Artículo

Educación y Vínculos N° 7 | Enero - Junio de 2021 | ISSN: 2591-6327

Sección especial. Conversaciones para un feminismo descentrado

Escribir, enseñar, hacer mundo entre amigues. Poéticas de la vida cotidiana. Entrevista a Noelia Gipler y Kevin Jones


Alicia Naput, Universidad Nacional de Entre Ríos, Argentina | anaput@gmail.com


Resumen: Conversamos con Noelia Gipler y Kevin Jones, poetas, maestres, talleristas, activistas, teoriques, amigues, acerca de la escritura como forma de agenciamiento sensible. Nos preguntamos cómo litiga ese modo de concebir y actuar la escritura con las formas clásicas de intervención política y pedagógica. Y también, de qué modo esas prácticas colectivas albergan lo humano en sus las fugas, sus cambios de rumbo.

En la deriva de la conversación emergen las escrituras en torno de la política y el descuido, la necesidad de abrir los archivos íntimos de la militancia, como un modo de queerizar esas acciones colectivas, de hacerle lugar a los desacuerdos. Cómo nuestras instituciones y organizaciones les hacen lugar a las sensibilidades como forma de cuidado de sus cuerpos, de sus habitantes, de sus compañeres.

Las escrituras y las intervenciones pedagógicas, se consideran también como formas de recuperar lo pequeño, los fragmentos de discurso, lo que sostiene y se sostiene en la cotidianeidad amorosa de la amistad; como modos de hacer mundo. Fragmentos de discursos que reclaman un sitio de pensamiento en torno de lo aprendido, de las imágenes de lo vivido; discursos hechos de las escrituras sobre esas intensidades visibles y sus formas espectrales.

Palabras clave: políticas de la escritura - reparto de lo sensible - afectos educativos.

Write, teach, make the world among friends. Poetics of everyday life. Interview with Noelia Gipler and Kevin Jones

Abstract: We talked with Noelia Gipler and Kevin Jones, poets, teachers, workshop leaders, activists, theorists, friends, about writing as a form of sensitive assemblage. We wonder how this way of conceiving and acting writing conflicts with the classic forms of political and pedagogical intervention. And also, in what way do these collective practices harbor the human in their escapes, their changes of course.

In the drift of the conversation, the writings about politics and carelessness emerge, the need to open the intimate archives of the militancy, as a way to queerize these collective actions, to make room for disagreements. How our institutions and organizations make room for sensitivities as a way of caring for their bodies, their inhabitants, and their colleagues.

The writings and pedagogical interventions are also considered as ways of recovering the small, the fragments of discourse, what sustains and is sustained in the daily love of friendship; as ways of making the world. Fragments of speeches that claim a place of thought around what has been learned, the images of what has been lived; speeches made from scripture about those visible intensities and their spectral shapes.

Keywords: politics of writing - distribution of the sensible - educational affects.



Hace tiempo que leemos y escuchamos, con mucha atención, a Noelia y a Kevin. Siempre el asombro y la pregunta acompaña la experiencia de leerles; sus escrituras y sus voces suscitan en nosotres una esperanza, un singular entusiasmo. Podemos identificar algunos de los motivos de ese entusiasmo que elles nos provocan, además de admiración y felicidad.

Diríamos, a modo de presentación y convite a la lectura, que lo que nos convoca es la inteligencia sensible con la que atraviesan las fronteras de las experiencias –las escrituras, los textos, las edades– con la seriedad del juego. La escritura es fuerza vital, y a la vez sofisticada filigrana, que nunca deja de apostar a la sutileza y al desacuerdo. Les leemos y les vemos contrabandeando saberes, entre la poesía y la política, la educación y la teoría, la baja y la alta cultura, transitando la conmoción de les que saben no elegir entre la risa y el llanto y que viven la situación de escritura como un modo de acunar, abrazar, tocar (nos) el mundo, como un modo de explorar y compartir.

La escritura es una forma de agenciamiento, es tema de esta conversación. Nos preguntamos cómo se teje, se anuda, cómo se pergeña y se actúa ese laboratorio y cómo circula. La memoria nos auxilia con la historia de una metáfora, para exponer qué buscábamos, qué nos movió hacia este encuentro. El historiador Jacques Le Goff repetía (entre el amor y la admiración) una figura que usaba Marc Bloch para hablar del oficio del historiador. El historiador es como el ogro de la leyenda, donde huele la carne humana, sabe que está su presa, allí donde se hizo carne la vida, la felicidad y el sufrimiento de les humanes. Los cuerpos aparecían en esa escritura como objeto y enigma de la Historia, en obvia alusión a la distinción con la tradición positivista del historiador como coleccionista de hechos. En ese oficio, decía Bloch (y repetía Jacques Le Goff con admiración), se combinaban de modos singulares, complejos, diferentes, las huellas de la materialidad de los cuerpos con la escritura. Narrar, hacer ver, conjeturar, poetizar. Que siempre fue un modo de hacer política, al menos para Bloch. Nos resulta inspiradora esta historia de Bloch por cómo encarna al historiador –al partisano de la resistencia contra los nazis– y al pedagogo. Es cierto que Bloch estaba disputando nuevos fundamentos en la refundación de la Historia (History) como disciplina, pero también es cierto que hoy podemos leer ese tránsito como el de un tránsfuga, interrogando qué acciones, saberes y experiencia pasaban de contrabando las fronteras de la política, la historia, la literatura. Porque entendemos que la escritura no es vehículo que transporta o comunica contenidos, sino marca que excede sus contextos en cada acto de lectura.

Diríamos que en este espacio de nuestra Revista se persiguen las voces que hacen de la mezcla, la contaminación, su oficio; tránsfugas entre la poesía, la enseñanza, las políticas de los feminismos y las teorías queer, el ambientalismo, el anti-especismo. Queremos aprender/conversar con Kevin y Noelia, cómo combinan en sus escrituras y sus experiencias de enseñanza, la rigurosidad, la dedicación, con la levedad del juego. Podríamos decir, si se nos permite, las experiencias de enseñanza como escritura, la escritura como una forma de pedagogía, como la intervención en pos de otro reparto de lo sensible1.

Alicia Naput: Como les decíamos en la invitación, hace tiempo que pensábamos en conversar con ustedes acerca del modo en que trabajan con la escritura y les otres. La manera en que en la escritura se cruza la experiencia política y pedagógica. También para pensar qué le hacen esas escrituras a las formas clásicas de la política y de la pedagogía. Esta entrevista también está pensada a partir del cruce de haberte escuchado y haber leído, Kevin, tus textos sobre la asamblea en defensa del arbolado2. Y Noe, a partir de ese espacio de Cover en Nacidas para segundear3. Queremos compartir lo que hace cada une de ustedes, y entre ustedes.

