yo te quiero agradecer», le cuenta que ese día estaba cansado porque había ido con su papá y hermanos a carnear una vaca para el casamiento de su hermana. Saber que ese era el motivo de su sueño y su estado no sólo la alivió, sino que también le produjo alegría, sobre todo porque implicaba que de algún modo había recompuesto el vínculo con su familia. Sonia dice que fue ese el momento en el que comprendió de otro modo su tarea docente, para qué estaba en la escuela. Mientras Juan dormía en clase no se sentía tranquila, estaba inquieta, la invadían las preguntas, pasaban por su memoria todas/os aquellas/os profesoras/es que habían sido sus referentes y que nunca hubiesen permitido algo así. El agradecimiento de Juan y esa explicación daban otro sentido a su decisión.
Como es de esperar, el hecho trascendió, en la escuela todos sabían que una docente había dejado dormir a un alumno en el aula y, aunque hubo quienes lo cuestionaron, las autoridades avalaron la decisión de Sonia.
Para aprobar el Seminario Relaciones pedimos como trabajo final la elaboración de una propuesta de articulación entre la institución educativa de pertenencia y otras organizaciones y actores de la comunidad en función de algún problema o inquietud presente en la tarea docente cotidiana. Con esta consigna buscamos que quienes cursan el seminario puedan imaginar modos de materializar las relaciones entre instituciones y sectores sociales de manera concreta y situada. Es así que Sonia junto a otra compañera que cursa la licenciatura, y alentada por los intercambios que tuvimos en torno a esta escena, decide escribir un proyecto que ofrezca y amplíe oportunidades para Juan y para otras/os jóvenes que transitan una situación parecida.
En aquel momento ambas colaboraban con la comisión de bomberos voluntarios de su localidad y pensaron que sería bueno vincular sus propios espacios de participación, tender redes desde la escuela con los bomberos y la municipalidad. El proyecto involucra un beneficio recíproco: el cuerpo de bomberos recibe estudiantes en calidad de pasantes en el marco de un programa de la oficina de empleo local y la escuela recibe bomberos que no han completado la escolaridad secundaria. Se acercan a visitar el cuartel para conocer cuáles son las necesidades y avanzar en el armado del proyecto. Allí encuentran diversas funciones en las que les estudiantes podrían capacitarse y colaborar, desde trabajos de mantenimiento de los vehículos y las instalaciones del cuartel, hasta tareas de cocina. La idea es que las/os chica/os hagan una experiencia diferente y, en lo posible, se apropien de las herramientas de un oficio. Los bomberos comenzaron a recibir a las/os jóvenes interesadas/os, uno de ellos Juan. Sonia y su compañera terminan y aprueban el seminario.
Sonia se mantiene comunicada con nosotras. Nos cuenta que tiempo después del cursado del Seminario Relaciones con su compañera revisaron el proyecto y, con algunas reformulaciones, lo presentaron al municipio. Nos hace llegar su gratitud por el cursado y decidimos enviarle por correo un libro de especial valor para nosotras9. Este envío no llega a destino, se pierde en algún punto del recorrido, por lo que preparamos otra encomienda y lo volvemos a mandar. El segundo libro sí llega y desde entonces Sonia sigue escribiéndonos y haciéndonos saber las novedades con cierta regularidad. Nos conmueve la continuidad de este vínculo y la posibilidad de ir conociendo lo que pasó después.
Juan ya no es su alumno, pero ella está al tanto de que entró a trabajar al cuerpo de bomberos. En el 2020 vuelve a tener dificultades en la escuela, sigue complicado, pero ya no tanto. La noticia es que tiene una novia con la que convive. En 2022 termina tercer año, Sonia se lo cruza algunas veces. Aunque ya finalizó su pasantía sigue frecuentando el cuartel de bomberos porque ha hecho amistades allí. Comienza a trabajar en algunas changas y empieza a estudiar el profesorado de geografía. Tiempo después, Sonia se entera de que ingresó a trabajar en un área de la municipalidad. Por un tiempo deja de verlo, sólo lo cruza en las elecciones trabajando en el correo.
