Introducción

La motivación escolar es un pilar fundamental en el proceso educativo, ya que determina el grado de compromiso de los estudiantes con su aprendizaje y su capacidad para superar los desafíos académicos y personales. Un nivel adecuado de motivación favorece un mejor rendimiento y bienestar emocional, mientras que su ausencia puede generar desinterés y un bajo desempeño académico (Pozo Municio, 2008). Es crucial implementar enfoques pedagógicos que conecten el aprendizaje con los intereses de los estudiantes, creando un entorno inclusivo y colaborativo (Fullan y Langworthy, 2014). En los contextos vulnerables, esta motivación se ve afectada por una serie de factores adversos, como la violencia intrafamiliar, la pobreza, el trabajo infantil y la falta de redes de apoyo emocional. Estas condiciones generan una brecha significativa en el rendimiento académico y en el bienestar general de los estudiantes, situación que requiere intervenciones educativas inclusivas y personalizadas.

El estudio surge de la necesidad de enfrentar esta problemática en un grupo de estudiantes de nueve y once años de la Institución Educativa Departamental Pablo Neruda en Sibaté, Cundinamarca, Colombia. Esta población enfrenta barreras significativas para su desarrollo académico debido a contextos de alto riesgo psicosocial, donde problemas como el consumo de sustancias psicoactivas y el ausentismo escolar se suman a las dificultades socioeconómicas. Además, la evaluación institucional refleja que una mayoría de los estudiantes presenta desempeños básicos en las áreas actitudinal y cognitiva, lo que subraya la urgencia de implementar estrategias pedagógicas innovadoras y centradas en sus necesidades.

En este sentido, el aprendizaje experiencial y el desarrollo de la inteligencia emocional se perfilan como enfoques clave para mejorar la motivación escolar. Estas metodologías permiten transformar el aula en un espacio de vivencias significativas, promoviendo la construcción de conocimientos prácticos y el fortalecimiento de las habilidades interpersonales de los estudiantes (Bisquerra, 2009). A través de actividades como la resolución de problemas en equipo, la reflexión activa y la aplicación de aprendizajes en contextos reales, los niños y niñas logran conectar lo aprendido con sus propias experiencias y emociones, generando un compromiso más profundo con su proceso educativo.

El Cuaderno viajero, como estrategia central de esta investigación, integra estos enfoques para ofrecer una herramienta pedagógica innovadora que fomenta tanto la creatividad como la introspección. A través de esta herramienta, los estudiantes participan en actividades que los invitan a explorar sus emociones, compartir sus vivencias y construir aprendizajes significativos junto a sus compañeros. Este enfoque no solo busca incrementar la motivación académica, sino también contribuir al desarrollo integral de los estudiantes, promoviendo un entorno escolar inclusivo y emocionalmente enriquecedor.

En las siguientes secciones, se detalla el marco teórico que fundamenta esta investigación, la metodología utilizada, los resultados obtenidos y las conclusiones que reflejan el impacto de la estrategia en el contexto educativo abordado. Este artículo busca ofrecer una perspectiva única y práctica para abordar la desmotivación escolar en poblaciones vulnerables, destacando el potencial de las metodologías centradas en el estudiante para transformar la experiencia educativa.

Marco teórico

El marco teórico que sustenta este estudio se centra en la combinación del aprendizaje experiencial y la inteligencia emocional, integrando aportes de autores contemporáneos que han investigado sobre las necesidades educativas en contextos vulnerables.

En primer lugar, se pueden relacionar los aportes de autores como Pintrich (2006), quien es uno de los investigadores más influyentes en el área de la motivación en el aprendizaje. En sus obras, se estudian diferentes teorías y enfoques sobre cómo los estudiantes se motivan para aprender en el contexto escolar. Además, habla de la Teoría del procesamiento de la información, que explica cómo la motivación está enlazada al procesamiento cognitivo de la información. Los estudiantes motivados apuntan a involucrarse más activamente en la elaboración profunda de la información, lo que se convierte en un aprendizaje más significativo y duradero.