Kevin Jones: Debo decir gracias primero, obviamente. Me sorprende mucho. Quisiera reconstruir un poco esto de que lo que ustedes están retomando son dos migajitas de discurso. Son dos operaciones muy chiquitas de discurso. No sé cómo lo pensará la Noe, pero pienso que a un podcast o una columna en un programa de una radio comunitaria de una ciudad en la provincia de Entre Ríos, me parece muy interesante poder escucharlo dignamente, y darle un lugar en el pensamiento. También respecto a lo mío, porque no deja de ser algo más del orden del chismorreo una escritura en Facebook, o del rumor. Entonces cuando uno se entera de que eso es leído o conversado con otros y demás no deja de sorprenderse. Así que me parece muy interesante esto de que desde la facultad se escuchen estos retazos menores de conversación. Está bueno porque también tiene que ver con desjerarquizar cosas, con poder generar otra manera de estar, otra curiosidad. Me parece interesante que hayan podido llegar a esos niveles de formación manteniendo esa escucha. Yo siento, si nos pienso a Noe y a mí, que podemos mantener esa escucha al costo de no haber llegado a esos niveles de formación. Esto me parece algo interesante, todo lo que pueda ser una vuelta recursiva sobre estas cuestiones. También me sorprende mucho porque lo que uno hace no deja de ser algo muy chiquito y solitario. Yo escribo en Facebook, y sobre qué pasa con escribir en Facebook es muy poco lo que yo me puedo enterar. También no sé por qué, por motivos míos, o por cómo yo soy, es muy poco de eso lo que finalmente me llega. Igual me encanta y enseguida que me entero que sucede me subo a eso. Me pasó una vez de ir a dar una charla en un instituto de formación de Diamante, por Barriletes. Dimos la charla, hablamos, y en un momento después de eso un docente con sus estudiantes de profesorado me dicen: «nosotros hemos leído un texto tuyo en la cátedra y lo hemos discutido en clase, y una discusión que teníamos es por esta cuestión que vos decís de la lectura». Y yo en el momento obviamente que dije que sí, era Marixa Balli diciendo «claro, claro, sí, sí». Y cuando nos fuimos de ahí con Lautaro le digo: «no tengo ni idea qué texto habrá sido ni cómo eso llegó a manos de esta gente». Obviamente que una vez que pasa yo me monto en eso, pero el resto del tiempo no creo que pase, no tengo la esperanza de que pase ni ando creyendo que pasa. Eso también me juega a favor, obviamente. Nuevamente con esto de desjerarquizar, pensar que lo que uno escribe y piensa no es tan importante me parece muy importante, muy necesario.

Noelia Gipler: También agradecer. A mí me pasa una cosa con esto de la amistad, siempre me siento cerca de vínculos o de personas que me han hecho pensar o sentir cosas intensamente, y también el espacio, las redes, los pequeños o grandes grupos que vos Ali has ido formando para mí son escenas a las que siempre vuelvo. Siento ahí algo muy recíproco, que a pesar de haberme fugado muchas veces de la universidad siempre sé que todo lo que pase alrededor de los equipos de investigación tuyo, de Facu, de la Negra, de Marian, María Emilia, ahí hay una pequeña comunidad del pensamiento que me convoca siempre. Me siento muy cerca de ustedes pensando, y las redes para mí son una forma de mantenerme cerca de esas miradas, de esas experiencias. Siempre sé en qué escuelas estamos, qué andamos haciendo. Muchas veces ellas me han llamado para laburar. Sigo ahí en esa comunidad de afectos y pensamientos que, aunque no pueda decir que soy parte de un equipo de investigación o de una cátedra, soy como una amiga que colabora con lo que puede y que saben que siempre estoy ahí disponible para el encuentro. Y en nuestra comunidad, nuestra familia con Kevin, siento que hay una forma del amor y que la hemos conversado mucho y otro poco la observamos lo más tranquilas que podemos. Ha sido una forma de hacer familia, un poquito fugades de los dispositivos heteropatriarcales. Nos encontramos en Vaporeso una vez, una librería amiga muy hermosa de Paraná, y me acuerdo que Kevin dijo: «¿Habrá algún sinónimo para la palabra color en el castellano?», y yo como que flasheé. Me sentía con ganas de ser su amiga, también en sus talleres, y derivó en una convivencia que es lo que pudimos hacer con el amor. Esta es nuestra familia, este es el hogar. Somos dos locas y una gata. Nosotros decimos que acá tenemos una sede clandestina del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) que está hecha de libros adentro de canastas, panes de masa madre y videos de YouTube.

A.N.: Pienso, rememoro. Por un lado, haber estado en ese taller de escritura con Kevin que fue muy conmovedor para mí, que me invitaba a desplazarme de mi lugar de escritura académica y aventurarme en el decir. Y de nuevo en ese espacio que vos Noe planteabas en Cover, en el trabajo de las imágenes y la escritura. Les pienso a ustedes como tránsfugas, contrabandistas mezclando y atando, en eso que Kevin dice de no pensarse como haciendo algo importante. Pensaba en lo que dice Sara Ahmed de sentir el camino, remontar lo hecho, lo escrito, lo sentido y retomar experiencias de escritura. También leí la publicación de Kevin sobre sus talleres en La Hendija y pensaba en la escritura como agencia teórica y política, en escrituras donde se cruza el pensamiento, la poética, el encuentro con les otres, de un modo que no es habitual. Y en relación con todo ello, lo que para nosotres en el equipo es la preocupación por la Educación Sexual Integral (ESI), que no es sólo la Ley 26150 de Educación Sexual Integral, sino –como dice Val Flores– la ocasión de la emergencia y la agencia de esa sexualidad ingobernable4. Y en esta idea de Val Flores de archivo público de la ESI5, cómo se va armando un archivo que circula y permite otras reverberancias. Queremos conversar acerca de las distintas formas de intervención, desde las que acontecen en escenas u organizaciones más típicamente políticas, hasta las de la cotidianeidad escolar. Y también cómo se cruzan ahí saberes, experiencias, escrituras, y a la vez, relaciones entre generaciones, entre especies.