Cada mensaje que recibimos de Sonia es motivo de intercambios alegres entre nosotras y con las docentes que coordinan la licenciatura. Lo que ella cuenta en relación a lo que va pasando a partir del seminario nos mantiene conectadas, nos entusiasma y nos devuelve confianza en el sentido y la potencia del espacio formativo, a la vez que nos confirma en nuestras opciones ético-políticas respecto de la tarea educativa.
Cuando estamos cerca de cerrar el dictado del Seminario Relaciones en su tercera edición, en 2023, recibimos novedades de Sonia. En esta oportunidad nos cuenta que ha vuelto a tener noticias, que encuentra una publicación de la madre de Juan en redes sociales. El posteo muestra una foto en la que se lo ve junto a un grupo de personas de pie delante de un colectivo en una terminal de ómnibus. Las personas que lo acompañan son su novia y los familiares que los están despidiendo porque ambos se van a vivir a un país de Europa del Este. Sonia puede notar en la foto que Juan está feliz, pero dice que lo que más la emociona es verlo junto a sus padres. Se entera después que el viaje que inicia junto a su compañera resulta de un contrato de trabajo por un año que ella ha conseguido. Alguien le cuenta que su papá le dijo que estaba orgulloso por él. A través de la mamá de la novia de Juan sigue recibiendo noticias y sabe que llegaron a destino, que fueron bien recibidos, que hay una familia latina que los está apoyando, están aprendiendo el idioma y dicen que les gustaría quedarse allá.
Le pedimos a Sonia si podría grabar un audio o un video breve contando la experiencia que vivió con Juan desde aquel día en que lo dejó dormir en el aula hasta este momento. Pensamos en que pueda compartirla en el cierre del cursado que se acerca. ¡Qué mejor que su relato para concluir este trayecto! La voz de alguien que pasó por el seminario contando lo que pudo pensar y hacer en su espacio de trabajo y los efectos que tuvo para ella, Juan, su escuela, su comunidad.
Sonia nos hace una contrapropuesta, como no le gusta eso de los videos, va a viajar a Paraná para compartirlo personalmente. Y avisa que vendrá con su hija de 11 años, porque quiere mostrarle el lugar donde estudió, para ella es importante que Delfi conozca la institución educativa a la que viajaba su mamá cuando ella era más chiquita, que pueda ver a dónde estaba cuando se ausentaba tantos viernes y sábados.
Sonia y Delfi viajan a Paraná y llegan al aula un sábado a la mañana para el cierre del seminario. El relato que Sonia trae en esta oportunidad suma detalles que enriquecen aún más lo que conocíamos por los mensajes que nos fue enviando. El grupo que está terminando esta edición del seminario la escucha con atención, ojos empañados y gestos de sorpresa acompañan los últimos tramos de su presentación. Sabemos que el relato tiene un final abierto, podemos suponer que a Juan se le presentarán dificultades en esta nueva etapa, que no es fácil ser migrante en un país con otra lengua, otra cultura. Entre la audiencia hay alguien que es de la localidad de Juan y Sonia, que conoce de cerca las escasas oportunidades que hay allí para los jóvenes y destaca lo importante que es que Juan haya podido irse, aunque sea por un tiempo. No es que se idealice el final, sí nos asombra y no podemos evitar conectarlo con aquel gesto audaz de Sonia de dejar a Juan dormir en el aula. Ella, a su vez, explicita que esta historia tuvo estos devenires y estos colores porque estaba cursando la licenciatura, tenía este espacio donde hacerse preguntas, escuchar y ser escuchada, reflexionar con otras/os.