Los estudiantes que se sienten motivados muestran más entusiasmo por las actividades que se les plantean, prestan más atención a lo que orientan sus profesores, toman apuntes con más compromiso y se desempeñan de manera más constante y segura. Esto los lleva a realizar mucho mejor las tareas asignadas. Por el contrario, los que no están motivados generalmente ponen menos atención en clase, no les es fácil organizarse y rara vez piden ayuda cuando no entienden el tema (Pintrich y Schunk, 2006).

Por otro lado, David Kolb (1984) —pionero del modelo de aprendizaje experiencial—, sostiene que el conocimiento se genera a través de la transformación de la experiencia, donde los estudiantes alternan entre reflexión y acción para construir aprendizajes significativos. Autores recientes como Luckner y Nadler (1997) destacan que este enfoque es especialmente efectivo en contextos escolares donde los estudiantes enfrentan altos niveles de desmotivación, ya que las experiencias prácticas y colaborativas promueven un mayor compromiso emocional y cognitivo.

El aprendizaje experiencial también ha sido abordado por Itin (1999), quien señala que este modelo permite adaptar las estrategias pedagógicas a las necesidades individuales de los estudiantes, proporcionando un espacio para la exploración y el desarrollo personal. En el contexto de esta investigación, el Cuaderno viajero actúa como una herramienta que facilita estas interacciones, integrando actividades que estimulan tanto la creatividad como la resolución de problemas.

Fernando Trujillo Sáez (2018) es un destacado pedagogo español, que ha desarrollado trabajos sobre el aprendizaje experiencial en el campo escolar, vinculándolo con la pedagogía activa. En su enfoque, propone que el aprendizaje no puede restringirse a la transmisión de contenidos teóricos, sino que debe apoyarse en la experiencia directa y el desarrollo de proyectos. Destaca la importancia de jugar el partido, es decir, que los estudiantes no solo memoricen información o entrenen con ejercicios, sino que vivan y practiquen lo aprendido en contextos reales. Para Trujillo, es indispensable que el aprendizaje vaya más allá del aula, acoplándose con el entorno social y los desafíos del mundo real.

En cuanto a la inteligencia emocional, Daniel Goleman (2012) la describe como una competencia esencial para el desarrollo integral de los estudiantes, enfocándose en la capacidad de reconocer, comprender y gestionar las emociones propias y las de los demás.

Por su parte, Bisquerra (2019) argumenta que la educación emocional debe ser un componente transversal del currículo escolar, promoviendo el desarrollo de competencias como la empática, la autorregulación emocional y la resolución de conflictos. En esta línea, la estrategia implementada en este estudio busca no solo mejorar el rendimiento académico, sino también fortalecer las habilidades interpersonales y el bienestar emocional de los estudiantes.

Pablo Fernández-Berrocal y Natalio Extremera Pacheco (2005), sugieren que las escuelas deben ser espacios donde no solo se enseñen contenidos académicos, sino también habilidades emocionales que faciliten a los estudiantes comprender y gestionar sus emociones desde una edad temprana.

La conexión entre aprendizaje experiencial e inteligencia emocional crea un marco poderoso para abordar la desmotivación escolar. Cada una de estas teorías destaca la importancia de la motivación, el aprendizaje experiencial y la inteligencia emocional en el proceso de aprendizaje, subrayando que son factores cruciales para el éxito educativo. Estas teorías proporcionan un enfoque integral que reconoce tanto las necesidades emocionales como las cognitivas de los estudiantes, promoviendo un aprendizaje más profundo, razonable y motivador.

En síntesis, el marco teórico de esta investigación resalta la importancia de enfoques pedagógicos integrales que combinen elementos prácticos y emocionales, creando entornos de aprendizaje inclusivos y enriquecedores. Estos principios guían el diseño y la implementación de estrategias innovadoras destinadas a transformar la experiencia educativa en contextos vulnerables.

Metodología

El estudio adoptó una metodología cualitativa con un diseño de investigación-acción, lo que permitió una interacción directa con los participantes para identificar problemas, implementar estrategias y evaluar resultados. Hernández-Sampieri y Mendoza (2020) citan que «seleccionas el enfoque cualitativo cuando tu propósito es examinar la forma en que ciertos individuos perciben y experimentan fenómenos que los rodean, profundizando en sus puntos de vista, interpretaciones y significados» (Lindlof y Taylor, 2018; Punch, 2014, Lichtman, 2013, Morse, 2012). (p. 390).