N.G.:Hay una frase en lo que vos nos mandaste, que dice: «la escritura como una forma de pedagogía, como la intervención en pos de otro reparto de lo sensible». Eso me pareció muy hermoso. Yo siento que tengo una relación mucho más despelotada con mi escritura. Pero ahora que decís lo de la ESI me viene una escena a la cabeza que es justo del año en que nos conocemos. Yo me engancho mucho en esto de los talleres cuando conozco a Kevin y a los poetas, y empiezo a pensar un poco más intensamente todo eso, después de haber sostenido un taller de ESI en la Escuela Neuquén. Era 2017 y estábamos en el corazón de la tormenta. Ese taller fue muy conmovedor para mí, para la escuela, en todos los sentidos que nos imaginemos, conmovedor copado y también muy del sacudón. Y una cosa que para mí está buena de pensar la escritura como otro reparto de lo sensible es también pensarla como una herramienta del pensamiento y del registro de lo que nos va pasando en el cuerpo, en general en la vida y en particular en las instituciones que están hoy por hoy sosteniendo mucha desintegración, mucha ansiedad, mucho dolor. Para mí la escritura un poco tiene eso de irme permitiendo ordenar lo que me pasa en el cuerpo, y no lo hago para nada sistemáticamente. Más bien me siento a escribir cuando ya no doy más y necesito calmar al tonto corazón. Y también me acuerdo que me vino como anillo al dedo conocerlo a Kevin en esa época porque el corazón me había quedado muy destartalado después de ponerle el cuerpo a las escuelas en esos espacios. Kevin dijo «voy a recordarnos aquí que todos estamos en un taller porque tenemos problemas del corazón». Me parece que está bueno también registrar eso, que la ESI como un fenómeno, como espacio y tiempo para la reflexión también plantea que la sensibilidad es un problema. Y es un problema tan desatendido que hacerle espacio nos trae novedades, conflictos, y nos destartala. Porque para reordenar hay que mover, y me parece que en las instituciones esto es necesario, poder revisar qué nos anda pasando para poder hacer todo eso que decimos que hay que hacer que es repensarnos, construir otro mundo posible, etc. Pero el trabajo concreto con la sensibilidad, que es el trabajo concreto con los cuerpos y lo que los cuerpos están sintiendo, es súper conmovedor. Y lo del podcast para mí es un registro que vengo haciendo hace mucho, y ahora dije lo hago porque un poco ya está hecho. Pero también tiene que ver con un trabajo del presente sobre el pasado. Eso de revisitar una memoria, es producto de un trabajo con una escritura y también con una lectura. Poder hacerle lugar a esa experiencia y a muchas otras para mí también tiene que ver con trabajar con otros, con textos, y que esos textos sean invitación a revisitar memorias. Y ahí yo me voy encontrando con lo que a mí me pasa. Nada más que ahora con un poquito más de experiencia voy atendiendo a esas otras cosas y digo voy a jugar con esto, como decía Kevin, para mis amigues. Porque sé que a ese podcast lo van a escuchar mis amigues y lo hago para eso, con mis amigues y para mis amigues. Pero quería decir otra cosa con relación a esto de la conmoción y del reparto de lo sensible. Hemos hablado mucho conviviendo nosotres en relación con las experiencias de la militancia que, hablando de conmoción, nos han dejado a les dos el cuerpo bastante conmocionado y achacado. Ponerle el cuerpo a esos discursos y esas prácticas que son necesarias y que nos entusiasman. Y a esas causas, no sé si tanto las instituciones como a las causas. Pero las causas demandan organización, invención, instituciones, grupos, colectivos. Y lo pensamos como dos exiliados de instituciones políticas con las que estuvimos súper comprometides, y que un poco no pudimos sostener con el cuerpo esas prácticas y entonces nos venimos llevándonos como el tranfugueo, nos trajimos todo eso, y todo eso está con nosotros y seguimos pensando, seguimos preocupades e intentando en otros espacios armar otra cosa. Y siempre nos preguntamos de vuelta: «entonces, ¿cómo es la organización?», «pero si hacemos esto después nos va a salir así», «no podemos estar todos de acuerdo, pero entonces, ¿cómo le hacemos lugar a los desacuerdos?». Y volvemos siempre a esta necesidad de que las instituciones, sobre todo las instituciones políticas que son nuestras, de los colectivos, de los agenciamientos políticos, le hagan lugar a las sensibilidades como forma de cuidado de sus cuerpos, de sus habitantes, de sus compañeres. Yo creo que el feminismo ahí enseña mucho y también va aprendiendo. Los feminismos, diríamos. Pero en parte un poco vamos pudiendo pensar gracias a esas experiencias. Vamos pudiendo pensar que la política sin sensibilidad pierde incluso la eficacia de su propio programa o de su propio sueño.

K.J.: Yo actualmente uno de los trabajos artesanales que tengo y que más me gustan, y con los que me siento más conforme, tiene que ver con la escucha y formación de talleristas. Entendiendo que ambos, escucha y formación, son una forma de contención. Con talleristas y militantes sociales dentro de las organizaciones sociales y comunitarias. Es un trabajo que comencé haciendo con les chiques del Movimiento Popular La Dignidad, y que luego los seguí haciendo con Barrios de Pie, en donde trabajo actualmente a través del salario social complementario. Y ese trabajo yo aprendí a hacerlo o terminé de aprender a hacerlo cuando me enfermé para irme de Barriletes, o me fui de Barriletes enfermo, que es uno de los lugares donde más trabajé en mi vida. Ahí yo terminé de entender algo que habilitó un lugar de escucha. Yo escucho desde ese lugar más dañado, sabiendo lo que puede pasar y habiendo aprendido lo que puede pasar porque me pasó. Es un lugar muy simple, muy biográfico, pero también es un lugar que escuchando desde ahí aloja algo de les demás. Porque efectivamente en esos espacios de taller y en supervisión algo se mueve, algo pasa, y cosas están pasando. En Barrios de Pie no pudimos trabajar el año pasado por la pandemia y porque yo no propuse ningún espacio virtual para juntarnos a conversar, porque llegó un punto en que me pareció que si no nos estábamos encontrando era más por un no encontrarnos que por un efectivo cuidado. Y también por tratar de esperar que existiese una demanda para que eso sucediese, y no ir yo a configurarla. Y eso recién comenzó a pasar a fines del año pasado, entonces durante el verano estuve escribiendo textos para el área de educación de Barrios de Pie, hasta poder encontrarnos, que finalmente nos encontramos el mes pasado. Fue un encuentro presencial y tuvimos un taller, donde escucharnos y hablar acerca de lo que estaba haciendo cada une. A ese taller fue una persona que era referente de un merendero en un barrio de Paraná. Ese merendero en su barrio era de los mejores que estaba trabajando en la organización en ese momento. Ella va luego de un laburo previo de haber tenido que pensar juntes cómo abordar una situación que había sucedido en el barrio, y de escucharla a ella y sus compañeres para ver qué era lo que estaba pasando, y ver si lo que podíamos proponer como intervención estaba bueno o no. Luego de eso ofrecimos que vengan a este espacio de taller y vinieron. Después de ese espacio, ahora estaban buscando cambiar la fecha para el encuentro de este mes, de fines de abril, que es ahora la semana que viene. Y me comunico con ella para ver si voy a cambiar la fecha, porque como ellas ya fueron al anterior encuentro estaba bueno respetar y cuidar ahí. Y me cuenta que ya hace una semana que se fueron del barrio y la organización, y que se fueron de los grupos, pero tal vez yo no me enteré. Y digo bueno, qué increíble. En parte en la escucha yo había señalado esta cuestión de no querer hacerlo todo, poder poner un límite porque sino uno se va y ya, y eso tampoco está bueno, y hablamos sobre eso. O yo creí que estábamos hablando. Y hubo algo que pasó, sin entenderme a mí o al espacio como interlocutores de eso que estaba pasando. Y le digo «pero si nosotros estuvimos hablando los últimos dos meses sobre lo que a vos te pasa con esta organización, en ninguno de esos momentos vos me dijiste que tenías ganas de irte». Por más que los espacios están, evidentemente es necesario que estén y más, y de otros modos, porque hay algo de lo cual no se puede hablar, por ejemplo, en las organizaciones sociales y en la militancia acerca de irse de los lugares. Poder hablar sobre otros proyectos personales, otros proyectos afectivos, proyectos de vida, que no impliquen vivir para esa organización. Poder hablar y alojar algo de eso al menos como fantasía, como proyecto, como sueño, y poder hablar con los demás acerca de eso: ¿a mí qué me gustaría hacer cuando yo me vaya de Barrios de Pie?, ¿a mi qué me gustaría hacer cuando yo me vaya de la facultad? No hablamos sobre esas idas, y después terminan sucediendo en silencio. Y es un montón para la construcción comunitaria con otres. Yo desde mi lugar elijo sostener la preocupación. Obviamente que en el encuentro que viene, que yo las invité a estas personas, pero no creo que vayan, con quienes vayan voy a hablar sobre por qué estas personas se fueron, y qué nos pasa a nosotres con que estas personas se hayan ido. Porque alguien tiene que sostener esa preocupación. Sino lo que se propone muchas veces desde las organizaciones es ver cómo resolver y cómo cambiar, y se fueron, entonces buscamos otra gente. No está bueno. Y uno tomando un poquito de distancia se da cuenta que en algunas militancias hay algo que es casi inhumano. También esto de lo humano y lo no humano puede ser pensado con algunos movimientos o con algunas causas. Eso que decía hoy Noe respecto a nuestro amor o nuestra familia, a mí me parece muy interesante porque también tiene que ver con la cita que vos traías Alicia, con mirar el camino que es y el que está, esto es lo que pudimos. No necesariamente será como nos dijeron que tiene que ser, o no necesariamente será como efectivamente queramos que sea, pero es lo que está ahí, lo que nos sale día a día, y con esto que nos sale día a día vamos viendo qué sucede. Porque de verdad lo estamos transitando por primera vez. A mí me parece que en ciertas causas –el antiespecismo por ejemplo, o el amor libre– hay un discurso que es poco humano, que aloja poco de la falta humana, de la vulnerabilidad, lo que no nos sale, de cómo vos vas a hacer todo eso que decís que hay que hacer. Entonces los discursos nos terminan pasando por encima. Y ahí me parece que sí hay algo que aún no podemos escuchar desde un lugar más humano, más pequeñito, más humilde, más compasivo. Eso me parece que no lo podemos escuchar. También nos sucede con las causas, y con las personas que defienden esas causas y lo que se espera de esas personas, o lo que se espera que hagan, o cómo se espera que reaccione. Estos días por lo de Racedo uno de los comentarios que más se repite en El Once y en Paraná Hacia el Mundo que yo los miro (y le voy a dar vuelo teórico a esto) por la recursividad que esos discursos de odio están teniendo, porque la denuncia que quiere promover el municipio de Paraná para criminalizar la protesta parece escrita por los comentaristas de El Once, o parece cumplirles su sueño. Porque ellos fueron los primeros en proponer que seamos les ambientalistas quienes indemnicemos a la empresa, elles lo propusieron antes que les abogades del municipio. No es nada menor. Y uno de los comentarios que aparece cuando suceden otras cosas, o cuando llueve o se caen otros árboles es «¿dónde están los ambientalistas?». Que también sucedió ahí en Boulevard Racedo como «¿por qué no van al monte que están desmontando?». Y la otra persona diciéndoles «bueno pero yo estoy acá, puede ir usted si quiere». Y se termina transformando en un diálogo de locos porque no se logra entender desde el otro lado que lo que hay ahí delante no es una causa ni es un discurso sino una persona, atravesada por esa causa y ese discurso, pero es una persona que está haciendo algo con eso que le pasa, tratando de hacer algo. Con lo difícil que está cada vez tratar de hacer algo. Entonces mirar un poco más compasivamente eso de les demás, de une misme ante todo, pero también de les demás. A mí me parece que ahí a la gran pregunta de la organización también se le está contraponiendo en este tiempo la pregunta por el cómo vivir juntes, que es la pregunta del primer seminario de Roland Barthes en el Collège de France, una pregunta pedagógica. Barthes lo que se está preguntando ahí a través de las imágenes de la vida en comunidad de la literatura francesa, es acerca de cómo estar en un aula con otras personas, es una pregunta profundamente pedagógica y es una pregunta sobre la vida que me parece que estamos tratando de responder. Habría que darle mayor cabida a lo que acontece en las vidas compartidas o con quiénes y dónde estamos pudiendo vivir, para después ver qué es lo que se puede trabajar, qué es lo que yo puedo hacer como trabajo, como escritura, en estos otros órdenes, y que eso dé lugar a algo de la invención de lo político. Pero tratar de resolver lo político sin tener resuelta o atendida nuestra vida en común nos va a generar un descalabro que por algún lado salta. Pienso en eso respecto al tema este de cuidado y política, trayendo ahí alguna experiencia del presente y del pasado.