Cuenta que actualmente se incrementó la matrícula de la escuela nocturna porque están yendo los bomberos a terminar sus estudios secundarios. Aclara, eso sí, que cuando hay un incendio y suena la sirena los alumnos salen corriendo, no sin antes preguntar si les podrán justificar la inasistencia.
Sobre el final de su presentación deja un augurio a la audiencia: «Ojalá ustedes puedan también resignificar su rol, que esta formación les sirva para eso, para acompañar a ustedes y a sus chicos». Tiene claro que, así como Juan hay muchas/os, en todos los lugares, que se incrementan estas situaciones, que se ha exacerbado la violencia y que desde la escuela podemos hacer algo si nos acompañamos y trabajamos en red. Señala los desafíos que plantea la educación en una secundaria nocturna para adultos que, a diferencia de otras modalidades, no cuenta con tantos soportes institucionales. Dice que es un trabajo difícil, que a veces se siente sola, como si estuviera en una montaña sin nada alrededor, pero, sostiene, hay que tender puentes, no quedarse allí.
Enseñar y aprender sobre las relaciones entre instituciones y sectores sociales implica prestar atención reflexiva a los modos en que se construye comunidad, reconocer de qué están hechos los hilos que trazan los recorridos invisibles de los actores concretos que arman el tejido social. Las instituciones educativas son espacios materiales y simbólicos habitados por muchas personas que día a día van y vienen, pisan un suelo, se saludan, se miran, respiran el mismo aire. Quienes ejercemos la docencia abrimos aulas, recibimos a estudiantes, los miramos, pensamos una clase, escribimos en un pizarrón, mostramos un PowerPoint, colgamos contenido en una plataforma. En condiciones adversas, con salarios bajos y en edificios desgastados, sostenemos prácticas que producen lo común. Para hacerlo a veces hay que salir al encuentro de otras personas, que están en otros espacios, pertenecen a otras organizaciones, para armar alianzas, gestionar conflictos, pensar estrategias, desarrollar proyectos, en definitiva, hacer lo posible para construir otros destinos para quienes vienen, para nosotras/os mismas/os, para generar mundos en los que sea posible tener proyectos, vivir. La historia de Sonia y Juan, nuestra historia con ellos, es una de tantas de las que importa contar como dice Donna Haraway (2019) para quien «la cuestión apremiante es cómo nos unimos para contar las historias necesarias, construir los mundos necesarios y hacer enmudecer a los mortíferos» (p.19).
El Seminario Relaciones se vuelve un espacio desde donde pensar la escuela y sus integrantes formando parte y produciendo diversos entramados comunitarios. Esta noción, tal como la propone Raquel Gutiérrez (2024) pretende no cerrar conceptualmente la idea de comunidad. Desde este término, dice, es posible aludir a una diversidad amplísima de formas de enlace, asociación, compartencia, capacidad colaborativa en distintos ámbitos. Nos interesa esta figura porque es una forma que está abierta y sobre todo que se produce sobre la base de la actividad cotidiana coordinada. Coincidimos con ella en que la producción de lo común implica relaciones sociales específicas, creativas, productivas y políticas, capaces de establecer sentidos de inclusión, producir decisiones y organizar dinámicas de trabajo concreto.
En época en que parece que las únicas redes efectivas son las redes necróticas del capitalismo neoliberal, que avanzan destruyendo y arrasando, seguir los recorridos de estos flujos de trabajo coordinado, visualizar nuestros entramados comunitarios, cartografiar las redes invisibles que sostienen la vida y contar sus historias se vuelve imprescindible.
De allí la motivación a compartir esta historia que forma parte de otra más amplia10, que no tiene nada de extraordinario, pero dice mucho del valor inconmensurable de lo ordinario. Tuvo como uno de sus primeros mojones un aula en la que casi 100 docentes en el año 2019, se pusieron a pensar en escenas de cuidado y a partir de allí una sucesión de hechos y recorridos que se presentan como una cartografía hecha de varias capas superpuestas y simultáneas y que, afortunadamente, continúa abierta.
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