El diseño de la investigación-acción fue práctico, ya que se estudiaron prácticas locales (grupo específico), involucrando un análisis individual y social, enfocándose en el desarrollo y aprendizaje de los integrantes y llevando a cabo un plan de acción para solucionar el problema de la motivación escolar.

La investigación se realizó con estudiantes de quinto grado (92 en total), pero la muestra no probabilística se centra en los 20 estudiantes del grado 501 de la Institución Educativa Departamental Pablo Neruda, que oscilan entre los nueve a los once años.

La investigación se estructuró en cuatro fases, según María Paz Sandín Esteban (2003):

• Diagnóstico inicial: Se evaluó el nivel de motivación escolar mediante la Escala de Motivación Escolar para Alumnos de Primaria (EMEAP) —realizada por Durán Fonseca, y Acle Tomasini (2022)— y encuestas abiertas para identificar factores que influyen en la desmotivación.

• Diseño de la estrategia: Se creó una propuesta didáctica basada en la inteligencia emocional y el aprendizaje experiencial, conocida como Cuaderno viajero.

• Implementación: Se aplicaron actividades como cómics, juegos colaborativos y reflexiones grupales, promoviendo un aprendizaje activo y emocionalmente enriquecedor.

• Evaluación: Se analizaron los resultados mediante grupos de discusión y la comparación de datos pre y posintervención.

Tabla 1

Matriz de categorías

Nota: Las fases utilizadas son las propuestas por María Paz Sandín Esteban (2003).

Tabla 2

Resultados esperados al aplicar la estrategia del Cuaderno viajero.

Nota: COP16 es la reunión N°16 de la Conferencia de las Partes sobre el Convenio sobre la Diversidad Biológica, realizado en Cali, Colombia en el año 2024.

Resultados y discusión

La aplicación del Cuaderno viajero tuvo un impacto positivo en varios aspectos del desarrollo estudiantil y resultó en una serie de transformaciones notables en el comportamiento y las actitudes de los estudiantes, siendo uno de los hallazgos más significativos el incremento en la motivación escolar:

1. Incremento en la motivación: se observó que el 85% de los estudiantes manifestó mayor interés por las actividades académicas. Este cambio fue evidente tanto en la participación activa durante las clases como en la calidad de los trabajos realizados. Los estudiantes, que previamente mostraban desinterés y apatía, comenzaron a involucrarse en las tareas, contribuyendo con ideas creativas y reflexionando sobre sus propias experiencias.

2. Desarrollo de habilidades socioemocionales: se observaron avances en la capacidad de los estudiantes para reconocer y manejar sus emociones. Por ejemplo, los ejercicios de introspección incluidos en el Cuaderno viajero fomentaron el desarrollo de la autorregulación emocional, ayudando a los niños y niñas a gestionar la frustración y mejorar sus relaciones interpersonales. Además, actividades colaborativas, como la creación de historias colectivas, fortalecieron la empática y la comunicación asertiva, aspectos esenciales para un ambiente escolar armonioso.

3. Creación de un clima escolar positivo: las actividades colaborativas promovieron un sentido de comunidad entre los estudiantes, reduciendo las conductas disruptivas y favoreciendo un entorno de respeto y apoyo mutuo. Esto también impactó positivamente en la relación entre docentes y alumnos, generando un vínculo más cercano y de confianza.

4. Un aspecto destacado fue la capacidad del Cuaderno viajero para conectar los aprendizajes académicos con las experiencias personales de los estudiantes. Este enfoque permitió que los niños y niñas vieran relevancia en lo que aprendían, lo que a su vez incrementó su compromiso y deseo de participar en el proceso educativo.

En cuanto a la conexión de los resultados con las teorías, los datos mostraron que la estrategia del Cuaderno viajero logró que los estudiantes no solo se sintieran más motivados, sino que también desarrollaran habilidades emocionales y sociales fundamentales. Esto respalda las ideas de Kolb (1984), que prioriza la experiencia como base para el desarrollo, convirtiendo al estudiante en participante activo de su propio conocimiento. Sin embargo, surge una cuestión relevante: ¿pueden estas estrategias adaptarse con igual efectividad a otros entornos donde los recursos son más limitados?