N.G.: Asocio con una parte del texto que nos mandaste, Ali, porque aparecen Le Goff y Marc Bloch hablando justamente de estas instantáneas de la vida cotidiana. Hablando de los órdenes, a mí me parece que este oficio de les contrabandistas es un poco reubicar o reorganizar los órdenes, y me parece sumamente saludable en relación al cuidado de los cuerpos y de la vida. Y también a esto de valorizar el deseo como una forma de poder sostenernos actives, o sostenernos potentes, sostenernos vives para otro mundo posible. Y eso es para mí una novedad muy feliz, que la reubicación de los órdenes sea cuidar nuestros mejores sueños, nuestras mejores fantasías de mundos posibles, nuestras mejores ilusiones de amores sanos y libres, desde un colchón o una base que sea esto, la vida cotidiana, el día a día, con qué imágenes nutrimos los lunes a la tarde o los martes a la siesta. O qué tarareamos cuando nos duchamos preparándonos para ir a dar una clase o a sostener un taller, o en Kevin, cómo puedo transitar una noche de insomnio, con qué videitos de YouTube mi imaginación me abriga para poder prepararme para otro día. Eso para mí es una novedad de la convivencia con Kevin, es una novedad de los movimientos feministas o de los nuevos movimientos sociales, y es una novedad de estar trabajando fuertemente con literatura, con películas, con imágenes, con niñes. Esta vuelta de tuerca de todo el poder a la imaginación, todo el poder también a la vida cotidiana. Ahí están estos historiadores diciendo desde ahí se narra una historia, aunque seamos les raritos después. Pero pasa esto también, que después te encontrás en las escuelas, en las salas de maestres, o en los equipos de trabajo en las instituciones, con gente que repasa un cuadro de tareas para la semana y se larga a llorar. Ahora yo trabajo en el Consejo General de Educación (CGE), cuando mi ex supervisora de la escuela llegó a ser directora del nivel primario del CGE me llamó para trabajar. Para mí fue muy inquietante porque por un lado está bueno tener trabajo, y por otro lado yo decía: «¿qué voy a hacer entre un equipo de especialistas del nivel primario?». Y entonces ella decía «tenés que hacer lo mismo que te escuché contar que hacías con los gurises en la escuela, pero para un equipo». Y a veces me encuentro con compañeras que están pasadas de rosca del laburo, de la tarea de la productividad, de tener que escribir documentos para decir qué hacer en esta época... y me encuentro diciendo puras pavadas toda la mañana, o hablando de lo que pasaba en la radio –porque escucho mucha radio– y tal vez sea una pavada, pero cuando esas compañeras se ríen y me dicen «la verdad que esta mañana es la primera vez que no me dolió la cabeza» o «la verdad es que está bueno escucharlas porque me hacen un poquito bien» yo digo que entonces tiene sentido que le dedique tantas horas a divagar y a barriletear entre cosas sin mucha planificación. No es que esto sea feliz para mí y que yo conviva super armónica con este caos, este barrileteo cósmico que tengo en la cabeza. Pero me encuentro pensando que también es necesario que le podamos encontrar la vuelta a divagar, a darle un okey a nuestro deseo, porque el deseo es así, te va llevando y te va alivianando también un poco la carga de pensar que todo depende de vos, que todo tenés que sostenerlo vos con tu propio esfuerzo. Las cosas en ese plano se vuelven menos importantes, pero también menos pesadas. Y eso también para mi es una novedad del análisis, que un poquito en la vida todo es así, ni tan terrible ni tan del éxtasis y de la felicidad. Una cosa del análisis o de la madurez, no quiero decir que estoy madura, pero de la vida que pasa.

A.N.: Me hacen pensar en que en mi pasión por la educación y la política –como profesora, como investigadora, como activista– siempre tengo una disidencia interior, entre cómo hacerle espacio a los sueños y en mientras se sostiene una dimensión más o menos programática (algún plan de acción colectivo en pos de vidas vivibles). Cómo hacer que el quehacer albergue lo imprevisible, aquello que acontece no sólo por fuera de lo que una se propone, sino que atraviesa lo que una se propone y hacerle espacio como ustedes decían a la fragilidad, la vulnerabilidad. Esto que decía Kevin, la puerta abierta a transitar hacia otros lugares, la puerta abierta a la perplejidad, incluso al silencio. No es no tener propósitos, es también contrariar lo omnipotente de la política y la pedagogía. Considero que, en ese sentido, el trabajo con las imágenes, con la levedad de lo sensible, con aquello que es lo indeterminado, colabora en una escucha. Me parece que también hay una dimensión del juego, jugar con posibilidades diferentes, estar como dispueste a jugar. Hay reglas, pero son como las reglas del jugar, que es hacerle espacio a la escucha. Y pensaba que en ese juego lo que yo advierto en ustedes es no sólo la relación con les niñes, con las infancias, sino una dimensión queer que es la de la escucha de nuestras infancias viviendo en nosotres. Eso tiene un valor de incitación que es a la vez una apertura a la fragilidad, pero que es una apertura muy vital. En esa dirección, me pregunto qué se hace con las imágenes, cómo se transita la experiencia con las imágenes, qué escuchamos en nosotras cuando estamos con les niñes, o cómo escuchamos nuestra propia infancia y nuestra propia fragilidad, cómo eso atraviesa o no la escuela, cuándo la escuela lo expulsa, cuándo se puede ir de la mano de esa experiencia en la escuela. Que es de alguna manera también, pensando en Derrida (1997), ¿qué hacer con la pregunta qué hacer?6 y ¿cómo no temblar?7 Es decir, qué hacer con la pregunta qué hacer, y cómo tramitar nuestro propio temblor sin acallarlo. ¿Qué experiencias, qué escrituras y qué imágenes vienen a sostener esa fragilidad, esa vulnerabilidad, como una condición de existencia?

K.J.: A mí me pasó hace dos años ya, que hice una clínica en Paraná con Raquel Minetti, artista visual santafesina y también profesora en artes visuales en Paraná. Era su clínica Programa doméstico, que ahora está por sacar un libro felizmente con Lucas Mercado. A medida que fui ahí me empezó a pasar llevar mis poemas y hablar sobre eso, pero también empecé a hablar sobre lo que escribía en Facebook, que era algo, pero no era tanto como hoy por hoy, y que fue algo que me pasó cuando empecé a estar enfermo. Algo muy feliz que me pasó. Cuando tuve las primeras crisis de pánico, de una de ellas salí viendo Planeta Vegetta que es la serie de Vegetta, un youtuber español guapísimo, Samuel de Luque, que entonces tenía 28 o 29 años. En los videos en realidad él no era él sino su avatar de Minecraft, y jugaba. Y todo eso era para mí un mundo extraño porque nunca aprendí a jugar a Minecraft, una vez intenté y no me salió. Pero hay muches youtubers que juegan a Minecraft y que juegan a un mundito virtual. Esa vuelta recursiva de la vida representando a la vida a mí siempre me genera una conmoción muy fuerte. Y él tiene una voz muy potente, muy bella, creo que esa ha sido una gran clave para que él sea tan famoso y tan seguido como lo es. Sabe narrar muy bien sus videos, porque imaginate que sus videos tienen una o dos horas, y a veces puede estar media hora construyendo un puente en Minecraft, que si no usas el modo creativo que es un modo más mágico, y usas el modo supervivencia, el modo clásico, el puente lo tenés que hacer bloque por bloque. Y si vas a ir a excavar una mina para buscar oro, tenés que excavar bloque por bloque hasta encontrar el oro. Y él lograba hablar durante toda esa hora que estaba haciendo eso y volverlo entretenido, y lograba llenar todos esos huecos y decir. Y a medida que empezaba a hablar era un hombre sólo en su habitación contando qué había soñado anoche, cosas de sus papás o de la infancia, o de sus amigos, o qué había desayunado ese día o qué película había visto. Por eso muchos de esos videos los comienza a hacer con Willyrex, con Guillermo Díaz, que eran amigos. Después vivieron juntos en Los Ángeles, y a medida que iban haciendo videos esas charlas mientras jugaban iban configurando cada vez más una idea de relación amorosa, y fue configurando un shippeo8 por parte del público que es uno de los shippeos más importantes de YouTube. Yo aterricé a YouTube a través de eso de Wigetta. El caso de Wigetta es muy controversial, pero en realidad muchos otros en realidad simplemente son shippeos que existen para el público o en el público pero que no existirían en la realidad. En el caso de Wigetta dado que ellos vivieron juntos en Los Ángeles, luego se distanciaron y luego volvieron a estar juntos en Andorra, no se sabe muy bien. Yo tengo para mí que ahí sí hubo algún amor de la vida real. Pero digo, son fantasías de homosexualidad, son gente fantaseando con ser homosexual. Y eso también es muy llamativo. En Programa doméstico esas imágenes sobre las que yo empezaba a escribir, lo había empezado a escribir presto por lo que esos videos habían significado para mí durante ese tiempo. Al irme de Barriletes también corté relación con todo un núcleo de amistades que eran todas mis amistades de ese momento, entonces al quedarme más sólo me volví a agarrar de lo que más o menos había visto y tenido en ese tiempo, y una de esas cosas eran estos videitos. Entonces seguí viendo estos videos y empecé a escribir sobre ellos, y ahí empezó una escritura sobre las imágenes, que no me di cuenta que era una escritura sobre las imágenes hasta que hice Programa doméstico. De nuevo es esta imagen del aprendizaje que es hacia atrás, que es una forma muy psicoanalítica de entender el aprendizaje, y para mí ha de ser seguramente una de las formas más humanas del aprendizaje. No creo que exista otra. Uno se da cuenta que aprendió una vez que aprendió. No sé si podría suceder de otra forma. Entonces me di cuenta que estaba pasando eso, que estaba escribiendo sobre imágenes. Y una vez que me di cuenta de eso, con la escucha de Raquel, empecé a escribir sobre las obras que los demás estaban preparando y armé el catálogo para la muestra. Y ahí fue como una autorización que a mí me pareció muy gloriosa, de que todo ese divagar podía llamarse escritura y a otres podía interesarles y conmoverles, y que eso era una obra, y que no tenía que buscar una obra en otro lado. Y eso le abrió la puerta a que yo empezase a pensar la escritura sobre imágenes como algo que hiciese cotidianamente. No sin problemas, digo, yo escribo en Facebook sobre las imágenes porque es en la computadora donde las estoy mirando y entonces en esos momentos que estoy solo las miro y escribo sobre ellas. Y eso no ha dejado de ser difícil para mí porque a la vez me quedo muy colgado con eso y después tengo mis propias fantasías de levedad, o de un tiempo más leve, entonces me termino yendo de Facebook, y ahora estoy teniendo Facebook de nuevo. Entonces digo, no deja de ser conflictivo, como Noe decía, pero ahí está y me doy cuenta que estoy haciendo eso mientras lo hago, hoy por hoy. Entonces las imágenes en principio están para mí ahí como algo sobre lo que escribo y sobre lo que pienso. Hoy por hoy, es muy importante que pensemos las imágenes. Y verlas, escucharlas y atenderlas de otro modo, no simplemente dejarlas pasar. Ver cuánto nos atrapan, cuánto nos configuran, cuánto marcan lo que podemos pensar. Yo de darle vueltas a Chespirito me fui dando cuenta cómo todo el tiempo hablaban de la vida sin nombrarla o daban por sentado muchas cosas de la vida para contar lo que contaban. Entonces esta cuestión de por qué esa imaginación de la vida cotidiana coloca la vida en un plano segundo o subterráneo: ¿No sería sobre eso sobre lo que tendríamos que hablar?, pero, ¿cómo puede hablar uno de que vive?, ¿en qué lugares de la narración se da algo de ese orden?, ¿cómo se habla de la vida cotidiana?, ¿cuándo?, ¿dónde? Y empecé a encontrar esto, poéticas de la vida cotidiana que están en Chespirito, están en algunes youtubers, están en Gasalla, y seguramente estén en muchos otros lugares, esos son los que yo he encontrado y explorado. También son un lugar, en este presente o desde esta temporalidad, podemos empezar a mirarlos. Porque cada vez más esas imágenes refieren y remiten a una vida que no estamos viviendo así. Y no necesariamente es que tengamos que volver a vivir así. Pero cada vez más son imágenes subsidiarias de una vida en común que no tenemos. Entonces pueden servirnos para buscar orientaciones, para aprender lo que pasó, para enseñarnos cómo vivir, o al menos para recordarnos qué nos parece importante a cada una, qué es lo que yo quiero cuidar, por esta dificultad de hablar sobre la vida misma. La vida es muy visual, entonces hay algo que pasa ahí que creo que las imágenes reponen mucho. Bueno, el fantasma es una construcción visual, las construcciones fantasmáticas son visuales. Tal vez las imágenes ya las vimos, pero lo que necesitamos es leer las imágenes. Y dado que nuestra vida, la vida que vivimos no la podemos volver a mirar para leerla, sí podemos volver a mirar las imágenes que estaban en esa vida y leer esas imágenes. Eso a mí me parece muy importante de pensar la televisión.