La mejora en la capacidad de los estudiantes para manejar sus emociones, reconocida en este estudio, también coincide con los planteamientos de Goleman (2022). Este autor destaca que la inteligencia emocional no solo impulsa el éxito académico, sino también la capacidad de los estudiantes para formar relaciones significativas y gestionar el estrés. No obstante, se plantea una interrogante crítica: ¿este cambio es sostenible? Factores como el entorno familiar o el nivel de capacitación de los docentes podrían determinar si estas habilidades perduran en el tiempo, especialmente en contextos de alta vulnerabilidad donde las crisis emocionales son más constantes.

Por lo tanto, las transformaciones logradas generaron un cambio relevante evidenciado en el aumento del entusiasmo y la participación en las actividades escolares. Los estudiantes mostraron una mayor conexión con sus aprendizajes, lo que evidencia que un enfoque que combine tanto lo emocional como lo práctico puede ser muy efectivo. De igual forma, se observó que los estudiantes comenzaron a expresar sus emociones de manera más clara y adecuada, promoviendo un entorno de mayor empatía en el aula. Sin embargo, no todos los estudiantes respondieron de igual manera, lo que subraya la importancia de adaptar las estrategias a las necesidades específicas de cada grupo.

A nivel social, hubo una notable mejora en el clima del aula, donde los estudiantes interactuaron de manera más respetuosa y colaborativa, y las dinámicas grupales se enriquecieron notablemente. Pero, ¿qué tanto influyeron otros factores, como el apoyo familiar o intervenciones externas? Esta es una pregunta que debería abordarse en futuras investigaciones. También se observó que los estudiantes más vulnerables, aquellos con antecedentes de conflictos familiares o académicos, requerían intervenciones más específicas para igualar los logros de sus pares.

En resumen, los resultados demuestran que una estrategia pedagógica que combine aprendizaje experiencial e inteligencia emocional puede transformar de manera significativa la experiencia educativa de los estudiantes en contextos vulnerables. Estos hallazgos refuerzan la importancia de implementar enfoques integrales que atiendan tanto las necesidades académicas como emocionales de los alumnos, contribuyendo al desarrollo de una educación más inclusiva y equitativa.

Conclusiones

La investigación demuestra que las estrategias basadas en la inteligencia emocional y el aprendizaje experiencial son herramientas efectivas para transformar el proceso educativo en contextos adversos. Estas estrategias no solo promueven el aprendizaje académico, sino que también contribuyen al desarrollo integral de los estudiantes, mejorando su bienestar emocional y fortaleciendo sus habilidades sociales.

Es importante mencionar que la motivación escolar de los estudiantes está profundamente influenciada por una variedad de factores tales como: las materias que encuentran interesantes y desafiantes; la relación con los docentes, (donde la actitud de los profesores puede potenciar o disminuir la motivación); el tipo de actividades y experiencias educativas que se les proporcionan, como las excursiones, olimpiadas matemáticas y otras actividades lúdicas; la exigencia y el estilo de enseñanza (ya que un enfoque muy rígido o estricto, puede generar frustración y desmotivación), entre otras. Es por eso que las estrategias que promuevan una enseñanza equilibrada, actividades prácticas y un ambiente de apoyo emocional pueden ser clave para aumentar la motivación escolar de los estudiantes.

Por otro lado, la aplicación de la estrategia desarrollada tiene un alto potencial para ser replicada en contextos similares, especialmente en escuelas con poblaciones en situación de vulnerabilidad. Además, podría ser adaptada para otros niveles educativos o integrarse en programas escolares de inclusión social. Su enfoque en la inteligencia emocional también la hace útil para iniciativas que buscan mejorar el clima escolar y la convivencia.

Se recomienda ampliar la aplicación de estas estrategias en diferentes entornos educativos y continuar investigando cómo adaptarlas a las necesidades específicas de diversas comunidades. Además, es fundamental involucrar a docentes, familias y otros actores educativos en el diseño e implementación de estas iniciativas para garantizar su sostenibilidad y éxito a largo plazo.

Esta investigación reafirma la importancia de una educación que trascienda los contenidos académicos y priorice el desarrollo emocional y social. Los resultados obtenidos son un recordatorio de que, con creatividad, compromiso y colaboración, es posible transformar las experiencias educativas y mejorar significativamente las vidas de los estudiantes.

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