A.N.: Asociaciones, les escucho y pienso en una frase de Rainer M. Rilke (el poeta): «el arte es la infancia, eso es. El arte es no saber que el mundo ya existe, y hacer uno. No destruir lo que se encuentra sino simplemente encontrar que nada está acabado. Sólo hay posibilidades, solo deseos (…) Ser sin hablar de ello, de manera involuntaria. No rematar nunca. No tener nunca séptimo día»9. Y rememoro unas preguntas que se hace Claire Simon, como cineasta: «¿Por qué necesito el mundo? Y ¿de qué modo el mundo no es más que mi propio reflejo?». Pensando también en esto que vos decías Kevin de que el aprendizaje es algo que ocurrió, que lo vemos después, y cómo pensamos las imágenes y en relación con las imágenes. Les escucho y me figuro una serie: las imágenes, el arte, la infancia y con ellos lo inacabado, la curiosidad inacabable por el mundo, en relación conmigo y más allá de mí. Ahí, en sus decires y escrituras, se activa un tesoro para la educación, para el hacer mundo, para aprender cómo vivir juntes.

N.G.: Ya que estamos entre amigues, me lo permito porque se me viene esta idea de pensar qué aprendí yo de ustedes dos, y un poco esto que dice Kevin de su pregunta: ¿cómo se lee un poema?, o vos Alicia pensando cómo leemos las imágenes. Para mí esas preguntas han sido muy intensas, o ese trabajito chiquito que hago en el podcast que es cómo se leen las canciones, lo que me interesa es que ahí hay una pregunta por una cosa que no se supone que haya, que es: ¿hay un saber sobre la vida ahí? No se supone, o en la escuela nunca me habían dicho, que ahí hay un saber. Ahí que el prejuicio o los sentidos más hegemónicos de lo cultural indican que hay sólo un vicio de privilegiades, o una alta cultura a la que las clases bajas no deberíamos acceder, entonces de vuelta a la idea esta de les tránsfugas o de les contrabandistas que van a buscar ahí lo que ahí se colocó, que es ni más ni menos que un saber sobre el tiempo, un saber sobre la vida, un saber sobre la historia. Y a mí un poco eso es lo que me enganchó o me ata bastante al laburo en las escuelas, que es todo el tiempo contrabandear o buscar excusas para pasar películas, para hacer talleres en la biblioteca. Y un poco también calmar ansiedades de la pedagogía, ahora más que nunca, de medir si les gurises saben escribir la palabra, saben dividir la oración. Por ahora todo es bastante la rueda de la fortuna, donde tenés una institución que habilita eso le mandás, y también puede salir mal y te pueden rajar. Estamos en esa situación les talleristas que sostenemos espacios para la mediación cultural, o la mediación literaria, o espacios de talleres de creatividad sin más. Un poco contradictoriamente porque la tendencia es que cada vez más las instituciones van mandando gente al taller, mandan cuerpos rotos al taller. Es como una tendencia contradictoria que hace que también quienes trabajamos en esas líneas de fuego, en esas fronteras en donde lo institucional o lo colectivo se rompe, a la vez le ponemos un montón el cuerpo, pensamos, nos jugamos mucho en eso, y también estamos todo el tiempo viendo si nos contratan seis meses o un año. Es como «apagame la llamarada, el incendio, y listo». Estoy pensando en un trabajo del 2019 en la Escuela Normal, que un poco era eso: «te mandamos a un taller con treinta adolescentes que están en babilonia, que no enganchan en sus cursos, hacé algo», y a los seis meses tenía que estar todo de vuelta a la normalidad. El trabajo era ese, con lo cual fue muy pesado. Y no deja de ser una tendencia. Bueno, hablando de los recuerdos y de la educación como recordar, tengo una crónica para ordenar algo que puedo decir de la escuela. Es una crónica de un día de la semana pasada. No es tan larga, si quieren la leo porque justo hablo de los recuerdos. Se llama Recuerdos entibiados al sol: «Hoy armamos una burbuja con Tovi, el profe de teatro y les gurises del sexto grado. Planifiqué una actividad que tenía que ver con los sueños, pero la dinámica fue para otro lado. Tovi empezó a hablar de mitos y leyendas, y les gurises siempre se enganchan con las invitaciones que bordeen temas de grandes, a saber el amor, la muerte. En la segunda hora salimos al patio, al sol. Eran las diez y media de la mañana. El patio de la escuela termina en un pedacito de tierra cerrada por un tejido de alambre donde la seño de ciencias naturales lleva adelante una huerta. Tovi nos propone abrir el roperito donde se guardan los trajes de teatro. Vamos por el vestuario, encontramos guardapolvos y trajes de folklore también. Empezamos a sacudir la ropa, colgamos las prendas en el tejido de la huerta de la seño Nati que se fue hace un rato, luego de invitarnos a todos a trabajar la tierra. Igual, no aceptamos su invitación, porque nos estamos viendo poco y queremos tratar de no apabullar cada encuentro con nuestras ansiedades adultas. Queremos hacer todas las actividades que hemos planificado y no han salido. Queremos enseñar cosas, queremos que les gurises aprendan cosas, y que después en los resultados de las pruebas estatales, nuestro trabajo rinda en la calificación de la escuela. Entramos en esa a veces. Les adultes entramos en esas cosas. Pero ahora ¿dónde estamos les adultes? en un patio al sol. Elías y Lisandro, los mellis super entusiastas de las artes visuales, del dibujo, la pintura, las imágenes, encuentran entre los trajes de teatro las máscaras que habían hecho con Tovi años anteriores. Se ponen sus máscaras, se ponen trajes y salen al sol y gritan. Yo temo, ¿temo? que la humedad de esa ropa guardada hace más de un año les de alergias o les haga daño. Que se desmadre la actividad y el equipo directivo venga a revisar si estamos respetando distancias, protocolos, pertinencia pedagógica. Pero estamos ahí sacando nuestros disfraces al sol. Nuestra ropa de la escuela, nuestra ropa de jugar en la escuela al sol. Estamos ahí un rato y voy a descansar en la sombra de la galería. Saraí y Zahira vienen a pedirme un cuento: «Uno de esos que tienen dibujos», dicen. Verifico el éxito vigente de los libros álbum. Marcos y Juan se acercan también: «¿Te acordás cuando vimos el libro de los monstruos y después vimos la película?», me pregunta Marcos trayendo un recuerdo del 2019, hace dos años. Elles estaban en cuarto, leían y escribían pausado. Algunes necesitaban deletreos para poder escribir. Entonces me hice de un ejemplar de Donde viven los monstruos, de Maurice Sendak, y lo llevé a la escuela junto con la peli de Spike Jonze. Al final hablamos del vínculo entre grandes y chiques. De la monstruosidad. De la imaginación necesaria para poder habitar el mundo. Disimulo bastante mal la emoción que me da que Marcos recuerde todo eso y me pregunto en voz alta por algún buen libro con adaptación al cine para compartir. Me acuerdo que hace unos días vi Hanzel y Gretel de un tal Osgood Perkins, una fantasía oscura. Aquello mismo que los Grimm o Perroult compilaban y pulían en sus cuentos. Propongo verla y me devuelven un lúcido entusiasmo sin disfraces. Redoblo la apuesta e invito a buscar una linda versión del cuento en biblioteca. Allá vamos para volver al patio a leer. Ese instante es hermoso y paradójico. Si lo planificaba, no salía. A esta altura ya sé que los mejores momentos de la transmisión no son los fríamente calculados. Pero debería preguntarme si la imaginación (¿la educación?) no es como un recuerdo entibiado por el sol. Igualmente, el sol, ¿Qué era?». Estoy haciendo estas crónicas para un taller con Andy Testa, que se llama Pensar con las manos. Y un poco llegué ahí preguntándole si me podía ayudar a ordenar las imágenes de toda esa experiencia de laburo con niñes, que es un laburo que está lleno de imágenes. Así que estoy en ese grupo que es muy lindo porque me permite esto, conversar sobre lo que hago.

A.N.: Intuía que esta entrevista iba a ser muy intensa, entrañable y difícil para mí. Difícil en el sentido de la traducción de la intensidad de esa experiencia al lenguaje de una revista académica, que sostenga el desafío de que los desvíos y las derivas tuvieran espacio para habilitar a otres a que supieran las cosas extraordinarias que hacen personas como ustedes dos. Personas que sin pensar en hacer cosas importantes le hacen espacio a lo maravilloso, en el sentido de una experiencia donde habita la vida y el pensar la vida. En esa tensión entre las imágenes, los textos, la poética y la política, cruzando en diagonal la pedagogía, arrimándose a la escuela con la conmoción que suponen las instituciones en un tiempo como este, que parece por momentos un tiempo de declinación de lo humane, y por momentos en su conmoción (y urgencia) un tiempo muy habilitador de que pensemos cómo vivir juntes.

K.J.: Me gustó esto de traductores. Vos no fuiste mi docente, pero fuiste la de Noe, así que por continuidad te ubicaría en ese lugar de traductora. Figuras docentes que pudimos encontrar en la universidad que sí lograban traducir algo de la vida tal como es. No sé exactamente qué es la universidad, si una institución, si un lenguaje. Cuando pienso lo que a Noe le pasa con vos me acuerdo de dos profesores míos, de letras de UNL, que son Analía y Germán, y me gustaría traerlos aquí. Ana es Analía Gerbaudo, es la profesora titular de Teoría Literaria I, y de Didáctica de la Lengua y Literatura, y es una académica extensa y rigurosamente formada. Es una investigadora principal del CONICET. Ella era de un pueblo del interior de Santa Fe, estudió para ser maestra, se recibió de maestra, estudió el profesorado, fue profesora, hizo la licenciatura, hizo la maestría en didáctica específica, hizo el doctorado, hizo los posdoctorados… Como un camino muy largo para llegar a esa pequeña cima de cristal que la vida académica tiene, y a la que todes sabemos que es muy complicado llegar. Cuando yo la conocí ella ya estaba en ese lugar, e iba a dar clases los miércoles a la siesta, su teórico de Teoría Literaria I, totalmente producida, con el pelo muy preparado, pelo corto, labios pintados, como esto de portar el saber o la teoría. Se sentaba con sus libritos y dividía el pizarrón en tres partes porque mucha formación en didáctica. El programa de Teoría Literaria I era un lujo, con unos módulos donde en cada punto había un autor teórico, y además había un uso de ese autor teórico por parte de la crítica literaria, y el libro sobre el que se hacía ese uso. Entonces uno tenía que hacer una triple lectura de cada uno de los diecisiete puntos del programa. Era un programa demencial, obviamente eso causaba muchos problemas académicos porque la materia era muy difícil, muches estudiantes se enojaban. En ese programa estaba incluido un punto sobre teoría de género y teoría queer, y ese punto iba de Simone de Beauvoir a Judith Butler. A mí me encantó, en gran medida me dio lo que estaba buscando, seguramente de esas clases tengo un reservorio de nombres, de títulos, de autores y demás a los que seguramente todavía estoy intentando llegar. Pero bueno, yo leí a Butler por ella y no tendría por qué haber sucedido eso en una cátedra de Teoría Literaria I, me parece muy potente su gesto. Y daba clases de esa forma, hacía un desarrollo teórico muy riguroso y exacto, y hacia el final de su argumento lo politizaba bastante respecto al presente o respecto a la facultad. En ese momento Ana empezaba a gestionar cosas de la facultad como crear un centro de investigación estético literaria. A mí de Analía siempre me sorprendió, y me sorprende de muches gestores culturales, su capacidad de trabajo, siempre me sorprenden las personas que pueden hacer tanto. Y por otro lado su rigurosidad. Hace algunos años Analía publicó parte de sus investigaciones posdoctorales en un libro que se llama Políticas de exhumación, que es sobre algunas fantasías de nano-intervención de profesores de literatura en la Universidad de Buenos Aires (UBA), entre 1984 y 1986. Analía obviamente te enseñaba a investigar sobre objetos muy pequeños, ella tenía la muy simple y rigurosa idea de que investigar es preguntarse por lo que no se sabe, tratar de encontrar el modo de saberlo. Y sus investigaciones han demostrado que ese es un posible modo de investigar. Ese libro tiene tantas fundamentaciones teóricas entrelazadas, hechas con tanta rigurosidad, que yo siempre me quedo pensando que ese libro es demasiado académico para la academia, que parte de que no la puedan entender a Ana y se peleen con ella y que no la quieran o no la lean (lo que sería peor) es que ella se aprendió demasiado bien el juego que necesitaba saber para acreditar. Y en ese aprendizaje para acreditar aprendió teoría y filosofía y se encontró con Derrida (1997) que es su autor, el autor que atraviesa su obra, que es justo un autor que ironiza mucho con ese modo y que lo subvierte todo el tiempo. A mí me parece muy increíble ver a esas personas que pueden tener un juego dentro de la universidad, y jugar adentro de la universidad con les que juegan, que es algo que su maestra, Dina San Emeterio, le decía mucho a Ana y que lo ha dejado escrito en otros lugares, esto de «jugá con los que juegan». Ella lograba hacer eso. Yo con Ana pude conversar adentro de la facultad y sigo conversando. Ese fue un modo por ejemplo de traducir, o de hacer presente algo de la vida ahí, a ella le salió eso. Y después pienso en Germán Prósperi, el profesor de Literatura Española I y II de la facultad. Yo el primer día que fui a su clase me preguntaba cómo iba a ser la primera clase de una literatura, y él nos mostró el programa contándonos las hipótesis didácticas que él había tenido para elaborar ese programa y por qué lo había hecho así. Luego de eso nos empezó a hablar, en un momento tomó un texto de Phillipe Sollers en el que dice algo que tampoco entiendo muy bien que es que, al profesor encima de todo lo que se le pide, se le pide que hable, como si fuera fácil. Eso sí lo entiendo, que hablar es difícil. Entonces Germán nos miró y nos dijo «yo lo que haría es devolverles a ustedes la palabra, y preguntarles por qué vinieron acá». Yo después aprendí que eso es una clase en deconstrucción, una clase que sobre su final vuelve sobre donde se inició y puede subvertir eso que se había iniciado. Esa capacidad de volver sobre la escena áulica y que eso también pudiese ser leído, que nuestras vidas pudiesen ser leídas, me pareció y me parece muy fascinante, muy tremendo. Y aprendí a escuchar que todo en Germán tenía un tono grande de vida, todo lo que él investigaba y lo que enseñaba tenía un correlato fuerte con la vida. También eso estaba sostenido por un tono de voz, por la creación de una intimidad, por entender el aula como un espacio íntimo. Y eso yo lo llevo en mí. Conociéndolo a Germán conocí un modo de hablar de la literatura que es el modo que sigo usando en los talleres o los diferentes espacios. Un modo que también viene de lo que la literatura misma aporta como extrañeza y como intimidad. Los quería traer porque me parece que uno ve ahí formas que se pueden sostener, amistades que se pueden hacer, para no generar un sí o no con la universidad. Y traductores que están ahí. Y también traduciendo por otros lados porque la teoría tiene que circular por otros lugares y leerse de otros modos. Eso me parece muy interesante también, traducir también para otros lados.

A.N.: Este es el momento en que una debe confesar que no puede, no sabe cómo, concluir. Tal vez como una apostilla o despedida, como no lo hicimos al principio, pueda ofrecer un cierre que sea como una especie de presentación, un hablar de sí que quieran dejar acá.

K.J.: Mi nombre es Kevin, soy educador y escritor paranaense, nací en Seguí, pero vivo en Paraná hace diez años. Soy técnico en gestión cultural por la Facultad de Ciencias de la Educación. Parte de mi trabajo tiene que ver con la escucha y formación de talleristas en organizaciones sociales, y los vínculos entre poesía y lazo social. Me interesan mucho las imágenes y la vida cotidiana, y actualmente estoy escribiendo sobre eso. Ahí creo que estoy yo.

N.G.: Yo soy Noelia Gipler, nací en el campo, en el interior de Entre Ríos, en un pueblito que se llama Ombú, cerca de Corrientes. Estudié en Paraná y vivo en Paraná hace muchos años. Estudié Ciencias de la Educación, trabajé en varias escuelas, en distintos espacios, y ahora estoy trabajando con niñes en un taller de literatura, de acompañamiento al estudio en Lengua, orientado más hacia la literatura y también un poco al cine, a los dibujitos. Y trabajo también para el equipo técnico y pedagógico de la Dirección de Primaria del Consejo de Educación. Me gusta el cine, me gusta escribir, y recientemente hacer pan de masa madre.

Notas

1 Una escritura que constituye una conmoción política es una forma de acción en la que les cualquiera reclaman otras formas de autoridad y de legitimidad poniendo en cuestión jerarquías, saberes, lógicas y el reparto de lo sensible que organiza la cisheteronormatividad patriarcal del capitaloceno. Ver Jacques Ranciere (2014). El reparto de lo sensible. Estética y Política, Prometeo, Buenos Aires.
2 Nos referimos a las intervenciones públicas en la red social FB de Kevin Jones, a partir de su participación en la Asamblea permanente en defensa del arbolado y los espacios verdes de Bv. Racedo. Dicha asamblea (de vecines y ciudadanes de la ciudad de Paraná) se organiza como resistencia a la obra ordenada por el Municipio en el Bv. Racedo, que supone la concreción de la tala del arbolado de ese Boulevard. La obra llevaba meses de debates, pero la Asamblea se organiza a partir de la acción de desobediencia civil llevada a cabo por un grupo de ciudadanes, el día 22 de marzo de 2021, que impidieron, interponiendo sus cuerpos, el comienzo de la tala ordenada por el Municipio. La acción fue reprimida duramente por la policía y la resistencia pública a la acción del Estado motivó adhesiones y avivó la visibilidad pública de las impugnaciones a la obra. Se forzó la apertura de una negociación y diálogo con el municipio por parte de la Asamblea (con la mediación de la defensoría del pueblo), pero en medio de la misma y manera unilatereal el municipio habilitó a la empresa a comenzar con la obra en la madrugada del 13 de abril. Al día de hoy la tala de los árboles, de unos de los pulmones verdes de la ciudad de Paraná, se ha concretado, en medio de la avanzada de la criminalización de un conjunto de les ciudadanes integrantes de la Asamblea, ordenado por el gobierno municipal de la Paraná (invocando la vulneración de intereses de la empresa constructora y supuestas denuncias de vencines). https://www.facebook.com/Asamblea-Paranaense-en-Defensa-del-Arbolado-y-los-Espacios-Verdes-102274365299545/
3 Nacidas para segundear es un podcast del que participa Noelia Gipler con una columna llamada Cover en el que comparte música y preguntas y pensares sobre ellas y la vida cotidiana. https://open.spotify.com/show/55pHDTWXJK9CF4vO6fBgsQ?fbclid=IwAR37lRXq6OS0LWA6u_4-cjqExcoimBNWFYIEOmknBwitLcLnUKNT-nY099M
4 Val Flores (2015). ESI. Esa sexualidad ingobernable. El reto de des-heterosexualizar la pedagogía. http://escritoshereticos.blogspot.com/2015/05/esi-esa-sexualidad-ingobernable-el-reto.html
5 Val Flores (2019). El derecho al gemido. Notas para pensar la ESI desde una posición prosexo http://revistascientificas.filo.uba.ar/index.php/mora/article/view/8537
6 Jacques Derrida, (1997). ¿Qué hacer de la pregunta “qué hacer”? en El tiempo de una tesis. Deconstrucción e implicaciones conceptuales, Proyecto A Barcelona. https://redaprenderycambiar.com.ar/derrida/textos/que_hacer.htm
7 Jacques Derrida, ¿Cómo no temblar? (conferencia de 2006, publicada póstumamente en otoño de 2009) http://www.scielo.org.mx/pdf/ap/v30n2/v30n2a2.pdf
8 Shippeo proviene del término originario del inglés, en donde se utiliza shipping como la manera de acortar la palabra relationship. Se emplea esta palabra para definir el deseo de un público específico para que dos personas, normalmente personajes de ficción, tengan algún tipo de relación, tanto romántica como intelectual.
9 Rilke, R.M. (1997). Los apuntes de Malte Laurids Brigge. Alianza editorial, España.